Lo que esconde el ¡®wabi sabi¡¯ del zurcido: vuelve la belleza imperfecta de mostrar las costuras
En tiempos caseros en los que vuelve el remiendo de las prendas, las t¨¦cnicas del bordado japon¨¦s nos muestran la belleza y virtud de exhibir los arreglos manuales.
?En qu¨¦ hogar actual se puede encontrar un huevo de madera para zurcir calcetines? Quiz¨¢s alguien tenga un par de ellos en un cuenco y los considere objetos decorativos sin emplearlos jam¨¢s para su misi¨®n esencial: la de facilitar el remiendo de los cl¨¢sicos tomates, esos agujeros que se forman en la zona del dedo gordo del calcet¨ªn con m¨¢s frecuencia de la que quisi¨¦ramos. No nos enga?emos: coser botones, reparar bajos y zurcir boquetes es una tarea poco practicada en las casas de los menores de cincuenta a?os, quienes, por tanto, tampoco emplean con fluidez el vocabulario del remiendo. ?Acerico?, ?cuentahilos? o ?dedal? son hoy palabras pr¨¢cticamente en desuso entre gente que no se dedica profesionalmente a la elaboraci¨®n de prendas de ropa. Al hilo de esta realidad, y tras hacer una encuesta cualitativa informal, me atrevo a sostener que los costureros que guardan en sus viviendas la mayor¨ªa de los nacidos a partir de 1970 son m¨¢s escu¨¢lidos que un personaje de Tim Burton. Alejados est¨¦ticamente de aquella oronda ?caja de los hilos? de madera con varios pisos llenos de bobinas de hilo, corchetes, autom¨¢ticos, cremalleras y agujas de mil tama?os que algunos vimos en casa de nuestros parientes, la funci¨®n de los costureros de hoy es la de meros kits de emergencia para ese bot¨®n que se nos acaba de caer de la camisa.
En estos d¨ªas intensamente caseros, ?no ser¨ªa buena idea armarse de valor y remendar por fin esos agujeros y desgarros que llevan meses en nuestra ropa? ?Acaso el zurcido no est¨¢ en l¨ªnea directa con lo artesanal, con lo sostenible y, sobre todo, con el ansiado reencuentro con nosotros mismos? Si necesitamos discursos que lo avalen, tenemos ah¨ª a Levi-Strauss con su Elogio de lo manual y a Richard Sennett con su ensayo El artesano. Ambos veneran el car¨¢cter meditativo connatural a las tareas manuales, reivindic¨¢ndolas como los medios que han permitido a los seres humanos comprender la naturaleza en su conjunto.
Quiz¨¢ el temor reverencial al zurcido proceda de la idea err¨®nea de que este ha de ser tan invisible como las marcas de una operaci¨®n de cirug¨ªa pl¨¢stica; o es probable que se derive de la urticaria que nos provoca pensar en reproducir modelos femeninos de otras generaciones. Una vez m¨¢s, la salvaci¨®n nos llega de Jap¨®n y de su capacidad para convertir en arte las tareas percibidas como tediosas. Hurgando en la ancestralidad nipona encontramos (e importamos) conceptos que nos ayudan a repensar lo cotidiano. Uno de ellos es el de ¡®wabi sabi¡¯, que aboga por la valoraci¨®n de la belleza imperfecta y vertebra procedimientos como el sashiko, una t¨¦cnica de bordado y reparaci¨®n textil donde las puntadas son tan visibles como los puntos de una herida quir¨²rgica y su correspondiente manchurr¨®n de Betadine minutos despu¨¦s de una operaci¨®n. El ¡®wabi sabi¡¯ no solo se aplica al zurcido sino tambi¨¦n a la t¨¦cnica de reconstrucci¨®n de objetos de cer¨¢mica llamada kintsugi, que no teme mostrar por d¨®nde se hizo a?icos aquella jarrita que se nos cay¨® al suelo.
Volvamos al sashiko: el t¨¦rmino significa ?peque?as pu?aladas? y sus puntadas corridas blancas sobre fondo ¨ªndigo hoy pueblan las cuentas de Instagram de Oriente y Occidente. Su historia nos lleva a la dinast¨ªa japonesa Edo, en el siglo XVII, ¨¦poca en la que ya se empleaba este procedimiento para remendar las zonas m¨¢s desgastadas de algunas prendas. Hoy se sigue practicando por todo el planeta para otorgarle nueva vida a todo lo textil, ya se trate de ropa, alpargatas o bolsas de tela.
La combinaci¨®n entre funcionalidad y belleza es el alma del sashiko, y tambi¨¦n de una de sus aplicaciones m¨¢s practicadas: el boro o zurcido con parches, que se origin¨® en una ¨¦poca de aislamiento en la que los campesinos no pod¨ªan acceder a tejidos como el algod¨®n con facilidad, as¨ª que empleaban los retales de otras ropas para reconstruir su vestimenta y, a menudo, para a?adirle una capa guateada como aislante t¨¦rmico. As¨ª fabricaban los donja, unas prendas enormes y muy pesadas que tambi¨¦n serv¨ªan como colchas bajo las cuales las familias se acurrucaban para combatir el fr¨ªo. El aspecto de estas prendas de patchwork a la japonesa se caracteriza por su toque desali?ado e incluso harapiento. Para rebatir a los que desde?en su est¨¦tica, se les puede hacer ver que el ethos del boro radica en su potencial para conectar el pasado y el presente, as¨ª como en su capacidad para luchar contra la obsolescencia planeada que sobrevuela nuestras vidas y, sobre todo, nuestros vertederos.
Por ¨²ltimo, existe otra labor de aguja japonesa algo m¨¢s ornamental que nos viene que ni pintada para esta cuarentena: se trata del semamori, una suerte de protecci¨®n m¨¢gica que se obtiene a trav¨¦s del bordado. Estos peque?os amuletos bidimensionales se bordaban en la espalda de los kimonos, especialmente en los llamados hitotsumi, destinados a los beb¨¦s y sin costura central. La raz¨®n de esta pr¨¢ctica era crear un entorno de protecci¨®n mediante estos talismanes, pues se consideraba que el mal sol¨ªa atacar siempre por detr¨¢s. Se bordaban dise?os abstractos geom¨¦tricos, pero tambi¨¦n abanicos, pinos o grullas, estas ¨²ltimas portadoras de buenos augurios. ?A qu¨¦ esperamos para bordarnos los nuestros en la parte trasera del pijama?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.