?Ha cambiado algo en Bangladesh desde el accidente?
Seis meses despu¨¦s de su tragedia textil m¨¢s grave, los sueldos de los trabajadores y las condiciones mejoran. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
Basta darle la vuelta a una camiseta para sentirse responsable. Buena parte de la ropa que vestimos en Occidente lleva escrito Made in Bangladesh. El derrumbe del Rana Plaza ¨Cun complejo de telares a las afueras de Dacca, la capital¨C dej¨® un reguero de cifras espeluznantes: m¨¢s de 1.130 trabajadores muertos y 2.438 heridos. Casi todos, mujeres menores de 30 a?os. Se trata del accidente en la industria textil m¨¢s grave de la historia. Hab¨ªan aparecido grietas un d¨ªa antes del desastre. Y el edificio se cay¨®. Desde 1990 han muerto unas 2.200 personas en incidentes como este.
Hace dos semanas un consejo nombrado por el Estado recomend¨® aumentar el sueldo m¨ªnimo de los 28,90 euros actuales (3.000 taka) a 51 euros (5.300 taka). La paga en Bangladesh es hoy la m¨¢s baja del planeta. ?Se trata de un avance propiciado por la presi¨®n internacional?, opina Iratxe Arteagoitia, responsable de la plataforma Ropa Limpia en Espa?a. ?Pero no una victoria. Asia Floor Wage Alliance lleva meses calculando ese sueldo: seg¨²n esta ONG, son necesarios 242,71 euros para cubrir las necesidades b¨¢sicas?, explica.
Todo apunta a que la primera ministra fijar¨¢ la paga un poco por encima de los 50 euros: las elecciones se acercan. Pase lo que pase, el motor est¨¢ en marcha. Se ha enmendado la ley laboral: ahora es m¨¢s f¨¢cil formar sindicatos y se ha dispuesto un fondo de asistencia social (las empresas donar¨¢n el 5% de sus beneficios anuales). Adem¨¢s, el Estado y la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo ceder¨¢n 17 millones de euros para un plan de seguridad.
El textil representa para Bangladesh el 70% de las exportaciones y el 15% del PIB. La antigua Pakist¨¢n Oriental es la segunda exportadora mundial de moda. Es tan importante, que hasta cuenta con un ministerio dedicado al sector. El pasado agosto, la ONU calific¨® su progreso como ?encomiable?. El n¨²mero de pobres ha pasado del 57% en 1992, al 31%. Parte del ?¨¦xito? se debe a un crecimiento del 6% fomentado por el textil.
M¨¢s de 1.130 personas murieron y 2.438 resultaron heridas en abril pasado a causa del colapso de un edificio del sector textil a las afueras de la capital.
Getty Images
Pero ante las mejoras, surge una pregunta: ?los nuevos avances podr¨ªan jugar en contra de Bangladesh como destino en el que invertir? No ser¨ªa la primera vez que las marcas se mudan a otro lugar con salarios m¨¢s bajos pero, al parecer, en esta ocasi¨®n la conciencia de que algo debe cambiar es global. ?No poseemos f¨¢bricas ni decidimos salarios, pero nos sentimos responsables. Hemos ayudado a sentar a los trabajadores y a la patronal en la mesa de negociaci¨®n. Todos ganamos si los sueldos suben?, afirman desde H&M.
Un punto y aparte. Los t¨®tems de la moda a pie de calle ¨CInditex, H&M o Mango¨C cosen en este pa¨ªs. Y, a pesar de los posibles aumentos salariales, parece que nadie est¨¢ dispuesto a irse. ?El consumidor exige un cambio. Es la hora de la moda social, aquella que tiene en cuenta a la persona detr¨¢s de una prenda?, opina Josep Valor, profesor de la escuela de Negocios IESE. ?El cliente reclama mejores condiciones. Y las marcas tienen la llave?, opina Juanjo Mart¨ªnez, responsable de Comercio Justo de Interm¨®n Oxfam. ?Las firmas son conscientes de que cualquier paso en falso podr¨ªa perjudicarlas, el comprador podr¨ªa boicotearlas?, comenta Arancha Gonz¨¢lez, directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional.
Y es que un gran poder conlleva una gran compromiso. Por eso un centenar de empresas, la mayor¨ªa europeas, y entre las que est¨¢n las tres grandes cadenas citadas, ya han firmado el Acuerdo sobre Fuego y Seguridad. El texto las obliga a pagar parte de las mejoras de las 1.500 f¨¢bricas donde cosen. ?Se acaba de nombrar al jefe de Inspecci¨®n. Los ex¨¢menes comenzar¨¢n en cuanto se establezcan las directrices?, aclaran desde H&M.
Sigue habiendo peros, claro est¨¢. La mayor¨ªa de las familias y heridos de la tragedia de Rana Plaza a¨²n no han sido indemnizados. Ropa Limpia exige 54 millones de euros, unos 5.000 por trabajador. ?Tambi¨¦n es necesario un sistema objetivo e internacional que informe sobre c¨®mo se ha fabricado la prenda?, opina Valor.
A¨²n queda mucho por hacer pero, con todo, hay espacio para la esperanza: los avances a los que se aspira hoy en d¨ªa en Bangladesh, eran pura ciencia ficci¨®n hace 10 a?os.
Unos cuatro millones de personas trabajan en el sector textil. En la foto, un taller en Dacca, la capital.
Cordon Press
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