Bunny McDiarmid, codirectora ejecutiva de Greenpeace: ?Hay algo podrido en nuestro sistema alimentario?
Contra el cambio clim¨¢tico, ¡°necesitamos l¨ªderes valientes¡±, advierte McDiarmid.
Basta. El reloj biol¨®gico de la Tierra ha dado la voz de alarma. Cient¨ªficos de medio mundo alertan de que estamos llegando a un punto de no retorno. Si no tomamos medidas urgentes ante el cambio clim¨¢tico, los efectos podr¨ªan ser catastr¨®ficos. Desde 2016, cuando fueron nombradas codirectoras ejecutivas de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan y Bunny McDiarmid luchan para impulsar una soluci¨®n de emergencia. Hablamos con McDiarmid durante su visita a Espa?a con motivo de la conferencia en San Sebasti¨¢n Change the change, que ha clausurado junto a Sylvia Earle, Premio Princesa de Asturias.
McDiarmid es una mujer de discurso pausado y sin pelos en la lengua. Igual reclama a la poblaci¨®n que disminuya el consumo de carne y l¨¢cteos ¨Cporque ?hay algo podrido en nuestro sistema alimentario? y la alimentaci¨®n es ?una herramienta poderosa contra el cambio clim¨¢tico?¨C que reconoce que, en 45 a?os de existencia, Greenpeace no hab¨ªa recurrido a una bicefalia en el mando de la organizaci¨®n. Nunca¡ hasta que nombraron a dos mujeres. ?Cuando ambas solicitamos el puesto, creyeron que pod¨ªamos ser una buena combinaci¨®n. Personalmente, estoy convencida de que la junta no se lo hubiera ofrecido a dos hombres y, de haberlo hecho, ellos jam¨¢s hubieran aceptado el cargo a medias?. Con todo, considera que forman un buen t¨¢ndem como referente de un modelo colaborativo. ?Hay que revisar qu¨¦ te convierte en un buen l¨ªder y dejar de hablar de ¡®hombres fuertes¡¯. Las mujeres deben estar en las mesas de decisiones, pero eso no significa que tengamos que actuar como ellos, sino que estemos igual de presentes. Necesitamos un liderazgo compartido?. Adem¨¢s, subraya, ?tanto Morgan como yo somos blancas y de clase media, lo que no nos hace especialmente diversas. Las j¨®venes necesitan ver a m¨¢s f¨¦minas en puestos de mando?.
La activista neozelandesa entr¨® en Greenpeace como voluntaria a finales de los a?os ochenta para luchar contra las pruebas nucleares en el Pac¨ªfico. Estaba a bordo del m¨ªtico Rainbow Warrior cuando dos bombas de los servicios secretos franceses hundieron el barco. ?Muri¨® un compa?ero [el fot¨®grafo Fernando Pereira]. Fue una experiencia dram¨¢tica. Pero demostr¨® que si luchamos unidos podemos tener mucha fuerza. Tanta, que un gobierno nuclear pens¨® que deb¨ªa usar la violencia para detenernos?. Reconoce que se sinti¨® conmocionada. ?Fue muy duro?. Pero en lugar de desanimarse, volvi¨® a embarcarse para proseguir la lucha.
Su compromiso nace de una convicci¨®n vital. ?Me siento parte de la naturaleza. En mi pa¨ªs, hay un dicho: ¡®Yo soy el r¨ªo y el r¨ªo soy yo¡¯. La Tierra no solo nos alimenta con comida, agua y aire, sino tambi¨¦n de un modo m¨¢s espiritual. Si el planeta no est¨¢ sano, no sobreviviremos?. El reto m¨¢s importante es sumar fuerzas. ?Debemos conseguir que se act¨²e con celeridad?. Algo complicado cuando uno de los gobernantes m¨¢s influyentes, Donald Trump, niega que exista una crisis. ?No creo que ¨¦l sea una de las personas m¨¢s poderosas. Somos muchos m¨¢s los que estamos luchando contra el cambio clim¨¢tico. Incluso dentro de la escena estadounidense son muchos los pol¨ªticos que se?alan los riesgos de no hacer nada y promueven cambios en el sistema?, subraya. ?La gente vot¨® a Trump porque ¨¦l recurri¨® al miedo. Nosotros debemos apelar al amor y a la tolerancia?.
Pese a la situaci¨®n, McDiarmid es optimista y se?ala al que considera el movimiento m¨¢s inspirador actual: el de los j¨®venes contra el cambio clim¨¢tico, iniciado por la estudiante sueca Greta Thunberg, de 16 a?os, que desde el pasado agosto no va a clase cada viernes para protestar contra la falta de acci¨®n. A ella se han unido adolescentes de todo el mundo y su mensaje ha ganado tanta fuerza que la invitaron al pasado Foro Econ¨®mico Mundial de Davos. ?Los j¨®venes son extraordinarios. Ellos est¨¢n protagonizando el cambio y est¨¢n actuando como adultos?.
Les une un sentimiento parecido al que moviliz¨® a la generaci¨®n de McDiarmid contra la energ¨ªa nuclear: el miedo ante el futuro. ?Los adolescentes entienden mejor los riesgos que estamos afrontando y hacen un balance m¨¢s acertado. Por eso se dirigen a los gobernantes de un modo tan poderoso y elocuente?. Al preguntarle si cree que este movimiento puede triunfar, se muestra rotunda: ?S¨ª, lo creo?. Pero le cuesta encontrar un t¨¦rmino para definir lo que siente. ?Esperanza, tal vez? ?S¨ª, est¨¢ bien tenerla, pero necesitas un plan. Me encant¨® lo que Greta dijo a los poderosos en Davos: ¡®No queremos vuestra esperanza, queremos acci¨®n?, matiza. En un discurso viral, Thunberg exigi¨® medidas r¨¢pidas a los l¨ªderes porque, ?de lo contrario, es probable que no tengamos otra oportunidad. Nuestra casa se est¨¢ quemando?.
Sin embargo, los adultos siguen fallando. ?Somos muchos los que estamos luchando, pero no somos los suficientes?. Es fundamental elegir a los l¨ªderes correctos. ?Los humanos han creado el problema y ellos deben solucionarlo?. Anima a votar por la supervivencia del planeta, porque es un problema global que afecta al futuro de nuestros hijos. ?Es nuestra ¨²ltima oportunidad. Hay que pensar que a¨²n hay soluci¨®n. Sabemos c¨®mo arreglarlo, solo necesitamos l¨ªderes valientes que piensen en el bien com¨²n y no en los intereses de unos pocos?. Su mensaje es alentador: ?Tenemos tiempo, pero ya no queda mucho. No podemos desperdiciarlo?. Toca decidirse. ?Nos ponemos a ello o nos quedamos mirando hasta que nuestra casa se convierta en cenizas?
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