Egeria, la ?monja de El Bierzo? que se adelant¨® 1.500 a?os al Tripadvisor
Durante tres a?os, una enigm¨¢tica mujer viaj¨® de Gallaecia a Tierra Santa anotando sus impresiones en lo que hoy se considera la primera gu¨ªa de viajes de la historia.
![Egeriaokweb](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PKKTFOIZNBJLBFKA74YVXAWAPI.jpg?auth=eac19555ab2189b6ef180886045d9ef299fe257d66b476c6831b15301bb4ec08&width=414)
¡°Como soy un poco curiosa, pregunt¨¦ enseguida qu¨¦ valle era aquel para que un santo monje hubiera plantado all¨ª su eremitorio¡±, escribi¨® una enigm¨¢tica dama a finales del siglo IV a orillas del r¨ªo Jord¨¢n. En solo una frase, revelaba m¨¢s informaci¨®n sobre su personalidad (inquieta, extrovertida, religiosa, comunicativa y decidida) de la que se ha podido recopilar sobre su vida. De Egeria, la ¡°monja gallega¡±, ni siquiera se puede asegurar que fuera ninguna de las dos cosas. S¨ª sabemos con certeza que en su periplo de tres a?os recorri¨® m¨¢s de 5.000 kil¨®metros (a pie, caballo, burro, barcas¡) y recal¨® en las actuales ?rak, Turqu¨ªa, Siria, Egipto y Palestina. Y se adelant¨® en m¨¢s de 1.500 a?os a muchas tendencias: para Egeria, como para tantos millennials, contar el viaje es tan importante como realizarlo. Tambi¨¦n entend¨ªa el esfuerzo del camino como un proceso espiritual: ?Si de continuo debo dar gracias al Se?or por todas las cosas, cu¨¢nto m¨¢s habr¨¦ de hacerlo por tantas y tama?as mercedes como ha consentido concederme a m¨ª, tan poco digna y tan poco merecedora de ellas, permiti¨¦ndome recorrer todos aquellos lugares tan fuera del alcance de mis m¨¦ritos?.
?Monja gallega? Quiz¨¢
Al margen de su itinerario, es poco lo que se sabe de la intr¨¦pida Egeria. Se disputan su origen varias localidades gallegas y leonesas que formaban parte hace entonces de Gallaecia, la provincia en la que acababa el Imperio Romano y desde la que se asume que parti¨® para conocer Tierra Santa. Aunque tambi¨¦n Aquitania e Italia han reivindicado a la autora como paisana, ella misma hace alusiones a que el punto de partida de su viaje fue el ¡°¨²ltimo extremo de la Tierra¡± y en el siglo VII, Valerio del Bierzo la menciona en una carta (?la bienaventurada Egeria, m¨¢s fuerte que todos los hombres de su siglo?), dos evidencias que respaldan la hip¨®tesis galaica (que no exclusivamente gallega).
Tampoco hay consenso sobre su estatus: quienes sostienen que era monja se basan en las motivaciones religiosas del viaje y en el hecho de que las cartas estuvieran dirigidas a unas ¡®dominae et sorores¡¯, se?oras y hermanas. Carlos Pascual, que las ha editado y traducido en Viaje de Egeria: El primer relato de una viajera hispana (La L¨ªnea del Horizonte), afirma que eso es sencillamente imposible: ¡°lo cierto es que en aquella ¨¦poca temprana del cristianismo, las monjas no se hab¨ªan inventado a¨²n¡±. Tampoco es compatible el voto de austeridad con las condiciones del viaje: a Egeria la acompa?aba un s¨¦quito de sirvientes y escoltas que se mov¨ªa con desenvoltura por un Imperio Romano acosado por las invasiones b¨¢rbaras ante las que sucumbir¨ªa solo d¨¦cadas m¨¢s tarde (al menos el de Occidente): necesitaba por tanto el diploma, un salvoconducto reservado solo a ciudadanos pudientes. Y adem¨¢s describe algunos recibimientos impensables para una novicia an¨®nima, como el dispensado por el obispo de Edesa: ¡°Como veo hija m¨ªa, que, impulsada por tu religiosidad te has tomado la molestia de venir hasta estos confines desde las tierras m¨¢s apartadas si te parece bien te mostraremos todos los lugares que hay aqu¨ª y que resultan apetecibles de ver para los cristianos¡±.
La primera peregrina
Lo que hace de Egeria, de su viaje y de sus escritos algo excepcional y pionero es que se tratar¨ªa de la primera mujer escritora ib¨¦rica cuya identidad conocemos. Sus cartas manuscritas compondr¨ªan tambi¨¦n el primer libro de viajes de no ficci¨®n y con cierta intenci¨®n de gu¨ªa (describe entusiasmada lo que encuentra y decepcionada lo que no, como en un arqueol¨®gico Tripadvisor). Est¨¢n escritas en un lat¨ªn vulgar trufado de hispanismos, lo que las convierte en una piedra de Rosetta para fil¨®logos. Y estar¨ªamos hablando tambi¨¦n de nuestra primera peregrina, como subraya Jos¨¦ Eduardo L¨®pez Pereira, catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Latina de la Universidade da Coru?a, ?Egeria no hace un viaje tur¨ªstico, sino una peregrinaci¨®n, y ese es su m¨¦rito especial?. Su camino estaba literalmente guiado por la Biblia: en cada lugar mencionado en las Escrituras, la dama y sus acompa?antes se deten¨ªan y le¨ªan el pasaje correspondiente.
L¨®pez Pereira fue quien en los 90 despert¨® el inter¨¦s del p¨²blico en general por Egeria, hasta entonces casi desconocida a pesar de que en los 70 el vanguardista Luis Seoane creara para Sargadelos una jarra inspirada en ella y que Correos le dedicara un sello en los 80. El catedr¨¢tico aclara tambi¨¦n otros mitos sobre el relato conocido como Itinerarium ad Loca Sancta: lo que ha llegado a nuestros d¨ªas no es el manuscrito original de Egeria, sino una copia realizada siglos despu¨¦s que se conserva en Santa Mar¨ªa de Arezzo en Italia (donde se encontr¨® por casualidad en 1884). Y aunque tambi¨¦n por azar aparecieron en la Biblioteca Nacional de Madrid en 1909 nuevas hojas (pertenecientes a otra copia), las cartas de Egeria originales no existen y sus copias siguen estando incompletas.
El viaje de Egeria
En el mutilado texto,?del que faltan el principio y el final, hay una descripci¨®n de la liturgia en Jerusal¨¦n, adem¨¢s del relato de los viajes propiamente dicho. Est¨¢ redactado en un estilo fresco, natural, directo y animoso. De la mujer que lo escribe en primera persona se puede deducir un buen estado f¨ªsico, necesario para varios tramos del viaje. ?Prosegu¨ª adelante no sin grandes fatigas, pero el cansancio apenas hac¨ªa mella en m¨ª; y si no acusaba la fatiga se deb¨ªa a que al fin ve¨ªa cumplirse mi deseo, seg¨²n la voluntad divina?, escribe sobre el ascenso a pie al Monte Sina¨ª, el primer lugar descrito.
En el ¨²ltimo, Constantinopla, escribe en un tono m¨¢s apagado: ?Tenedme en vuestra memoria, tanto si contin¨²o dentro de mi cuerpo como si por fin lo hubiere abandonado?. No se sabe ni d¨®nde ni c¨®mo muri¨® Egeria, ni si cumpli¨® con los apuntados deseos de visitar ?feso y de regresar por fin a su hogar. Hay en cada p¨¢gina una constante alusi¨®n a Dios, a quien agradece ¡°no solo el anhelo de ir, sino tambi¨¦n las fuerzas necesarias para recorrer los lugares que deseaba¡±.
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