As¨ª se fabrica el famoso abrigo camel de Max Mara, el m¨¢s aspiracional del mundo
Entramos en el coraz¨®n de Max Mara, en Reggio Emilia, para descubrir c¨®mo trabajan
Reggio Emilia, la peque?a ciudad al norte de Italia entre Parma y Bolonia, conocida por el queso parmesano reggiano, esconde algunos secretos. En la biblioteca Panizzi, en pleno centro hist¨®rico, una estampa cl¨¢sica: un hombre despliega en el jard¨ªn las p¨¢ginas rosas de La Gazzetta dello Sport; dentro, universitarios estudian en la sala principal, bajo l¨¢mparas de escritorio de cristal verde. Al mirar hacia arriba una enorme pintura geom¨¦trica de Sol LeWitt adorna el techo, construido en 1798. La intervenci¨®n del artista estadounidense fue un regalo a la ciudad del grupo Max Mara...
Reggio Emilia, la peque?a ciudad al norte de Italia entre Parma y Bolonia, conocida por el queso parmesano reggiano, esconde algunos secretos. En la biblioteca Panizzi, en pleno centro hist¨®rico, una estampa cl¨¢sica: un hombre despliega en el jard¨ªn las p¨¢ginas rosas de La Gazzetta dello Sport; dentro, universitarios estudian en la sala principal, bajo l¨¢mparas de escritorio de cristal verde. Al mirar hacia arriba una enorme pintura geom¨¦trica de Sol LeWitt adorna el techo, construido en 1798. La intervenci¨®n del artista estadounidense fue un regalo a la ciudad del grupo Max Mara, el segundo tesoro textil de Reggio Emilia. El primero fue la bandera tricolor, que hoy representa a Italia y se cre¨® en esta ciudad.
En otro jard¨ªn, en otra zona de la ciudad, espera Maria Giulia Prezioso Maramotti para cenar. En la mesa hay queso parmesano, por supuesto, pero tambi¨¦n cappeletti, una pasta con carne tradicional de la zona que Maria Giulia, nieta de Achille Maramotti, fundador de Max Mara, anima a probar. La directora de retail de la compa?¨ªa recuerda su infancia en Reggio Emilia cuando jugaba en la moqueta de su despacho en la primera f¨¢brica de Max Mara en Via Fratelli Cervi: ¡°Su secretaria no quer¨ªa dejarnos entrar a los ni?os, pero a ¨¦l le gustaba y entr¨¢bamos y jug¨¢bamos en el suelo entre el humo de su puro¡±. En aquella f¨¢brica fundada en 1957 cristaliz¨® una idea que Maramotti tuvo en 1951: crear ropa de calidad, con dise?os audaces, para la clase media, y hacerla de forma industrial con precios asequibles. En el suelo del viejo edificio se pueden ver a¨²n las huellas de las enormes m¨¢quinas de coser y cortar que ocupaban las plantas que hoy alberga la Collezione Maramotti, iniciada en los a?os sesenta por el Dr. Maramotti. La selecci¨®n es ecl¨¦ctica: hay artistas internacionales como Alex Katz o Anselm Kiefer, pero todo empez¨® con el arte italiano. La representaci¨®n del pop art, el arte povera, transvanguardia y minimalismo italiano es sorprendente por su valent¨ªa. ¡°Es la exposici¨®n de su propio gusto. Mi abuelo siempre adquiri¨® arte contempor¨¢neo de su ¨¦poca, artistas emergentes de los que se hizo muy amigo, como Pistoletto o Parmeggiani, y ese esp¨ªritu se mantiene. En 2002 instauramos con la galer¨ªa Whitechapel de Londres el premio Max Mara For Women para una artista menor de 40 a?os¡±.
Preservar el legado de Achille Maramotti no es el ¨²nico objetivo de la familia que a¨²n lidera el grupo propietario de Max Mara, Sportmax, Max Mara Weekend, Marina Rinaldi, Marella y Max & Co. Otro de sus prop¨®sitos es devolver a Reggio Emilia ¡ªReggio la llaman en las oficinas del grupo¡ª todo lo que esta ciudad agr¨ªcola en el coraz¨®n de la Italia industrial le ha dado. Por eso la colecci¨®n se puede visitar cuatro d¨ªas a la semana de forma gratuita. Y por eso tambi¨¦n el grupo no se mueve de la ciudad donde cre¨® la pieza insignia del lujo silencioso: el abrigo 101801. Sali¨® de sus talleres en los a?os ochenta y a¨²n se confecciona en la Manifatture di San Maurizio: 10.000 metros cuadrados, cerca de 240 personas y 12.000 piezas elabor¨¢ndose al mismo tiempo dan como resultado 350 abrigos al d¨ªa. Desde el corte hasta la confecci¨®n, cada pieza de tela pasa por manos expertas y m¨¢quinas espec¨ªficas (el puntino, esa costura que remata sus abrigos, es el resultado de una m¨¢quina de aspecto tosco y manipulaci¨®n manual que inventaron y patentaron), hasta componer el abrigo en cuesti¨®n, que despu¨¦s se plancha y se apresta. Un QR permite seguir cada pieza por la f¨¢brica.
All¨ª, bajo la luz natural de las claraboyas, se pueden ver las hechuras del 101801, pero tambi¨¦n los retales del peluche del Teddy, el abrigo creado en 2013 que vive una edad de oro por ser el favorito de celebrities como Julia Roberts o Haley Bieber. No todo es c¨¢mel, tambi¨¦n hay retales de lana roja, quiz¨¢ para satisfacer el hambre de power coats que culmin¨® Nancy Pelosi en 2018 con su entonces descatalogado Max Mara rojo que luci¨® al salir de una tensa reuni¨®n con Donald Trump y que ya utiliz¨® en la toma de posesi¨®n de Barack Obama.
Los abrigos son el centro sobre el que pivota la casa italiana, que con el conjunto de sus marcas factura casi 1.800 millones de euros al a?o. En el archivo de Max Mara, custodiado por su creadora, Laura Lusuardi, se pueden ver juntos todos los modelos. Lusuardi, directora de moda de Max Mara, comenz¨® a trabajar con Achille Maramotti en 1965. Una guardiana de las esencias de la marca que fue creada para vestir a la mujer del m¨¦dico, frase que utilizan casi como un eslogan. Pero para vestir a la burgues¨ªa hace falta mucho conocimiento y as¨ª Lusuardi inici¨® un archivo en vida de Maramotti, con el que viajaba para adquirir algunas piezas. El archivo se encuentra en un edificio de 1910 que ocupa 4.000 metros cuadrados donde se guardan unas 8.000 prendas de dise?adores como Crist¨®bal Balenciaga, Chanel, Madame Gr¨¨s, Comme des Gar?ons y Thierry Mugler, piezas vintage, ropa de trabajo, adem¨¢s de 20.000 prendas de las marcas del grupo en un estudio de la historia de la moda y de la indumentaria sin precedentes para una firma. El archivo no es p¨²blico, pero a ¨¦l acuden estudiantes y comisarios de moda. Franca Sozzani o Carine Roitfeld han donado parte de sus colecciones privadas al archivo. Lusuardi conduce su coche desde el archivo, que ha mostrado casi pieza a pieza con una pasi¨®n inabarcable, hasta las oficinas centrales de Max Mara, tambi¨¦n en Reggio, un complejo de cristal separado por jardines y estanques donde cuentan con una biblioteca de publicaciones de moda que va desde libros del fot¨®grafo espa?ol Jos¨¦ Ortiz Echag¨¹e hasta el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Love. Lusuardi conduce r¨¢pido y con determinaci¨®n, esto es Reggio, un lugar tranquilo, pero estamos en Italia. A pocos kil¨®metros de aqu¨ª naci¨® Enzo Ferrari y se cre¨® Maserati. Pregunto a Lusuardi si alguna vez quiso marcharse de Reggio. Nunca, dice