La infantilizaci¨®n de la moda: vestir como ni?os
En una sociedad que idolatra la juventud y rememora la felicidad de la ni?ez, los personajes infantiles son ahora iconos de estilo¡ y una herramienta de marketing que juega con las emociones para vender.
Los fot¨®grafos se agolpan en la entrada del ¨²ltimo desfile de Fendi. El bombardeo de flashes no tarda en empezar. Acaba de llegar Anna Dello Russo. La directora de moda y consultora creativa de Vogue Jap¨®n no solo es c¨¦lebre por sus extravagantes estilismos; tambi¨¦n lo es por su ojo cl¨ªnico para detectar lo que triunfa. En esta ocasi¨®n, su look es la prueba tangible de ambas cosas: lleva un abrigo azul ultramar ¨Cuno de los tonos estrella de la temporada que acaba de empezar¨C, unos zapatos de pelo y, bien agarrado, un bolso con la cabeza de un p¨¢jaro ex¨®tico a juego con el calzado. Todo de la firma italiana Fendi.
No es la ¨²nica. Si la semana de la moda es un escaparate de tendencias, la ¨²ltima edici¨®n ha demostrado que vestirse como un ni?o mola. Estilistas, blogueros y el colectivo fashion en general han salido a la calle con gorros con orejas, mochilas con forma de Pikachu, zapatos peluche (firmados por C¨¦line, eso s¨ª), faldas con la cara de Bart Simpson y ¨Cla estrella¨C camisetas de Mickey Mouse. La culpa, en parte, es de Marc Jacobs. Era cuesti¨®n de tiempo para que el dise?ador ¨Cque tiene tatuado a Bob Esponja en el brazo¨C subiera su ?amor por los iconos de la cultura pop? a la pasarela. Como genio encumbrado del marketing, sabe muy bien lo que vende. Las sudaderas con el famoso rat¨®n (a 960 euros la pieza) ya encabezan las listas de deseos de la prole fashionista. Ni siquiera las famosas m¨¢s irreverentes se resisten a revivir su infancia (estil¨ªsticamente hablando). Miley Cyrus luci¨® uno de los tops del creador en la primera fila de su desfile de oto?o-invierno 2013/2014 este febrero en Nueva York.
Y es que Disney es una fuente de inspiraci¨®n e ingresos inagotable. Ya facturaba millones a base de souvenirs (seg¨²n la factor¨ªa de animaci¨®n, solo el merchandising de la familia Mickey Mouse gener¨® m¨¢s de 6.900 millones de euros en 2011); pero desde que se convirti¨® en musa de moda, Minnie se ha hecho de oro. Tras Giles Deacon o Lulu Guinness, ahora Alber Elbaz ha creado un vestido de Lanvin para la famosa roedora. Una creaci¨®n movida por ?la necesidad de volver a la infancia, a la inocencia?, cuenta el dise?ador.
Al parecer, es un sentimiento generalizado entre los creadores. Esta temporada, el sombrerero Philip Treacy, la firma Meadham Kirchhoff y el artista Rob Pruitt tambi¨¦n han homenajeado a los personajes de Disney en sus dise?os. Igual que Sephora, que ha lanzado una l¨ªnea inspirada en sus princesas: Cenicienta, Jasm¨ªn, Mul¨¢n¡ O Jeremy Scott, que reescribe las historias de miedo de su ni?ez con estampados de monstruos, criaturas viscosas y bocas aterradoras. ?Es la fantas¨ªa de cualquier chaval?, explica. La misma f¨®rmula se repite en la colecci¨®n-tributo a pitufina de Le Look Smurfette, que debut¨® en febrero con su propio desfile en la semana de la moda neoyorquina coincidiendo con el estreno de la cinta Los pitufos?2, donde Katy Perry pone voz a la protagonista azul. La l¨ªnea se vender¨¢ en Bloomingdales y Saks Fifth Avenue. Algo parecido ha hecho MAC con su l¨ªnea Archie¡¯s Girls, ?el mejor homenaje a un c¨®mic que ha marcado la infancia de los estadounidenses?, aseguran a esta revista desde la firma. Incluso Riccardo Tisci ha cambiado el rottweiler de sus sudaderas por Bambi en su colecci¨®n para el pr¨®ximo invierno. Una prenda que, en palabras de Nicole Phelps, de Style.com, ?consigue el equilibrio entre nostalgia y actualidad?.?
Givenchy daungiroala est¨¦tica grunge actual con un gui?o al ni?o que llevamos dentro. Su sudadera de Bambi promete arrasar en ventas.
Fairchild Archive
AQUELLOS MARAVILLOSOS A?OS. Apelar a la nostalgia funciona bien a la hora de vender. Igual que la b¨®mber y las Dr. Martens han vuelto a triunfar ¨Ctocando la fibra de quienes vivieron el?pregrunge?de los 80¨C, los personajes infantiles despiertan un sentimiento amable (y cierto af¨¢n consumista) dif¨ªcil de ignorar. ?Comprar camisetas con ositos y bailarinas de princesa nos permite rememorar sentimientos felices que asociamos a la infancia y la adolescencia?, explica a?S?Moda?Francis Blasco, directora del departamento de Marketing de la Universidad Complutense de Madrid. Ya lo dec¨ªa Karina cuando cantaba aquello de ?cualquier tiempo pasado nos parece mejor?.?
Jap¨®n, cuna de la cultura?kawaii?(en espa?ol, ?mono?), es el epicentro de este fen¨®meno. Las firmas lo saben: Tous y Swarovski adaptan sus dise?os para un mercado, el asi¨¢tico, que no tiene complejos a la hora de dar rienda suelta a su lado m¨¢s infantil. Por algo Hello Kitty es casi un emblema nacional. Ilya Garger, profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad de Saratov, en Rusia, y miembro de la Asociaci¨®n Estadounidense de Psicolog¨ªa, apunta: ?Es una reacci¨®n contra las restricciones de la vida adulta?. Ver¨®nica Baena, profesora titular de Marketing de la Universidad Europea de Madrid, cree que lo que sucede en Jap¨®n es un fen¨®meno global. ?Vistiendo as¨ª, las mujeres lanzan un mensaje. Est¨¢n diciendo que no van a asumir el rol que hasta ahora se asociaba a la edad adulta?. A todos nos suena la frase?los 30 son los nuevos 20. ?El l¨ªmite de edad se ha alargado. La sociedad nos permite ser (o sentirnos) j¨®venes durante m¨¢s tiempo?, explica. ?Algo que beneficia a las firmas: estas mujeres conforman un sector que, liberado de otras responsabilidades econ¨®micas, decide dedicar m¨¢s dinero al ocio y las compras?.?
VIVA PETER PAN. Para el escritor Chris Petit, colaborador de?The Guardian, el consumismo es una forma de negaci¨®n. ?Funciona como la pornograf¨ªa?. Una afirmaci¨®n intr¨¦pida, pero con base cient¨ªfica. Psicol¨®gicamente hablando, ?es otra forma de deseo acelerado con un ¨¦nfasis en la repetici¨®n?, argumenta. En otras palabras: tiene como objetivo buscar el placer de forma sistem¨¢tica. ?La supervivencia econ¨®mica de esta sociedad exige una regresi¨®n; una forma de cultura que promueve la inmadurez?, a?ade.
Es el s¨ªndrome Peter Pan. El mundo se niega a crecer porque ser adulto implica tener obligaciones. Comprar como un ni?o, buscando la gratificaci¨®n inmediata, es una forma de huir de esas responsabilidades. Un deseo m¨¢s que ferviente en un momento como el actual. Blasco coincide: ?Vivimos en la era del hedonismo, que centra sus valores en la posesi¨®n material y el placer?.?
Nadie resume mejor este movimiento que el escritor Ariel Dorfman: ?La cultura de masas llama al ni?o que el p¨²blico quiere ser?. Por eso, hoy, la juventud es el santo grial?marketiniano. ?La sociedad celebra los valores asociados con ella?, dice Baena. Las mujeres se visten como sus hijas (para seguir las tendencias), y no es raro ver a un empresario con gorra y jugando a videojuegos, como los chavales cool de la calle¡ ?Asociarse con l¨ªderes de opini¨®n que representan estos valores es una estrategia con doble beneficio?, contin¨²a Baena. No solo las ni?as quieren ser como ellas. Tambi¨¦n los adultos. Y as¨ª las marcas matan dos p¨¢jaros de un tiro: hacer picar al cliente del presente y asegurarse al comprador del futuro.
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