Sexo por informaci¨®n: Clint Eastwood y el clich¨¦ de la periodista buscona
En el ¨²ltimo medio siglo, el cine y la televisi¨®n han alimentado el t¨®pico de periodistas que consiguen informaci¨®n a cambio de sexo. Un estereotipo alejado de la realidad y de la ¨¦tica de las trabajadoras de la comunicaci¨®n.
Sexo a cambio de informaci¨®n. Uno de los arquetipos m¨¢s sobados (literalmente) de Hollywood es el de las reporteras que consiguen sus exclusivas acost¨¢ndose con sus fuentes. Clint Eastwood no pod¨ªa ser menos y acaba de sumarse a la fiesta con esta recurrente distorsi¨®n profesional de las periodistas en su ¨²ltima pel¨ªcula,?Richard Jewell. La cinta, basada en hechos reales, trata sobre el medi¨¢tico caso de un vigilante de seguridad en los Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta que avist¨® una mochila sospechosa, avis¨® a la polic¨ªa y result¨® ser un explosivo. Tratado como un h¨¦roe nacional, el FBI decidi¨® a los pocos d¨ªas investigarlo y su imagen qued¨® enturbiada para siempre, aunque no llegase a ser imputado formalmente.
En la pel¨ªcula se da a entender que la periodista?Kathy Scruggs, la reportera del diario?Atlanta Journal-Constitution?(AJC) que dio la exclusiva sobre la investigaci¨®n del FBI y que aqu¨ª est¨¢ interpretada por Olivia Wilde, obtuvo el scoop acost¨¢ndose con el agente que trabajaba en el caso. Una lectura libre?de los hechos que ha provocado, seg¨²n recoge?EL PA?S, que desde el diario estadounidense se haya publicado una carta de denuncia contra Eastwood y Warner Bros en defensa de la periodista.?¡°La reportera del?AJC?queda reducida a un objeto que se vende por sexo¡±, dice el escrito. ¡°Eso es enteramente falso y malicioso, y extremadamente da?ino y difamatorio¡±, se?alan.
Mujeres periodistas que se pasan el c¨®digo deontol¨®gico por el bajo de sus s¨¢banas. Pese a contadas excepciones como la de Sacha Pfeiffer (interpretada por Rachel McAdams en Spotlight), el cine y la televisi¨®n no se cansan de alimentar este mito. Especialmente en los ¨²ltimos 40 a?os. Desde Sydney Pollack haciendo que Sally Field se acostase con su fuente, Paul Newman, en Ausencia de malicia (1981), a Zooey Barnes (Kate Mara) haciendo lo propio con nefastas consecuencias en la versi¨®n de?House of Cards?de David Fincher, Katie Holmes en Gracias por fumar o el ep¨ªlogo de Las Chicas Gilmore, donde los fans comprobaron decepcionados que la hasta entonces profesional e ¨ªntegra Rory tambi¨¦n ca¨ªa en el arquetipo de la ?slutty journalist? (?periodista zorr¨®n?) y acababa en la cama, borracha, con uno de sus informantes para un reportaje clickbaitero tan alejado del nervio y?thriller period¨ªstico pol¨ªtico de sus antecesoras, pero no por ello menos interesante, como Por qu¨¦ la gente hace colas en Nueva York.
Esa alteraci¨®n de la realidad en el imaginario cultural, esa visi¨®n mis¨®gina de asociar al sexo como condici¨®n sine qua non para la gloria profesional femenina, la desmembr¨® Sophie Gilbert en su ensayo?El clich¨¦ perezoso de la periodista poco ¨¦tica?en The Atlantic en 2018. Lo hac¨ªa despu¨¦s de que Amy Adams dominase la conversaci¨®n cultural (y las quinielas de las temporadas de premios) por ponerse en la piel de otra periodista irresponsable y de escasa credibilidad: la alcoh¨®lica, poco rigurosa y mentirosa patol¨®gica con su jefe Camille Preaker en Heridas abiertas.?Una vuelta de tuerca a la figura del investigador atormentado y autodestructivo de la novela negra de Gillian Flynn que todav¨ªa acabar¨ªa m¨¢s retorcida en la laureada miniserie televisiva y que mosque¨® profundamente a las mujeres del sector medi¨¢tico, desplegando su ira ante el estereotipo en art¨ªculos como Amy Adams es la peor periodista del mundo (Vulture).
Gilbert recog¨ªa en su texto la visi¨®n de Sarah Lonsdale en su libro?The Journalist in British Fiction and Film, de 2016, donde especificaba que ?mientras las mujeres han aumentado su presencia en el periodismo y conseguido trabajos de alto nivel en la industria, sus representaciones culturales son cada vez m¨¢s negativas y estereotipadas?. Tal es el sopor y cansancio ante esta visi¨®n de periodista buscona y poco profesional que en la (ya extinta) web sat¨ªrica The Toast?se brome¨® con esta trama recurrente imaginando?Un d¨ªa en la vida de una mujer periodista:
9.17 de la ma?ana: Acostarse con una fuente.
10.00 de la ma?ana: Acostarme con mi jefe.
10.58 de la ma?ana:?Encontrar una camisa Oxford azul que no me abroche en las tetas. Comprar ocho.
11.13 de la ma?ana: Internet.
12.11 de la noche: Volver a casa de mi fuente a por m¨¢s sexo/robar el libro incriminatorio que tiene en su mesita de noche.
?Por un lado, estas narrativas socavan a¨²n m¨¢s su profesi¨®n en la esfera p¨²blica. Por otro, las a¨ªsla m¨¢s de sus compa?eros y subraya la sospecha de que se han ganado su puesto de forma ileg¨ªtima?, lamentaba Gilbert, que recomendaba en su texto el visionado del documental El cuarto poder (en Espa?a disponible en Movistar) para hacerse una idea de c¨®mo viven las cronistas hoy en d¨ªa. No se acuestan con sus fuentes, viven con mucho estr¨¦s, sobrecargadas, autoexpuestas. Como pasa en el documental con Maggie Haberman, la periodista que cubre a Trump en The New York Times, que llega a tener que parar la grabaci¨®n de un podcast para convencer a su hijo por tel¨¦fono de que no va a morir tras tener una pesadilla.
Las periodistas?femme fatales del cine espa?ol
Acotadas en las trincheras de las redacciones y con menor acceso a puestos de poder (seg¨²n recoge?Europa Press, las mujeres periodistas son mayor¨ªa en las redacciones?¨C64% del sector¨C, pero los hombres ocupan el 73% de los cargos directivos), las reporteras espa?olas tambi¨¦n est¨¢n infrarrepresentadas en el imaginario cultural y con visiones estereotipadas como las del universo hollywoodiense. As¨ª lo prob¨®?Luc¨ªa Tello D¨ªaz, la cr¨ªtica de cine, guionista y autora del Diccionario del periodista en el cine espa?ol (Notorious, 2016), cuando en La representaci¨®n de la mujer periodista en el cine espa?ol (2012) analiz¨® c¨®mo se retrataba a las periodistas en 600 pel¨ªculas.
Tello destac¨®, por un lado, que la representaci¨®n era menor que la de sus compa?eros de gremio: de?las 276 peli?culas (46% del total) en las que sal¨ªan mujeres informadoras, y de un total de 630 periodistas mujeres incluidas en las tramas (35,81% del total), estas solo adquir¨ªan ?un rol importante? en 120 peli?culas ¨C20%¨C. Por otro, que la independencia tampoco es el fuerte de las comunicadoras en el cine (?Solo en 50 ocasiones las mujeres periodistas acud¨ªan sin compan?i?a masculina?) o que tampoco lo es la maternidad (dos embarazadas, el 0,31% del total), as¨ª como unos exiguos vestigios de buenas intenciones: ?En 28 ti?tulos (10,14%) las periodistas femeninas sera?n malvadas, representando el eje ignominioso del filme, ora siendo las culpables de alg¨²n exceso, ora hostigando, castigando o abusando de su poder?.
En el cine espa?ol se repite la idea de intercambios sexuales con fuentes (?Muchas periodistas tienen como pareja o expareja a su compan?ero informante?), relaciones que en las tramas, por lo general, ?se mantienen en secreto para que no existan rumores de intereses personales por encima de los profesionales?. Tello rescataba en su? estudio a dos personajes que ?representan con mayor fuerza y contundencia el rol de la aut¨¦ntica vamp?: Najwa Nimri como B¨¢rbara en Oviedo Express (2007), ?donde aparece ataviada con cortas minifaldas, camisas con pronunciado escote, carmi?n rojo y mirada desafiante, llegando a afirmarse de ella que tiene ¡®el corazo?n entre las piernas? y M¨®nica Randall? como Esmeralda en Catorce estaciones (1991), ?donde despliega sus hechizantes encantos a golpe de glamur y carmi?n bermello?n, gana?ndose el ti?tulo de Hidra, en honor a la mi?tica serpiente police?fala que acabo? dando muerte Heracles, y que nos da una idea del concepto que de la periodista posee su entorno?.
No solo mantienen relaciones afectivas con sus fuentes, Tello tambi¨¦n destaca que las periodistas en el cine espa?ol pueden llegar a ejercer la prostituci¨®n por conseguir material de trabajo (?Hasta en seis producciones (1%), las reporteras llegan a prostituirse por la consecucio?n de un determinado deber profesional, o bien porque consideran que el ceder su cuerpo es la u?nica vi?a de conseguir sus propo?sitos?), en pel¨ªculas como en?El a?o que trafiqu¨¦ con mujeres, la TV movie de 2005 en la que Raquel Mero?o, una reportera de televisi¨®n, decide infiltrarse en el entramado de los futbolistas de ¨¦lite y la prostituci¨®n, la voluntad de la profesional es la pura notoriedad: ¡°Veo co?mo otras se hacen famosas y yo no quiero quedarme atra?s. No voy a quedarme atra?s?.
Para la investigadora, los clich¨¦s mis¨®ginos de la sociedad se reproducen, l¨®gicamente, en las pel¨ªculas de mujeres periodistas: ?No resulta extran?o el hecho de que, al aparecer personajes femeninos que rehu?san ser tratadas como meras comparsas, el cine acabe arrincona?ndolas o retrata?ndolas como mujeres fatales, sugestivas, tan peligrosas como fascinantes, pero a las que, por si acaso, vale ma?s tener a cierta distancia?. Mujeres que en la mayor¨ªa de casos no viven en pareja, pero m¨¢s como castigo social que como liberaci¨®n e independencia personal, como bien concluye en su estudio, con cierto sesgo heteronormativo: ?Quiza? por eso la generalidad de las periodistas en el cine espan?ol sean mujeres solteras. Tal vez los hombres no esta?n preparados todavi?a (al menos en la ficcio?n) para el indo?mito cara?cter de la mujer informadora?.
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