El inventor del Bikram yoga abusaba de sus alumnas: las lecciones que deja este nuevo esc¨¢ndalo

Como ha ocurrido en el cine o en la gimnasia, tambi¨¦n en el mundo del yoga el movimiento #MeToo ha dado pie a denuncias y a la reflexi¨®n sobre los abusos sexuales y de poder ejercidos sobre las mujeres. ¡°Es posible que no haya una zona gris m¨¢s gris que un estudio de yoga, donde la intimidad f¨ªsica, la espiritualidad y la din¨¢mica de poder se unen en una peque?a habitaci¨®n sudorosa¡±, reflexiona la periodista y yoguini Katherine Rosman en su art¨ªculo El yoga por fin est¨¢ afrontando el consentimiento y el contacto f¨ªsico no deseado, publicado en The New York Times.?

Fruto de las denuncias, se han producido algunos cambios. En Hollywood, por ejemplo, ya se han puesto las pilas y han edurecido las cl¨¢usulas que regulan los desnudos en el cine y han surgido figuras como los coordinadores de intimidad, que se encargan de crear espacios seguros para actrices y actores en los rodajes de escenas sexuales. Durante el juicio contra Larry Nassar, el fisioterapeuta que abus¨® de cientos de gimnastas estadounidenses, qued¨® patente -gracias a los esfuerzos de la juez Rosemarie Aquilina-? la importancia de que las v¨ªctimas sean escuchadas. Y por contagio de estas iniciativas, muchas mujeres de la comunidad y¨®guica han roto su silencio contra los gur¨²s que han abusado de ellas: ahora elaboran nuevos c¨®digos sobre c¨®mo plantear el contacto y los ajustes -las modificaciones f¨ªsicas que el profesor puede ejercer sobre el alumno para ayudarle a conseguir la asana (la postura) que se trabaja-, contribuyendo a un entorno m¨¢s c¨®modo y protegido.

No son pocos los casos conocidos en los que estos gur¨²s, aprovech¨¢ndose de la asimetr¨ªa de poder y de la devoci¨®n de sus seguidores -en ocasiones traspasando la barrera de lo sectario-, han cometido abusos. En los 70 se rumore¨®, con diferentes versiones a lo largo de estas d¨¦cadas, que Maharishi Mahesh Yogi, creador de la meditaci¨®n trascendental, habr¨ªa intentado violar a Mia Farrow durante su retiro en la India, donde coincidi¨® con los Beatles -a ra¨ªz de lo que John Lennon escribi¨® Sexy Sadie-. Swami Satchidananda, el ¡®gur¨² de Woodstock¡¯ que se encarg¨® de la ceremonia de apertura del festival en 1969, neg¨® las acusaciones con las que, mediante pancartas que rezaban ¡°Dejad de encubrirlo¡± y ¡°Para de abusar¡±, algunas exalumnas lo abordaban a la salida de una conferencia en un hotel en Virginia en 1991.

En 2012, John Fried, creador del anusara yoga, admiti¨® haberse acostado con varias alumnas mientras manten¨ªa una relaci¨®n de pareja y promulgaba un estilo de vida opuesto a la fiesta y los excesos de los que fue acusado, lo que mell¨® su credibilidad en su propia comunidad. Y Bikram Choudhury, el multimillonario inventor del hot yoga,?fue denunciado por violar y abusar sexualmente de sus alumnas y de su asesora legal, Minakshi?Mikki?Jafa-Bodden, que asegur¨® que el gur¨² la hab¨ªa obligado a mentir para defenderlo en los tribunales. Huido a M¨¦xico desde 2017, Bikram sigue impartiendo clases a pesar de estar en busca y captura en Estados Unidos (Netflix estrena el 20 de noviembre el documental sobre su historia: Bikram: yogi, gur¨², predator).

Con la viralidad del #MeToo?en redes han llegado acusaciones m¨¢s expl¨ªcitas y documentadas. Karen Rain, Jubilee Cooke y otras tantas mujeres han denunciado en diferentes medios de comunicaci¨®n (fotograf¨ªas incluidas) c¨®mo Patthabi Jois, el inventor del ashtanga yoga fallecido en 2009, cruzaba con demasiada frecuencia la l¨ªnea del consentimiento al realizar sus ajustes. Se tumbaba sobre ellas, rozaba sus genitales y penetraba con los dedos sus vaginas a trav¨¦s de las mallas y la ropa interior con la excusa de corregir el chakra m¨¢s bajo (mula bandha). Acusaciones que se remontan a 2010 y que no hab¨ªan recibido una respuesta oficial hasta que el pasado mes de julio, Sharath Jois, nieto de Pattabhi Jois que ha tomado el testigo como gur¨², comparti¨® una publicaci¨®n en Instagram pidiendo perd¨®n p¨²blicamente.

Fuera de la ¨¦lites yoguis, estas pr¨¢cticas tambi¨¦n se han perpetuado. Para destapar los casos cercanos y poner sobre la mesa la situaci¨®n real sobre los abusos en el entorno del yoga, la influencer en materia Rachel Brathen (@yoga_girl), creadora del movimiento ¡®#yogaeverydamnday¡®, llamaba a compartir de manera an¨®nima a trav¨¦s de su cuenta los testimonios con la intenci¨®n de combatir estas situaciones. Su sorpresa lleg¨® cuando tuvo que hacer frente a cientos de mensajes que luego rescat¨® en su web a trav¨¦s de varios posts. Mensajes de denuncia que, como resume Roseman en The New York Times, reflejaban ?una constelaci¨®n de abusos de poder e influencia, que inclu¨ªan proposiciones [sexuales] despu¨¦s de clase y en retiros de yoga, besos a la fuerza durante sesiones privadas de meditaci¨®n y agresiones en la camilla de masaje post yoga. Las quejas tambi¨¦n incluyeron los tocamientos inapropiados durante las clases, esencialmente en p¨²blico?.

En Espa?a, la revista YogaenRed se posicion¨® frente a este problema de abusos sexuales y de poder con varios art¨ªculos en 2017, publicando ¨ªntegro y en espa?ol el testimonio de Karen Reis. ¡°Estos art¨ªculos tuvieron mucho eco y apoyo a las v¨ªctimas por parte de la comunidad del yoga, que se expres¨® a trav¨¦s de las redes sociales de YogagenRed, a pesar de que no han trascendido casos de abusos aqu¨ª¡±, cuenta a SModa Pepa Castro en representaci¨®n del medio. Entre los comentarios, Castro recuerda que se plantearon dudas sobre ?por qu¨¦ los abusos no se denuncian antes, el temor ante las figuras de autoridad de los gur¨²s (y los profesores en general) y el peligro del silencio?.

¡°En los programas de formaci¨®n de profesores no hay contenidos espec¨ªficos que aborden el tema. Pero s¨ª se detecta una mayor sensibilizaci¨®n y conciencia, por ejemplo, respecto a la adecuaci¨®n de los ajustes con el fin de corregir una postura¡±, explica Pepa Castro. ¡°Estamos seguras de que todas las escuelas que hacen formaci¨®n de profesores abordan el tema en sus clases de un modo u otro y recomiendan, como m¨ªnimo, un trato muy escrupuloso a la hora de hacer ajustes, pudiendo incluso solicitar permiso a los alumnos para ser tocados a estos efectos¡±. Es el caso de Bel¨¦n Gonz¨¢lez, profesora acreditada por la Junta de Andaluc¨ªa al cargo del estudio Yoga Yume (M¨¢laga), quien explica a SModa su forma de proceder: ¡°En la ficha que cada alumna o alumno rellena antes de comenzar sus clases he incluido una casilla para que marquen si quieren o no que les realice ajustes¡±. Un modelo m¨¢s cercano al de las tarjetas X y O popularizado en Estados Unidos, que colocadas en la esterilla de cada alumno durante la clase indican si consienten o no el contacto f¨ªsico y los ajustes¡±.

¡°En mi experiencia, aqu¨ª ocurre m¨¢s bien lo contrario. A las personas que vienen a las clases de yoga (en mi caso, un 90%-95% mujeres) por lo general les gusta que les toquen con el fin de corregir la postura. Dir¨ªa incluso que hay un pensamiento de fondo por el que, si no haces estos ajustes a trav¨¦s del contacto f¨ªsico, no se te considera buena profesora¡±, expone Gonz¨¢lez. Una idea que la formadora Mayte Criado, directora de Escuela Internacional de Yoga, que ha formado parte del comit¨¦ de ¨¦tica y est¨¢ndares m¨ªnimos de la Yoga Alliance para combatir la mala conducta sexual en las salas de esta disciplina, reconoce: ¡°En Espa?a (y en la cultura hispana) ahora mismo no existe tanto esta conversaci¨®n como en Estados Unidos. Culturalmente somos de tocar mucho, muy cercanos. En terapia, incluso antes de preguntar qu¨¦ te pasa, ponemos las mano en el hombro o la espalda. Los estadounidenses no lo entienden igual. Esto no quiere decir en absoluto que los abusos no se den en el mundo del yoga ni que no sea algo muy serio. Aqu¨ª es a¨²n una conversaci¨®n pendiente. Por nuestra forma de ser, denunciamos poco y en seguida olvidamos. Yo misma he sido testigo de esto. Tuve una experiencia as¨ª hace 20 a?os e hice lo que hac¨ªa todo el mundo -entonces denunciar algo as¨ª provocaba risas-, dej¨¦ a ese profesor y me fui de esa escuela¡±, explica Criado.

¡°En definitiva, es m¨¢s dif¨ªcil que un alumno aqu¨ª comprenda por qu¨¦ se le pide que firme un consentimiento de contacto f¨ªsico antes de una clase¡±. En su escuela, donde forman a futuros profesores, Criado asegura que se basan en transmitir un ¡°cuidado esmerado a la hora de tocar al alumno¡±, fomentan que se pida ¡°permiso verbal¡± y ¡°ser muy cuidadosos con el alumno que no quiere ser tocado¡±. Las nuevas bases sobre las que se construyen las clases de yoga en la era post #MeToo.?