Simone Veil: la historia de supervivencia de la feminista de derechas que legaliz¨® el aborto en Francia
El estreno del biopic Simone, la mujer del siglo sobre la inabarcable figura de la pol¨ªtica francesa ha resucitado la vida de una mujer que sufri¨® violencia pol¨ªtica, antes de que se hablara de ello, y a la que nunca le import¨® incomodar a la hora de defender los derechos de las mujeres.
Jud¨ªa y laica. De derechas y socialmente progresista. Patriota francesa y europe¨ªsta. Burguesa y comprometida con los derechos de los oprimidos. La compleja figura de Simone Veil (Niza, 1927-Par¨ªs, 2017) lleva d¨¦cadas fascinando a los franceses, que ahora la est¨¢n conociendo mejor gracias a la pel¨ªcula Simone, la mujer del siglo, el biopic del director Olivier Dahan (La vida en rosa, Grace de M¨®naco) que ya han visto m¨¢s de dos millones de personas en ese pa¨ªs. Veil fue una pol¨ªtica dif¨ªcil de clasificar, casi indescifrable. Siempre estuvo vinculada a la esfera conservadora, pero muchas veces incomod¨® a sus propias filas con sus ideas y su lucha para cerrar la brecha entre hombres y mujeres y entre ricos y pobres.
Con cinco a?os de edad descubri¨® que ella y sus tres hermanos, Milou, Denise y Jean, no encajaban en los estereotipos. Un d¨ªa, en el jard¨ªn de infancia, un compa?ero la hizo llorar asegur¨¢ndole que su madre ¡°arder¨ªa¡± en el infierno porque era jud¨ªa. ¡°Entonces, yo no sab¨ªa nada de religi¨®n¡±, recuerda ella misma en sus memorias, Una vida, que han vendido m¨¢s de un mill¨®n de ejemplares en Francia y que est¨¢n publicadas en espa?ol por Clave Intelectual. Fue la primera vez que tom¨® conciencia de su juda¨ªsmo, en una ¨¦poca en la que el nazismo y el antisemitismo se expand¨ªan por Europa. ¡°Simplemente ¨¦ramos jud¨ªos y laicos y no lo ocult¨¢bamos¡±, explica en su autobiograf¨ªa, en la que describe a su familia como republicana, atea y abierta a las ideas. Su padre, Andr¨¦ Jacob, era un arquitecto que le¨ªa el diario de derechas L¡¯eclaireur, mientras que su madre, Yvonne Steinmetz, era un ama de casa que le¨ªa el peri¨®dico de tendencia socialista Le petit Ni?ois?y revistas de izquierdas como La Lumi¨¨re, L¡¯Oeuvre o Marianne.
¡°La familia Jacob, como la de Marcel Proust, Elias Canetti o Stefan Zweig era ¡®integrada¡¯. Se identificaban con la cultura jud¨ªa, pero no con la fe. Ten¨ªan un fuerte arraigo al juda¨ªsmo y estaban orgullosos de ello, pero no incorporaban la pr¨¢ctica religiosa a su vida cotidiana¡±, explica Esther Bendahan, directora de cultura del Centro Sefarad-Israel. ¡°Eso permiti¨® a Simone pensar fuera de las l¨ªneas marcadas por los bloques religiosos o ideol¨®gicos. Para ella, la justicia y los derechos humanos no eran asuntos de izquierda o de derecha, sino de sentido com¨²n¡±, a?ade Bendahan.
En la casa de los Jacob, en Niza, se intentaba no hablar de pol¨ªtica o religi¨®n, pero ambas cuestiones terminaron dominando la infancia de Simone. Estaba en quinto grado cuando el Frente Popular, la coalici¨®n de partidos de izquierda, gan¨® las elecciones de 1936 para frenar al auge del fascismo en Francia. Solo un a?o antes, el gobierno alem¨¢n hab¨ªa aprobado las leyes de N¨²remberg, que?privaban a los jud¨ªos de la ciudadan¨ªa alemana y de gran parte de sus derechos. Pero ella descubri¨® el ascenso de la extrema derecha gracias a los noticieros cinematogr¨¢ficos que informaban sobre la Guerra Civil espa?ola. ¡°Tengo un recuerdo preciso de mi espanto cuando vi un especial dedicado no a Alemania sino a la guerra en Espa?a¡±, reconoce en sus memorias. ¡°Le ten¨ªa un miedo terrible a la guerra, una especie de intuici¨®n, precoz y exacerbada. ?Acaso una visi¨®n premonitoria de los peligros que se avecinaban? Es lo que pensaba mi hermana Milou, quien luego me lo recordar¨ªa muchas veces: ¡®Eras la ¨²nica que present¨ªa lo que iba a ocurrir¡±.
En el verano de 1940, Alemania invadi¨® Francia y el mariscal P¨¦tain, t¨ªtere de Hitler, instaur¨® el r¨¦gimen de Vichy, un estado colaboracionista con los nazis. Ese mismo a?o se promulg¨® el estatuto que imped¨ªa a los franceses jud¨ªos trabajar en el sector p¨²blico y los medios de comunicaci¨®n. A Andr¨¦ Jacob se le prohibi¨® ejercer su profesi¨®n de arquitecto. Casi cuatro a?os despu¨¦s, la Gestapo desembarc¨® en Niza y en una redada detuvo a toda la familia de Simone. Ella, su madre y su hermana Milou fueron deportadas al campo de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada; su hermana Denise fue encarcelada en el campo de Ravenbr¨¹ck, en Alemania; y su padre y su hermano fueron asesinados en Lituania. M¨¢s de un mill¨®n trescientas mil personas murieron en Auschwitz. Simone y su hermana estuvieron entre los 200.000 supervivientes. A?os despu¨¦s se manifestar¨ªa en contra de las teor¨ªas de Hannah Arendt sobre la responsabilidad colectiva y la banalidad del mal. ¡°Tiendo a verlo como una forma c¨®moda de manipulaci¨®n: decir que todo el mundo es culpable equivale a decir que nadie lo es. Es la soluci¨®n desesperada de una alemana que busca salvar a toda costa a su pa¨ªs¡±, dijo.
La guerra y el Holocausto despertaron su vocaci¨®n por la pol¨ªtica. ¡°Creo que soy una optimista pero, desde 1945, no albergo ilusiones. De esa terrible experiencia guard¨¦ la convicci¨®n de que algunos seres humanos son capaces de lo mejor y de lo peor¡±, dijo en una entrevista.?De vuelta en Francia, se postul¨® para estudiar en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs. Entonces el examen de ingreso a Sciences Po era solo obligatorio para las mujeres. Simone, que durante los 13 meses en Auschwitz hab¨ªa perdido la costumbre de dormir en una cama y solo pod¨ªa conciliar el sue?o en el suelo, aprob¨® los ex¨¢menes. En la universidad conoci¨® a Antoine Veil, que ven¨ªa de una familia parecida a la suya: jud¨ªa, laica y culta. En 1946, con solo 19 a?os, se cas¨® y por un tiempo sigui¨® el guion que dictaba la sociedad francesa de la ¨¦poca: ser ama de casa.
El d¨ªa que dio a luz a su tercer hijo, anunci¨® a su marido que se iba a inscribir en el colegio de abogados. ¡°De ninguna manera. No es un oficio para mujeres¡±, le respondi¨® su esposo. Tras dos a?os de estudios, se convirti¨® en magistrada y empez¨® a trabajar como funcionaria en la Administraci¨®n Penitenciaria del Ministerio de Justicia. ¡°Pero si usted est¨¢ casada y tiene tres hijos. ?Para qu¨¦ quiere trabajar?¡±, le preguntaron sus superiores en su primer d¨ªa. ¡°Eso solo me incumbe a m¨ª¡±, respondi¨®. Con 27 a?os, ten¨ªa varios diplomas, un marido, tres hijos, un trabajo y la determinaci¨®n de poner patas arriba la Administraci¨®n Penitenciaria francesa. Durante una d¨¦cada se dedic¨® a mejorar las condiciones de las c¨¢rceles de mujeres y el trato a las presidiarias, consiguiendo para ellas atenci¨®n m¨¦dica y psicol¨®gica, bibliotecas y otros beneficios. En 1964 asumi¨® la direcci¨®n de asuntos civiles, donde consigui¨® que las mujeres solteras pudieran adoptar y que las casadas o divorciadas acceder¨ªan al control parental de los asuntos legales de sus familias.
Cuando Georges Pompidou lleg¨® a la presidencia apoyado por el gaullismo y la derecha, el presidente la nombr¨® secretaria general del Consejo Superior de la Magistratura. Casi seis a?os despu¨¦s, Val¨¦ry Giscard d¡¯Estaing, tambi¨¦n de corte conservador, accedi¨® al El¨ªseo y la eligi¨® para dirigir el ministerio de Sanidad. Veil, la ¨²nica mujer ministra en el gabinete del primer ministro Jacques Chirac, sac¨® adelante en 1974 la ley que garantiza a las francesas el acceso a los?anticonceptivos?y en 1975 consigui¨® que una Asamblea Nacional casi exclusivamente masculina ¨Chab¨ªa nueve mujeres frente a 481 hombres¨C despenalizara el aborto con apoyos de la derecha y la izquierda.
¡°No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300.000 abortos que, cada a?o, mutilan a las mujeres de este pa¨ªs, que pisotean nuestras leyes y que humillan o traumatizan a aquellas que tienen que recurrir a ellos¡±, dijo en defensa de una normativa que le vali¨® ataques machistas y antisemitas, dentro y fuera de sus propias filas. Sufri¨® violencia pol¨ªtica mucho antes de que se hablara de ello, adem¨¢s de cr¨ªticas de la Iglesia Cat¨®lica y de l¨ªderes del culto judaico e intimidaciones y amenazas de la ultra derecha y los neo nazis.
¡°Se enfrent¨® a la violencia pol¨ªtica al menos dos veces en su vida p¨²blica. La primera vez, cuando defendi¨® su ley del aborto en la Asamblea Nacional. Estaba muy sola porque hab¨ªa muy pocas mujeres parlamentarias. Los hombres le reprochaban que esas cosas no se hablan en p¨²blico. La segunda, cuando se enfrent¨® a Jean-Marie Le Pen, presidente del Frente Nacional, y a una panda de fascistas excitados que la amenazaban en la calle e intentaban agredirla¡±, dice Abraham Bengio, presidente de la Comisi¨®n de Cultura de la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra, por sus siglas en franc¨¦s). ¡°La odiaban por muchas razones: por ser mujer, por ser jud¨ªa, por luchar por la libertad de las mujeres y por recordarles que hab¨ªa sobrevivido a la barbarie de la derecha francesa que d¨¦cadas antes hab¨ªa colaborado con el nazismo. Ella ten¨ªa mucho valor y les hizo frente. ¡®No me dais miedo, he sobrevivido a cosas peores que ustedes¡¯, les dijo, refiri¨¦ndose a su experiencia en los campos nazis¡±, recuerda Bengio. Los colaboradores de Le Pen incluso llegaron a acusarla de haber matado a seis millones de beb¨¦s, una cifra inventada con la que intentaban equiparar el aborto con la Shoah.
En los meses y a?os siguientes a la despenalizaci¨®n del aborto, Veil se acostumbr¨® a escuchar decir a los hombres con los que se cruzaba: ¡°Mi mujer la admira tanto¡±. ¡°No era dif¨ªcil elucidar el sentido profundo de estas palabras: mi mujer la admira, yo no¡±, recordar¨ªa ella. ¡°En realidad, esta ley nunca les interes¨® a los hombres¡±. Tras aquel triunfo, salv¨® al Instituto Pasteur de la quiebra, cubri¨® la falta de derechos b¨¢sicos para las personas con discapacidad, y promulg¨® la primera campa?a antitabaco en Francia. Con 52 a?os, se convirti¨® en la primera presidenta del Parlamento Europeo elegida en unas elecciones por sufragio universal y en los a?os 90 volvi¨® a ocupar la cartera de Sanidad. Entonces reuni¨® a diez mujeres de derechas e izquierdas para hacer progresar la paridad en la pol¨ªtica en un momento en el que solo el 6% de los parlamentarios eran mujeres. La iniciativa fue la antesala de la ley que garantiza el acceso igualitario en los mandatos electorales y funciones electivas. Francia fue el primer pa¨ªs del mundo en adoptar un sistema de paridad para elecciones de una sola vuelta.
Simone Veil fue una de las pocas mujeres en formar parte del Consejo Constitucional de Francia y la sexta de la historia en entrar en la Academia Francesa. En su espada mand¨® grabar el n¨²mero de prisionera que los alemanes le tatuaron en el brazo a su llegada a Auschwitz (el 78.651), el lema de la Rep¨²blica Francesa (¡°Libertad, Igualdad, Fraternidad¡±) y el?de la Uni¨®n Europea (¡°Unidos en la diversidad¡±). ¡°Estoy a favor de todo tipo de medidas de discriminaci¨®n positiva que puedan reducir las desigualdades de oportunidades, las desigualdades sociales, las desigualdades de remuneraci¨®n y de promoci¨®n que deben soportar las mujeres¡±, escribi¨® en sus memorias. ¡°Me parece in¨²til anunciar esas medidas con estruendo. Me parece mejor llevarla a cabo¡±.
Falleci¨® en su casa el 30 de junio de 2017, dos semanas antes de cumplir 90 a?os. Unos d¨ªas despu¨¦s recibi¨® un homenaje en Los Inv¨¢lidos. A la ceremonia asistieron el presidente Emmanuel Macron, supervivientes del Holocausto, pol¨ªticos de izquierdas y de derechas y dignatarios de todo el mundo. Su hijo Jean dijo: ?Te perdono por haberme echado agua en la cabeza?, en referencia a un suceso en el que ella le hab¨ªa vaciado una garrafa de agua en la cabeza disgustada por comentarios suyos que consideraba mis¨®ginos. Sus restos descansan en el Pante¨®n de los Ilustres de Par¨ªs, junto a los de Voltaire, Rousseau, Alejandro Dumas, V¨ªctor Hugo y ?mile Zola. El Pante¨®n alberga los f¨¦retros de 75 hombres ilustres y solo los de seis mujeres.
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