La ¡®rave¡¯ (sin ¡®after¡¯) de Alexander Wang
La moda flirtea con la industria de la m¨²sica. La colecci¨®n y la puesta en escena de Wang beben de la escena clubber, en una temporada en la que, parad¨®jicamente, el dise?ador neoyorquino ha cancelado su famosa after-party.
Alexander Wang tiene fama de juerguista. Temporada tras temporada, en la batalla por la mejor after-party, la de Wang se lleva siempre la palma. ?l es, con diferencia, el dise?ador con mayor poder de convocatoria de la escena neoyorquina. Animal noct¨¢mbulo [celebr¨® el d¨¦cimo aniversario de su firma rodeado de bailarinas de barra americana], sus fiestas son las m¨¢s sonadas de la semana de la moda de Nueva York. Hace apenas seis meses, en un muelle sobre el r¨ªo Hudson, y tras la presentaci¨®n de un desfile doble (primero con su colecci¨®n hom¨®nima y despu¨¦s con la colaboraci¨®n con Adidas), Wang mont¨® un festival ¨¦pico, con cami¨®n de 7Eleven, un food truck de McDonald¡¯s, m¨¢quinas recreativas con cosm¨¦ticos de Nars¡ ?Cu¨¢l era la sorpresa esta edici¨®n? ?No after party? anunciaba la invitaci¨®n. Incr¨¦dulo, el p¨²blico llevaba d¨ªas especulando sobre la posibilidad de que aquella frase lapidaria fuera, en realidad, la contrase?a secreta de una fiesta todav¨ªa m¨¢s sorprendente.
?La localizaci¨®n escogida por el equipo de Alexander Wang para convocar a su s¨¦quito de seguidores? Fuera de la zona habitual. En Washington Heights. Un barrio hispano al norte de Manhattan, muy cerca de Harlem, donde la poblaci¨®n es mayoritariamente dominicana y el espa?ol es el idioma que m¨¢s se oye en sus calles ¨Cel mismo que Trump suprimi¨® de la p¨¢gina oficial de la Casa Blanca mientras juraba su cargo con la mano izquierda sobre la Biblia¨C. En la calle 146 con Broadway se levanta el hist¨®rico RKO Hamilton. Un teatro de estilo neo-renacentista que abri¨® en 1910 y fue sala de cine en los a?os 50 (la ¨²ltima cinta se proyect¨® en 1958). Hoy, totalmente desvencijado, y con las paredes cubiertas de graffitis, es el espacio perfecto para montar¡ ?una rave?
En la entrada, un cord¨®n de seguridad ¨Cm¨¢s propio de una discoteca que de un desfile de moda¨C. En el interior, barriles de cerveza ¨Cpara levantar el ¨¢nimo del p¨²blico¨C y un laberinto de pasillos con las paredes cubiertas de pl¨¢sticos que conducen hasta la sala de la c¨²pula central, donde se ha instalado una pasarela circular, parecida a la que utilizar¨ªa cualquier cantante en una gira. Alexander Wang conoce bien el lenguaje de la industria de la m¨²sica. Y ha aprendido a convertir su pasarela en un macro-concierto, con actuaciones para amenizar la espera, humo, luces oscuras, flashes rojos¡ Una sesi¨®n de Metro Boomin con temas como Reminder (The Weeknd), Roses (OutKast), No Flockin (Kodak Black), Broccoli (D.R.A.M.)¡
Por supuesto, no hay primera fila. Ni plazas asignadas. De hecho, ni siquiera hay asientos. El p¨²blico se agolpa de pie en torno a la pasarela. Aqu¨ª, como en cualquier concierto, quien llega primero, se lleva el mejor hueco.
La cultura clubbing no solo alimenta el formato de la pasarela¡ tambi¨¦n inspira la colecci¨®n, el maquillaje, e incluso el ir y venir, trasnochado y esp¨ªdico, de las modelos. Anna Ewers, Molly Bair, Binx Walton, Lexi Boling, Hanne Gaby Odiele, Bella Hadid, Kendall Jenner¡ La WangSquad al completo ha desfilado por la pasarela con paso firme, sin permitir a los presentes observar los looks con calma. Una colecci¨®n de color negro, con remaches met¨¢licos y solo algunas prendas de color gris. Chaquetas sastre y abrigos con grandes botones plateados, monos el¨¢sticos, leggings, pitillos vaqueros, shorts de cuero, tops de malla met¨¢lica y una camiseta de promoci¨®n de la banda Night of Treason. Adi¨®s al estilo de vida sano que promov¨ªa un guardarropa para ir de la oficina al gimnasio. Los dise?os de Wang van de la oficina a la discoteca. Aunque, ir¨®nicamente, en la camiseta que lleva ¨¦l cuando sale a saludar se lea de nuevo aquello de ?no after party?.
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