La fotograf¨ªa hecha enso?aci¨®n
Como dej¨® dicho Shakespeare, el mundo est¨¢ hecho del mismo material con el que se tejen los sue?os. Su compatriota, el fot¨®grafo Tim Walker, hace honor a la cita.
Para fotografiar una sesi¨®n de moda, la mayor¨ªa de fot¨®grafos necesita una c¨¢mara, un fondo neutro, una modelo y una colecci¨®n de vestidos. Pero Tim Walker requiere 80 conejos blancos, 17 gansos salvajes, 20 bailarinas de id¨¦ntica estatura, 250 huevos de pascua, 20 ¨¢rboles de Navidad y un Rolls-Royce. Mejor comprado que alquilado, ya que nadie se responsabiliza de que vaya a quedar intacto al final de la producci¨®n fotogr¨¢fica.
Cuando hablamos de Tim Walker nada es del todo habitual. Su nueva exposici¨®n en la Somerset House de Londres, donde el fot¨®grafo brit¨¢nico expone hasta el 27 de enero su trabajo m¨¢s reciente, tampoco lo es. Quienes esperaban im¨¢genes colgadas junto a anodinas leyendas deben de haber quedado decepcionados. Walker ha convertido la galer¨ªa de este majestuoso palacio neocl¨¢sico, encajado entre el T¨¢mesis y Covent Garden, en una concurrida fiesta repleta de extra?os invitados. Entre otros, aviadores perdidos en el eje espacio-temporal, cuartetos de cuerda integrados por corpulentos insectos, esqueletos lascivos que seducen a pelirrojas de infarto y modelos de pasarela ataviadas con moldes de gelatina como tocado.
Bienvenidos al mundo del fot¨®grafo de moda m¨¢s irrepetible de nuestra ¨¦poca. A los 42 a?os y con m¨¢s de 20 de experiencia a sus espaldas, Walker se ha convertido en una figura que no necesita demasiadas presentaciones. Para quienes quieran referencias, aqu¨ª van algunas pautas. A los 19, se encarg¨® de constituir el archivo de su admirado Cecil Beaton, tesoro nacional brit¨¢nico y uno de los padres fundadores de la fotograf¨ªa de moda. A los 22, se march¨® a Nueva York para convertirse en asistente personal de Richard Avedon, quien casi se convirti¨® en lo contrario a un modelo a seguir: ante la sobriedad del blanco y negro del maestro, el disc¨ªpulo prefiri¨® una explosi¨®n de colores pr¨¢cticamente psicod¨¦lica. Por fin, a los 25, public¨® su primera serie en Vogue, revista con la que ha establecido una estrecha colaboraci¨®n en todas sus ediciones internacionales, que le han permitido desplegar un imaginario infrecuente.
Durante una ma?ana de octubre, a pocas horas de la inauguraci¨®n de su exposici¨®n londinense ¨Cque llega acompa?ada de un libro titulado Cuentos de hadas (publicado en castellano por Lunwerg)¨C, Tim Walker ha aceptado desvelarnos los mecanismos que rigen su desbordante capacidad inventiva.
??Ves este avi¨®n de madera? Se me ocurri¨® mientras ve¨ªa A vida o muerte, una vieja pel¨ªcula de Powell y Pressburger?, sostiene el fot¨®grafo mientras se?ala una r¨¦plica a tama?o real de un Spitfire de los a?os 30, uno de esos cazas de la Royal Air Force que conducir¨ªan a los aliados hacia la victoria. Figura entre los espectaculares objetos de los que se sirve en sus series fotogr¨¢ficas, que ha querido incluir en esta exposici¨®n junto a m¨¢s de 100 im¨¢genes. ?As¨ª es como funciona esto. Un d¨ªa ves una pel¨ªcula, das con un documental interesante, lees un art¨ªculo en el peri¨®dico del domingo, subrayas un pasaje en una novela o escuchas una canci¨®n que te gusta. Es como una receta: tomas un poco de cada ingrediente y este es el resultado. Mi madre es escritora de libros de cocina. En el fondo, nuestros trabajos se parecen un poco?.
Ha dicho que su imaginario procede del universo fant¨¢stico de su infancia. Para conservar esa excitaci¨®n y despreocupaci¨®n infantil, en un mundo en el que todo incita a perder la inocencia muy temprano, ?uno se tiene que autoenga?ar un poco?
La vida adulta est¨¢ marcada por un cinismo creciente que se va desarrollando en tu interior. Y, para m¨ª, el cinismo es como una peque?a muerte. Es el final del humor, de la ligereza, de la alegr¨ªa. Y creo que, si tienes suficiente pasi¨®n, puedes conservar esos sentimientos e incluso contagiarlos. Si crees en ello de manera suficientemente fuerte, logras que el espectador de tu trabajo se olvide, durante un rato, del cinismo con el que ha llegado. En eso consiste mi misi¨®n.
El universo de Walker se inscribe en lo fant¨¢stico, pero no necesariamente en lo ingenuo. Si el fot¨®grafo se describe como un ni?o, tal vez sea porque sigue temiendo a los monstruos que se esconden debajo de la cama. Su castillo de naipes est¨¢ perfectamente erigido, pero una inesperada r¨¢faga de viento puede tumbarlo en cualquier momento. Su barca en forma de cisne, expuesta en esta muestra, nos permite viajar a un mundo maravilloso, pero tambi¨¦n corre el riesgo de ser arrastrada por la marea. Y la gigantesca mu?eca de aspecto adorable que utiliz¨® en otra de sus series esconde en realidad una sonrisa mal¨¦fica, que desenmascarar¨¢ al empujar a su compa?era de juegos colina abajo. No es casualidad que, adem¨¢s de Beaton, Edward Steichen e Irving Penn, Tim Burton tambi¨¦n figure entre sus referencias, como demuestra su homenaje a algunos de los personajes del cineasta, como Bitelch¨²s y Eduardo Manostijeras, y uno de sus retratos a su compa?era, Helena Bonham Carter, a quien convirti¨® en una enloquecida reina adicta a los refrescos bajos en az¨²car.
Aparece en la exposici¨®n junto a otra musa inquietante, la actriz Tilda Swinton, a quien observamos recorriendo los helados paisajes de Islandia, igual de tenebrosos que la nieve virgen que nadie ha pisado todav¨ªa. O al malogrado Alexander McQueen, protagonista de uno de los retratos de la muestra con un doble memento mori: un cr¨¢neo humano y un cigarrillo, recordatorios inequ¨ªvocos de una muerte inexorable. ?Existe una gran belleza en lo siniestro, en esa oscuridad que despunta en las im¨¢genes. Uno no se puede concentrar solo en lo ligero, porque lo oscuro siempre da una profundidad interesante?, explica Walker, quien asegura que siempre ha indagado en el lado oscuro de la fuerza. ?De peque?o, me gustaban los cuentos que combinaban ambos mundos, como Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Y me encantaba Tint¨ªn, que tambi¨¦n es menos inocente de lo que se cree?, a?ade.
?Qu¨¦ lo impuls¨® a meterse en la fotograf¨ªa de moda, en la que tantos fot¨®grafos se sienten inc¨®modos o encasillados?
Para m¨ª la fotograf¨ªa de moda es como el compartimento de los sue?os de la fotograf¨ªa en general. Las posibilidades se vuelven infinitas. Se me ha criticado por realizar solo im¨¢genes de moda, aunque no tengo intenci¨®n de hacer otra cosa. Al mismo tiempo, reconozco que no s¨¦ mucho. Me gustan los vestidos bonitos, pero no s¨¦ nada de tendencias. La moda que me interesa est¨¢ muy alejada de las pasarelas.
Ha dicho que lo que m¨¢s le gusta de la fotograf¨ªa de moda es que abre la puerta al escapismo. ?La evasi¨®n a trav¨¦s del consumismo?
No, porque yo nunca aspiro a hacer que se venda nada de lo que fotograf¨ªo. Jam¨¢s he trabajado con ese objetivo y esa es mi peculiaridad. Mi fotograf¨ªa no tiene una finalidad mercantil. Trabajo con estilistas y me sirvo de la moda, pero ayudar a vender la ropa que utilizo en mis obras no me interesa. El vestir no tiene un papel protagonista en mis fotos. F¨ªjate en esta: lo menos importante es la marca que lleva ¨Cdice apuntando a una de sus modelos, calzada con un par de zapatos entre tres y cuatro tallas m¨¢s grandes que las de su pie¨C. La leyenda dice que lleva un vestido de Etro; pero, si no lo sabes, puede parecer solo un pijama. El ingrediente principal en lo que hago no es el comercio, sino mi fantas¨ªa.
En esto consiste la fotograf¨ªa de moda seg¨²n Tim Walker: en no ponerse al servicio de las marcas que publicita. Otra vez m¨¢s, en sus im¨¢genes nunca se cuela lo convencional. Incluso las modelos con las que trabaja asiduamente, como Lily Cole o Karen Elson, escapan a los imperativos f¨ªsicos de la industria. En sus im¨¢genes sobresale esa elegante extravagancia brit¨¢nica que reivindica a conciencia en paisajes donde los hombres visten trajes de tweed y participan en la caza del zorro, mientras los ni?os untan sobre sus tostadas esa misteriosa crema inglesa llamada Marmite.
Su cineasta favorito es otro personaje infrecuente, Werner Herzog, una de cuyas frases pone punto final al cat¨¢logo de la exposici¨®n: ?Mis sue?os tambi¨¦n son los tuyos. La ¨²nica diferencia es que yo s¨¦ expresarlos. En eso consisten la poes¨ªa, la pintura, la literatura y el cine. Tenemos que expresarnos. Si no, ser¨ªamos simplemente vacas en el campo?. Walker dice que admira su excentricidad, as¨ª como la del director David Lynch, los dise?adores Vivienne Westwood y Alber Elbaz y la escritora e icono de moda Anna Piaggi, todos ellos retratados en esta muestra.
?Qu¨¦ une a personalidades tan diferentes?
Son personajes rotundos, que me fascinan y a quienes quiero celebrar. A m¨ª me interesa lo aut¨¦ntico y lo genuino, y ellos lo son. Tambi¨¦n son personas con vidas dif¨ªciles. Intentar parecer exc¨¦ntrico siempre es un fracaso, pero serlo de verdad puede ser un lastre, porque no encajas con la mediocridad de la mayor¨ªa.
?Habla por experiencia propia?
No, yo no soy un exc¨¦ntrico. Solo soy un cuentacuentos.
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