?Se acercan las distop¨ªas feministas peligrosamente a la realidad? Una reflexi¨®n de futuro
¡®El cuento de la criada¡¯ propicia la aparici¨®n de una serie de novelas con la mujer en un futuro cercano desolador.M¨¢s que especular sobre un futuro incierto, nos cuestiona el entorno sociopol¨ªtico en el que vivimos.
En Estados Unidos las mujeres solo tienen permitido decir cien palabras al d¨ªa. Si sobrepasan este l¨ªmite, que se controla mediante un contador que llevan en la mu?eca, una poderosa descarga el¨¦ctrica recorrer¨¢ todo su cuerpo. As¨ª lo ha decidido el nuevo gobierno. No solo eso: las mujeres tambi¨¦n tienen prohibido leer y escribir, sus cuentas bancarias pertenecen ahora al hombre de la familia m¨¢s cercano y, por supuesto, tampoco tienen permitido trabajar. Confinada en el terreno de lo dom¨¦stico, una de estas sufrientes y silenciosas v¨ªctimas tendr¨¢ la oportunidad de plantarle cara al nuevo sistema al ser escogida, por m¨¦ritos anteriores a la dictadura, para volver a trabajar.
Esta es la premisa de VOZ (Roca Editorial) de la escritora y doctora en ling¨¹¨ªstica Christina Dalcher, una distop¨ªa feminista que inevitablemente es comparada con El cuento de la criada de Margaret Atwood y que comparte rinc¨®n en las librer¨ªas con otras novelas futuristas que tienen como protagonistas a las mujeres como ¡®The Power¡¯ de Naomi Alderman o ¡®Relojes de sangre¡¯ de Leni Zumas. La aterradora premisa de ¡®VOZ¡¯ lanza a sus lectores la pregunta: ¡°?qu¨¦ pasar¨ªa si silenciasen a todas las mujeres?¡±.
¡°Las d¨¦cadas posteriores a la revoluci¨®n sexual de 1960 y el movimiento feminista de los 70 nos han mostrado lo fuertes que se han vuelto las voces de las mujeres desde la cultura de la domesticidad en los cincuenta¡±, cuenta Christina Dalcher a S Moda al preguntarle por la inspiraci¨®n de su novela, ¡°despu¨¦s de la marcha de mujeres en Washington en enero de 2017 me vino una pregunta a la mente: ?puede haber alguien, en alg¨²n lugar, cuya reacci¨®n a toda esta fuerza sea la de desear que todas cerr¨¢semos la boca? De modo que VOZ no ha sido escrita porque piense que las mujeres estamos silenciadas, sino porque creo que ahora tenemos m¨¢s fuerza de la que hemos tenido nunca¡±.
El hecho de que las mujeres tengan m¨¢s voz que nunca no significa que los dem¨¢s est¨¦n dispuestos a escuchar lo que tienen que decir: en 2016, The Guardian realiz¨® un exhaustivo estudio para el que se analizaron m¨¢s de 70 millones de comentarios a sus art¨ªculos desde 2006 y descubri¨® que de los diez periodistas que recib¨ªan m¨¢s abuso online, ocho eran mujeres y otros dos eran hombres negros. Seg¨²n otro estudio de Women¡¯s Media Center, el 57% de las personas que reportan situaciones de acoso online son mujeres. ¡°Por lo que yo s¨¦, al menos aqu¨ª en los Estados Unidos, hemos entrado en una cultura en la que estamos tan pol¨ªtica y filos¨®ficamente polarizados que nadie parece interesado en escuchar al otro¡±, explica Dalcher.
Pese a estar ambientadas en un futuro no muy lejano, las nuevas novelas de distop¨ªa feminista le toman el pulso al momento presente y a las preocupaciones actuales de las mujeres tratando temas como el machismo y la misoginia ?¨Ctanto en el ¨¢mbito cotidiano como en el institucional¨C, la violencia o el terror ante la p¨¦rdida de unos derechos que cre¨ªamos inamovibles. ¡°¡¯Distop¨ªa¡¯ es un concepto farragoso porque implica distancia e improbabilidad, pero ?qu¨¦ sucede si lo que para una persona es una distop¨ªa para otra es una realidad?¡±, se pregunta Leni Zumas, autora de Relojes de sangre?(Destino).
La premisa del libro nos lleva a un peque?o pueblo de Oreg¨®n, Estados Unidos, cuando el aborto ha vuelto a ser ilegal en todo el pa¨ªs. Adem¨¢s, la fecundaci¨®n in vitro est¨¢ prohibida y la Enmienda de Humanidad da derecho a la vida, libertad y propiedad a todos los embriones. Las adopciones tambi¨¦n est¨¢n limitadas a las parejas heterosexuales y casadas. Esta serie de barreras son el caldo en el que Zumas sumerge a sus cinco protagonistas que explorar¨¢n, conforme avance la trama, sus propias dudas sobre maternidad, identidad femenina y libertad.
¡°Empec¨¦ a escribir Relojes de sangre antes de quedarme embarazada¡±, explica Leni Zumas a S Moda, ¡°cuando muchos de los miedos que asolan a mi personaje principal ¨Cla bi¨®grafa¨C eran tambi¨¦n mis propios miedos: ?y si no me quedo nunca embarazada? ?Y si no puedo adoptar? ?Y si me han lavado el cerebro para que desee tener un beb¨¦? ?Y si yo ¨Cuna firme feminista¨C estoy inconscientemente comprando todas esas narrativas restrictivas y anticuadas sobre las maravillas y bondades de la maternidad? Mi ambivalencia ante mi propia situaci¨®n fue el catalizador principal del libro¡±.
Recientemente, el estado de Alabama ha aprobado una de las leyes sobre el aborto m¨¢s restrictivas de los ¨²ltimos tiempos: la llamada ley de ¡°latido de coraz¨®n¡± proh¨ªbe abortar en cuanto se detecte el latido del feto ¨Cseis semanas¨C, proh¨ªbe el aborto en casos de violaci¨®n e incesto, solo permiti¨¦ndolo si existe peligro de vida para la madre, y contempla penas de entre 10 y 99 a?os de c¨¢rcel para los m¨¦dicos que lo practiquen. Leyes similares se han aprobado en los estados de Georgia, Misisipi, Kentucky y Ohio. En Espa?a, el partido ultraderechista VOX se posiciona en contra del derecho al aborto y Ciudadanos ha incluido en la agenda pol¨ªtica la regulaci¨®n de la gestaci¨®n subrogada en Espa?a. Si tenemos presentes estos ¨²ltimos acontecimientos, Relojes de sangre es un libro que podr¨ªa pasar pronto de las estanter¨ªas de ficci¨®n a las de no ficci¨®n.
¡°Otra raz¨®n que me llev¨® a escribirlo fue mi horror al ver el aumento de ataques a los derechos reproductivos de las mujeres¡±, explica Zumas, ¡°las nuevas leyes que amenazan a los personajes de mi novela est¨¢n basadas en las ideas reales de pol¨ªticos. A los estadounidenses nos han dicho que nuestro gobierno separa estrictamente Iglesia y Estado, pero no lo hace. Existen fundamentalistas cristianos escogidos como representantes que votan seg¨²n sus convicciones religiosas. Mike Pence, por ejemplo ¨Cun nombre que mientras me documentaba no dejaba de aparecer¨C firm¨® una ley en Indiana obligando a las mujeres que tuvieran abortos a organizar un funeral para su tejido fetal¡±.
Cuando los l¨ªmites entre ficci¨®n y realidad son difusos tenemos la literatura
Para protestar contra esta serie de medidas tomadas por los sectores m¨¢s conservadores en varios puntos de Estados Unidos, muchas mujeres se han disfrazado con la m¨ªtica capa roja y cofia blanca que llevan las protagonistas de El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood que vive un segundo renacer gracias a su adaptaci¨®n televisiva llevada a cabo por la HBO. En El cuento de la criada las mujeres han sido divididas en castas, siendo la figura de la criada un mero recept¨¢culo cuyo valor se encuentra en sus ovarios y su funci¨®n principal es la de producir los hijos de la autoritaria rep¨²blica de Gilead. El uniforme de las criadas del universo de Atwood se ha convertido en un s¨ªmbolo de la lucha por los derechos reproductivos alrededor del mundo, sustituyendo en algunos casos las proclamas y pancartas habituales de cualquier protesta por la presencia silenciosa del vestido rojo y sus connotaciones.
El cuento de la criada y su ¨¦xito televisivo han sido los responsables de dar el pistoletazo de salida a la moda de este tipo de literatura. ¡°Una de las razones por las que estamos viendo tantas novelas dist¨®picas centradas en los derechos de las mujeres puede deberse a que tanto autores como editores han reconocido una tendencia¡±, explica Christina Dalcher, ¡°en literatura siempre existen modas ¨Cpiensa, por ejemplo, en historias de romance paranormal, novelas de iniciaci¨®n dist¨®picas o historias con narradores no fiables¨C. En todos estos casos, el ¨¦xito de bestsellers como Crep¨²sculo, Divergente o Gone Girl marcaron tendencia. As¨ª que, naturalmente, la popularidad de El cuento de la criada ha tenido el mismo efecto¡±.
¡°Sobre por qu¨¦ necesitamos la ficci¨®n ¨Cespecialmente distop¨ªas¨C existe otra posibilidad¡±, contin¨²a Dalcher, ¡°las historias que exageran una crisis pueden explicar una realidad y distraernos de nuestros miedos, pero tambi¨¦n pueden servir como alivio¡±.
¡°Uno de los superpoderes de la ficci¨®n es que sumerge al lector dentro de la experiencia¡±, explica Zumas, ¡°en lugar de tener una conversaci¨®n abstracta sobre justicia reproductiva, mediante la literatura el lector puede saber c¨®mo se siente una chica de 15 a?os que sue?a con ir a un campamento de matem¨¢ticas y convertirse en bi¨®loga marina pero a la que le dicen que se ha quedado embarazada y no tiene permitido terminar ese embarazo. La ficci¨®n puede plantear muchas preguntas importantes, incluidas aquellas m¨¢s controvertidas, y dar suficiente espacio al lector para tener sus propias ideas al respecto. La ficci¨®n especulativa ¨Cya sea ciencia ficci¨®n, novela surrealista o distop¨ªa¨C permite hacerse preguntas, invitando a los lectores a ver el mundo de forma diferente y a sentir curiosidad por lo que podr¨ªa suceder¡±.
El miedo a lo que podr¨ªa suceder
En la novela VOZ, un hombre le dice a Jean, la protagonista, que aquello que est¨¢ sucediendo no es culpa suya. La protagonista no responde ¨Cpor econom¨ªa de las palabras, no puede¨C pero s¨ª piensa una interesante reflexi¨®n: ¡°pero s¨ª que lo es, mi error comenz¨® hace veinte a?os, la primera vez que no vot¨¦¡ o cuando estaba demasiado ocupada para ir a aquella manifestaci¨®n¡±. Aunque Christina Dalcher, su autora, asegura que no le gusta pregonar sobre la importancia del voto o llamar a la acci¨®n, a trav¨¦s de su novela parece reflejar lo contrario.
¡°El hecho es que las cosas no se mantienen siempre en el mismo sitio: ni la pol¨ªtica, ni el lenguaje, ni las relaciones. Creo que tenemos una tendencia a despertarnos cada d¨ªa y esperar que el mundo que nos rodea sea exactamente igual que el d¨ªa anterior, pero la historia nos informa de que ese no es siempre el caso. Si queremos que la sociedad cambie, usar nuestras voces siempre es importante. Cuando pienso en los periodos m¨¢s restrictivos de nuestra historia, tengo la sensaci¨®n de que hubo momentos en el pasado en el que nuestras voces fueron incre¨ªblemente necesarias. Hablo de las voces que consiguieron abolir la esclavitud, o acabar con el comunismo, o establecer el derecho a voto de las mujeres¡±, apunta Dalcher. Como bien expon¨ªa Zumas, algunas distop¨ªas pueden ser la realidad de miles de mujeres. Y por ello alzar la voz sigue siendo importante. Quiz¨¢s la marcha de las mujeres en Washington, las voces del movimiento #MeToo, las manifestaciones masivas en Espa?a tras la sentencia de La Manada y con motivo del 8M sean las voces que se recuerden en el futuro.
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