La historia del pantal¨®n capri, el dise?o que anim¨® a las mujeres del mundo a olvidar faldas y vestidos

Hace 75 a?os no hab¨ªa ni rastro de pantalones en el armario femenino. La siempre irreverente Coco Chanel hab¨ªa logrado introducir ciertos cambios al integrar ella misma el pantal¨®n en sus atuendos como s¨ªmbolo de emancipaci¨®n y empoderamiento. Sin embargo, esta prenda funcional se reservaba al p¨²blico masculino y el hecho de que una mujer los luciera era una noticia en s¨ª misma, cuando no una provocaci¨®n o incluso un delito seg¨²n el pa¨ªs. Y si no, que pregunten a Katharine Hepburn, eternamente recordada por llevar pantalones, un ¡°hito¡± casi m¨¢s celebrado que sus cuatro premios Oscar. Sin embargo, hace tambi¨¦n 75 a?os, una dise?adora alemana desconocida para el gran p¨²blico, llamada Sonja de Lennart, marc¨® un antes y un despu¨¦s al dise?ar un pantal¨®n para mujer que ha pasado a la historia como una de las prendas clave de todo armario estival. Aquel pantal¨®n lanzado al mercado en 1948 con el nombre de pantal¨®n Capri, difer¨ªa mucho de los dise?os masculinos. Para empezar, la hechura de la prenda subrayaba las formas femeninas, no era holgado como el pantal¨®n de hombre de la ¨¦poca, sino que destacaba el volumen de las piernas. Su talle se alzaba por encima de la cadera y afinaba visualmente la cintura, pero su gran particularidad resid¨ªa en el bajo, situado por encima de los tobillos y con una peque?a abertura lateral.

Unos pantalones para cambiar el mundo

Pero, ?por qu¨¦ unos pantalones dise?ados por una modista alemana han pasado a la historia con el sobrenombre de una isla italiana? La historia dice que fue la propia Sonja de Lennart quien les dio ese nombre como homenaje al v¨ªnculo que su familia ten¨ªa con Capri, lugar donde hab¨ªan pasado algunos periodos vacacionales. De hecho, el pantal¨®n capri formaba parte de una colecci¨®n del mismo nombre, donde tambi¨¦n se incluyeron blusas y faldas. En un contexto hist¨®rico marcado por el fin de la Segunda Guerra Mundial, la econom¨ªa alemana hac¨ªa aguas, pero Sonja de Lennart consigui¨® posicionarse como una de las dise?adoras m¨¢s influyentes de su pa¨ªs y las piezas confeccionadas en su atelier ubicado en Munich vistieron a centenares de mujeres cansadas de ropa anodina. Una de las primeras actrices que se enamor¨® de las propuestas de la creativa fue Ingrid Bergman, aunque el salto a Hollywood de sus dise?os se produjo de la mano de Edith Head.

En t¨¦rminos de moda, Edith Head era la figura m¨¢s poderosa de la industria cinematogr¨¢fica, reconocida con ocho premios de la Academia y art¨ªfice de los estilismos de las actrices m¨¢s consagradas del Hollywood cl¨¢sico, de Grace Kelly a Natalie Wood o Tippi Hedren. Para el vestuario de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), la pel¨ªcula que lanzar¨ªa al estrellato a una todav¨ªa desconocida Audrey Hepburn, la figurinista eligi¨® varias prendas de la mencionada colecci¨®n Capri de Sonja de Lennart. Entre ellas, la blusa y la falda que lleva el personaje de Hepburn mientras se pasea en Vespa junto a Gregory Peck por la citt¨¤ eterna. La imagen m¨¢s ic¨®nica de Hepburn con pantalones capri la encontramos, no obstante, en otra pel¨ªcula. Todav¨ªa no se hab¨ªa estrenado Vacaciones en Roma cuando Hepburn comenz¨® el rodaje de Sabrina (Billy Wilder, 1954). En una de las im¨¢genes promocionales del film, cuyo vestuario se ide¨® entre Edith Head y Hubert de Givenchy, Hepburn resaltaba su esbelta figura con unos pantalones capri de color negro que pronto se identificaron con esa forma de vestir relajada de la actriz, donde los zapatos de tac¨®n eran sustituidos por calzado plano y los encorsetados vestidos de la ¨¦poca que destacaban un pecho en forma de cono, por dise?os donde se respetaba la forma natural de su busto.

Fue cuesti¨®n de tiempo que la prenda se pusiera de moda. Compa?eras de profesi¨®n como Marilyn Monroe tambi¨¦n cayeron rendidas a la elegancia relajada del pantal¨®n capri, una prenda que la int¨¦rprete llevaba en la intimidad del hogar y en su vida privada. En un reportaje de la revista Life publicado en 1953, Monroe aparece retratada con un sencillo jersey negro y un pantal¨®n capri blanco, un estilismo alejado de la exhuberancia que caracterizaba su vestuario en las pel¨ªculas y que Ana de Armas replic¨® en una de las escenas de Blonde, caracterizada con un vestuario id¨¦ntico. La polifac¨¦tica Doris Day, la francesa Brigitte Bardott? o la popular Elizabeth Taylor tampoco se resistieron al pantal¨®n capri y abanderaron esa incipiente emancipaci¨®n femenina, reflejada tambi¨¦n en el vestuario y el progresivo uso del pantal¨®n por parte de mujeres de buena parte del mundo.

Las amas de casa y la ¡®jet set¡¯: todas aman los pantalones capri

Junto con las actrices sobre las que se cimentaba el exigente star system del cine de la ¨¦poca, hubo una mujer que acerc¨® el pantal¨®n capri a millones de hogares en el Estados Unidos de los a?os sesenta. Mary Tyler Moore, protagonista de la exitosa serie The Dick Van Dyke Show, daba vida a Laura Petrie, la ama de casa y esposa del protagonista en el show. En una entrevista concedida en 2004, la int¨¦rprete se?al¨® que el hecho de llevar pantalones capri en la ficci¨®n no fue en absoluto una decisi¨®n casual: ¡°Ped¨ª que Laura llevara pantalones porque las mujeres no usaban vestidos para pasar el aspirador (¡­) Acordamos que no llevar¨ªa los pantalones en m¨¢s de una escena por cap¨ªtulo, y lo hicimos durante tres episodios pero al final solo llevaba pantalones¡±. Poco a poco, se empezaba a fraguar la imagen de la mujer moderna.

El nexo de la prenda con la isla de Capri adquiri¨® un nuevo significado a finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando la jet set europea y estadounidense convirtieron la costa italiana en el epicentro del glamour. Cuando no estaban disfrutando del sol en un yate fondeado en alguna cala rec¨®ndita de agua cristalina, las mujeres m¨¢s poderosas del momento se paseaban por las calles empedradas, desde Taormina a Capri, dej¨¢ndose ver con aquellos pantalones veraniegos que descubr¨ªan sus tobillos y destacaban sus piernas. Una de las m¨¢s asiduas a esta prenda fue Jackie Kennedy. Tras el abrupto y tr¨¢gico final de su matrimonio con John F. Kennedy, la exprimera dama se cas¨® con el magnate griego Arist¨®teles Onassis y pas¨® largas temporadas en Grecia, si bien Italia fue siempre un pa¨ªs muy presente en sus escapadas veraniegas. Inolvidables son sus fotograf¨ªas de los a?os setenta en la isla de Capri, donde combina unos discretos pantalones capri con unas maxigafas de sol y pa?uelo en la cabeza.

A lo largo de las d¨¦cadas, el pantal¨®n capri se ha mantenido como una de esas prendas comod¨ªn capaces de construir un look impecable con las m¨ªnimas dosis de esfuerzo. Meghan Markle o Ivanka Trump se decantan por la versi¨®n m¨¢s formal de la prenda. En el extremo opuesto encontramos las elecciones transgresoras de Bella Hadid o Julia Fox. Sea como sea, su car¨¢cter polivalente ha permitido que se convierta en una constante en las colecciones de verano de todo tipo de marcas, de las tiendas de moda ultra r¨¢pida a las boutiques de lujo m¨¢s exlusivas. En la pasarela actual, las reminiscencias dosmileras que fagocitan las tendencias m¨¢s exitosas actualizan el pantal¨®n capri de siempre sin dejar de lado su marcado esp¨ªritu estival. Lo hemos visto en La Vacanza, la colecci¨®n c¨¢psula creada por Donatella Versace y Dua Lipa para el sello italiano, donde el pantal¨®n capri se estampa de mariposas (el insecto preferido de la GenZ. Mucho m¨¢s cl¨¢sica es la propuesta de Jacquemus, una firma que articula casi todas sus propuestas en torno al concepto de sol, verano y playa. En su caso, el pantal¨®n capri se mantiene unos cent¨ªmetros por encima del tobillo y desde la firma proponen combinarlo con un bolso de mimbre y una camisa cropped. La versi¨®n m¨¢s c¨®moda y sencilla llega de la mano de The Row, con el pantal¨®n Lisa, un modelo oversize con el que la actriz Jennifer Lawrence ha sido fotografiada en varias ocasiones recientemente. Reinterpretado para adaptarse a todo tipo de estilos, el pantal¨®n capri se reafirma una temporada m¨¢s como un b¨¢sico poderoso sin fecha de caducidad a la vista.