La escandalosa impunidad del deportista de ¨¦lite cuando es un maltratador
La indiferencia de la liga de f¨²tbol norteamericana ante un maltratador confeso ha reabierto el debate sobre si los delitos de los ¨ªdolos del deporte son castigados como se merecen.
¡°No vamos a darle la espalda. Es nuestro compa?ero¡±. Ben McAdoo, entrenador de los New York Giants, se refer¨ªa as¨ª en rueda de prensa a la dif¨ªcil situaci¨®n de uno de sus jugadores, el kicker Josh Brown. Una declaraci¨®n que podr¨ªa pasar desapercibida si el problema de Brown fuera el t¨ªpico de un jugador de f¨²tbol americano: una lesi¨®n inesperada, una sanci¨®n por una placaje a destiempo o una trifulca con otro compa?ero en el entrenamiento. Pero no es el caso. McAdoo, cara visible del noveno club profesional m¨¢s valioso del deporte profesional seg¨²n Forbes, ha decidido no darle la espalda a un hombre ¡°repulsivo¡± que ha maltratado a su esposa ¡°f¨ªsicamente, mentalmente, emocionalmente y verbalmente¡±, a la que ve¨ªa como su ¡°esclava¡±. Un ¡°mentiroso¡± que ha abusado de las mujeres ¡°desde los siete a?os¡± y se ve¨ªa a s¨ª mismo como ¡°un Dios¡±.
Todos los entrecomillados son palabras textuales del susodicho Josh Brown, que se ha visto obligado a confesar sus cr¨ªmenes despu¨¦s de que la oficina del sheriff hiciera p¨²blicos esta pasada semana los documentos pertenecientes a un incidente sucedido durante el mes de mayo de 2015. Hasta la propia liga tuvo que intervenir para proteger a su mujer e hijos de un delito de violencia dom¨¦stica y asalto en cuarto grado (la llamada de socorro al 911 tambi¨¦n ha sido publicada). A los cinco d¨ªas la mujer retir¨® los cargos. Ahora, gracias a la filtraci¨®n, sabemos que denunci¨® al menos otros 20 incidentes tan graves como el mencionado. Los representantes de la liga de f¨²tbol americano y del equipo admitieron ser conocedores de la situaci¨®n. ?Cu¨¢l fue su reacci¨®n? Los Giants decidieron renovarle el contrato por dos a?os m¨¢s y cuatro millones de d¨®lares. La NFL le suspendi¨® con un partido. A Tom Brady, por desinflar unos balones, le cayeron cuatro. Ahora que el esc¨¢ndalo ha trascendido a la opini¨®n p¨²blica norteamericana, vuelve un debate tan viejo como la propia competici¨®n: ?son impunes los deportistas ante la justicia?, ?somos nosotros los c¨®mplices?
¡°Yo no creo que haya connivencia social porque cada vez que se destapa un caso de estos el esc¨¢ndalo y la presi¨®n son may¨²sculos, y muy poca gente los defiende. De lo que s¨ª estoy seguro es de que hay gente que trata de taparlo, para que no afecte al equipo¡±, explica a S Moda Pepe Rodr¨ªguez, periodista del diario As experto en el deporte norteamericano. Esta situaci¨®n no es extraordinaria. La NFL lleva a?os enfrent¨¢ndose a una epidemia de casos que emborronan la imagen de la liga con mayores beneficios del mundo. 21 de los 32 equipos de la competici¨®n cuentan con alg¨²n jugador con antecedentes por violencia de g¨¦nero o agresi¨®n sexual. En los ¨²ltimos a?os, la liga ha actuado por su mano en los casos que m¨¢s han escandalizado a la opini¨®n p¨²blica. Por ejemplo, penando con un a?o sin jugar a Adrian Peterson por golpear a su hijo. O al corredor Ray Rice, que pas¨® de dos partidos de sanci¨®n a toda la temporada cuando TMZ filtr¨® im¨¢genes de ¨¦l agrediendo brutalmente a su esposa en un ascensor. Dependiendo de la repercusi¨®n del golpe, as¨ª se multa. Pero precisamente por esta arbitraria pol¨ªtica, auditora de conciencias, no se entiende la indiferencia en el caso de Josh Brown. ¡°Una vez que han sancionado a jugadores por asuntos ajenos al campo, y ya que eres el juez absoluto de todo lo que pasa, tienes que llevarlo hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Si los hechos est¨¢n probados, como es el caso, deber¨ªan haber sancionado a Brown mucho antes y no solo con un partido. Tambi¨¦n te digo que es muy dif¨ªcil que vuelva a jugar en la liga¡±, apunta Rodr¨ªguez.
Pero esta pol¨ªtica justiciera no es bien recibida por todos. ?Debe la competici¨®n sancionar por asuntos extradeportivos a sus jugadores o dejarlo en manos de los estamentos oportunos? ¡°No est¨¢ claro que una modificaci¨®n en la pol¨ªtica y los procedimientos vaya a conllevar un gran cambio a no ser que modifiquemos la percepci¨®n que el p¨²blico, compa?eros y empleados de la liga tienen sobre la violencia de g¨¦nero y el acoso sexual. La liga y los equipos, que suelen conocer mejor a sus jugadores y sus comportamientos que las propias fuerzas del orden, deber¨ªan actuar cuando hay evidencia de estos delitos aunque el deportista ya est¨¦ siendo procesado por el sistema criminal de justicia¡±, afirma Bethany P. Whiters, abogada y autora del ensayo Sin consecuencias: Cuando los deportistas profesionales son violentos fuera del campo publicado en la revista de la Universidad de Harvard. En el mismo, Whiters sostiene que los ratios de condena en los deportistas son sustancialmente m¨¢s bajos que en el resto de la poblaci¨®n. A la vista de las cr¨ªticas, la NFL acaba de anunciar que revisar¨¢ el caso de Brown y los Giants han fichado a otro kicker, su m¨¢s que posible sustituto.
¡°Si Charles Manson jugara bien, alg¨²n equipo le coger¨ªa¡±. Esta recordada cita puesta en boca del m¨ªtico entrenador Bill Parcels, sintetiza perfectamente el esp¨ªritu de lo que subyace en todo esto, el negocio. En las ligas profesionales la moral queda relegada a un tercer escal¨®n por detr¨¢s del dinero y ganar cada domingo. Un jugador de clase media como Josh Brown puede ser castigado duramente por la liga porque no significa gran cosa, pero con una estrella la cosa cambia. La admiraci¨®n que despiertan estos deportistas pueden nublarnos el juicio cuando se trata de dar un veredicto sobre ellos. Ah¨ª est¨¢ el caso de O.J. Simpson, de actualidad gracias a la serie American Crime Story. Su acusaci¨®n de doble asesinato conmocion¨® a Am¨¦rica y sali¨® indemne a pesar de las innumerables pruebas en su contra. Libre y convertido en m¨¢rtir del racismo del departamento de polic¨ªa de Los ?ngeles contra los negros.
Otro suceso llamativo reciente es el del base de los New York Knicks, Derrick Rose. El jugador m¨¢s valioso de la NBA en 2011 fue acusado de violar a una mujer junto a otros dos amigos, aprovechando que esta se encontraba bajo los efectos de una droga. Despu¨¦s de solo tres horas de deliberaci¨®n, el jurado (en su mayor¨ªa mujeres) lo exoner¨® de todos los cargos. Sin cuestionar la inocencia de Rose, su situaci¨®n resulta vergonzante porque apenas unos segundos despu¨¦s de terminar la sesi¨®n, varios miembros del jurado corrieron a hacerse fotos con el jugador. Este, sonriente, acept¨®. ?Puede un jurado popular ofrecer un veredicto objetivo sobre su ¨ªdolo? ¡°No tengo informaci¨®n suficiente para afirmar que gozan de impunidad¡±, nos comenta Rodr¨ªguez, que concluye: ¡°Pero mi intuici¨®n es que desde luego un famoso tiene las dos caras de la moneda: por un lado mejor trato, y por otro, que haya m¨¢s ensa?amiento que con un an¨®nimo¡±.
Pese a los visibles desaciertos de las ligas profesionales norteamericanas, al menos toman la iniciativa para intentar, con m¨¢s o menos suerte, que se reduzcan este tipo de casos. Ya sean provocados por un inter¨¦s real o por una mera cuesti¨®n de imagen de cara al exterior, es m¨¢s de lo que podemos decir en el ¨¢mbito europeo. El fanatismo, en cualquiera de sus reencarnaciones ¨Cdirigentes, aficionados o medios de comunicaci¨®n¨C ha nublado tantas veces el juicio en lo correspondiente a sus deportistas que sus millonarias campa?as de marketing pidiendo ¡°respeto¡± caen en saco roto. Cazas de brujas, manos negras y persecuciones cavern¨ªcolas que, si bien dentro del terreno de juego pueden considerarse un mero entretenimiento, volcadas al aspecto judicial encienden una mecha cuya detonaci¨®n ¨²ltima puede explotarnos violenta en las manos.
El caso m¨¢s pol¨¦mico en el f¨²tbol espa?ol es el relacionado con el delantero del Real Betis, Rub¨¦n Castro. La Fiscal¨ªa pide para ¨¦l cuatro a?os de c¨¢rcel por un delito de maltrato habitual, uno de amenazas y seis de maltrato en el ¨¢mbito familiar que habr¨ªa cometido contra su expareja. El club, que ha reiterado durante todo el proceso su apoyo incondicional (¡°estamos con ¨¦l a muerte¡±), tach¨® de ¡°injusta, oportunista y discriminatoria¡± la propuesta de sanci¨®n de la Comisi¨®n Nacional Antiviolencia por los c¨¢nticos de sus ultras en febrero de 2015. ¡°Rub¨¦n Castro ale, Rub¨¦n Castro ale. No fue tu culpa. Era una puta, lo hiciste bien¡±, dec¨ªan los mismos. El Betis us¨® la camiseta del futbolista acusado como imagen para celebrar el D¨ªa de la Mujer coloreando sus cl¨¢sicas rayas blancas de rosa. Rub¨¦n Castro renov¨® este verano con el equipo sevillano hasta 2019.
La notoriedad de las estrellas del deporte parece lo suficientemente pesada como para evitar que una sospecha probada les arranque del pedestal. Pero Josh Brown, el monstruo que ha confesado agresiones sistem¨¢ticas a las mujeres, no va a correr esa suerte. Su talento no le llega para conseguir la carta blanca delictiva. En una liga (la de f¨²tbol americano) en la que participan aproximadamente 1700 jugadores cada temporada, las posibilidades de encontrar manzanas podridas se multiplican. Eso no resta certeza de la ejemplaridad general, con acciones tan estimables como el programa de concienciaci¨®n de la lucha contra el c¨¢ncer de mama, que este mes visibiliza y recauda fondos para sus asociaciones. Un gran ejemplo que, como afirma la periodista Caitlyn Kelly en The New Yorker, ojal¨¢ pudiera extenderse a la violencia de g¨¦nero: ¡°Es una causa que merece la pena, por supuesto: una de cada ocho mujeres ser¨¢n diagnosticadas con c¨¢ncer de mama en su vida. Y una cada cuatro ser¨¢ v¨ªctima de una relaci¨®n violenta. Levantarse por este tipo de enfermedad tambi¨¦n es importante¡±.
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