Manual del perfecto malqueda: c¨®mo anular planes elegantemente
Abortar planes, cancelar citas o no asistir a eventos programados sin ser v¨ªctimas de represalias es todo un arte que muy pocos dominan, pero que puede aprenderse.
Est¨¢n los que planifican minuciosamente su tiempo libre y luego se sienten tan atrapados en fines de semana repletos de eventos y obligaciones que hasta echan de menos las insulsas tardes de los d¨ªas laborables. Est¨¢n los solitarios, a los que cualquier cita se les antojar¨ªa como un oasis en el desierto de las relaciones. Una legi¨®n que crece d¨ªa a d¨ªa a juzgar por las estad¨ªsticas y el hecho de que Reino Unido haya nombrado ya una secretaria de estado para intentar paliar esta epidemia.
Y claro, luego est¨¢ la gran mayor¨ªa. Aquellos que sienten que necesitan planear su tiempo libre y conservar las muchas o pocas amistades que tengan pero a los que tambi¨¦n, de vez en cuando, les surge un plan mejor o prefieren quedarse en casa al calor de una buena serie de televisi¨®n y una manta. Aunque horas m¨¢s tarde renieguen de su soledad y del hecho de que no hay nadie a su lado (salvo tal vez su gato) con quien comentar la ¨²ltima temporada de Stranger Things.
El arte de abortar planes para salir, cancelar citas y no asistir a eventos programados de antemano sin que nuestras amistades nos pongan en la lista negra o nos retiren el saludo es una disciplina sutil que requiere de ciertas dosis de cara dura, algunas dotes de interpretaci¨®n, una pizca de hipocres¨ªa, otra de cinismo y una autoestima a prueba de bomba, capaz de convencer al m¨¢s incr¨¦dulo de que nuestra amistad es sincera y desinteresada, aunque exista una extra?a fuerza c¨®smica que nos impida contestar con un ¡®s¨ª¡¯ rotundo a sus propuestas, en vez de con un ambiguo, ¡°vale, ya te dir¨¦ cosas¡±.
Los expertos en esta materia tienen la virtud de quedar siempre bien aunque hagan las cosas mal. Al rev¨¦s de muchos cumplidores, que por mucho que asistan religiosamente a los eventos, exposiciones, presentaciones, charlas o cumplea?os de sus conocidos jam¨¢s se les reconoce su m¨¦rito. La cuesti¨®n, como en muchos otros campos de la vida, no est¨¢ en lo qu¨¦ se hace sino en qui¨¦n lo hace. As¨ª que si es usted un l¨ªder nato, el jefe de la pandilla, el guapo/a del grupo, el cachondo o al que siempre se le compran los mejores regalos de cumplea?os puede dejar de seguir leyendo este art¨ªculo y perder su valioso tiempo. Si, por el contrario, usted es del mont¨®n siga con la lectura y tal vez descubra algunos trucos para ser un perfecto malqueda y mantener la reputaci¨®n a salvo o, al menos, que los amigos le sigan teniendo en cuenta en la planificaci¨®n de actividades por si alguna vez le interesa y le va bien asistir a alguna.
Elegir bien con qu¨¦ comprometerse
?Lo primero que hay que saber es que solo queda mal aquel que se compromete a algo y luego no va. Por lo tanto, hay que ver primero a qu¨¦ eventos o citas nos interesa ir. Algo que no siempre est¨¢ claro, porque cada vez m¨¢s gente baraja diversas opciones con el fin de quedarse con la mejor para el s¨¢bado noche. Es relativamente f¨¢cil desenmascarar a estos malabaristas del tiempo libre porque cuando alguien le pregunta, ?te vienes al cine ma?ana?, o ?te apuntas a una cena el pr¨®ximo viernes? Nunca responden con un s¨ª o un no, sino de forma ambigua: ¡°Bueno, es que tengo un medio plan. Si no sale te llamo¡±, o ¡°vamos hablando, porque tengo varias opciones¡±, respuestas ambas que le hacen quedar a uno como la opci¨®n Z en el alfabeto de preferencias.
¡°Los espa?oles somos personas muy sociables¡±, apunta Yolanda P¨¦rez, directora de Casa de Protocolo, en Madrid, y experta en protocolo y relaciones personales, ¡°por eso en caliente nos apuntamos a todo. Yo aconsejo pensarlo antes y descartar lo que no apetece para evitar luego quedar mal. Es posible ser educado y, al mismo tiempo, ser fiel a los principios y reservar tiempo para uno mismo¡±.
Hay que tener claro con qu¨¦ tipo de amigo se est¨¢ tratando
Antes de abordar el delicado apartado de las excusas, es importante tener en cuenta el tipo de amigo o relaci¨®n al que se va a dejar plantado, porque su tipolog¨ªa nos ayudar¨¢ a buscar el pretexto m¨¢s adecuado a su constituci¨®n.
Mi experiencia es que aquellos que cuentan con m¨¢s tiempo, a los que supuestamente no les importar¨ªa cambiar o mover una cita, son los m¨¢s inflexibles mientras que los ocupados parecen entender mejor los vaivenes de la agenda y hasta del ¨¢nimo. Recuerdo que una vez ped¨ª posponer una cena para el d¨ªa siguiente a cuatro amigos, todos ellos artistas, sin un horario fijo y sin demasiados quehaceres por aquellas fechas. El motivo de mi petici¨®n es que ten¨ªa una enorme resaca y prefer¨ªa disfrutar de su compa?¨ªa en plena posesi¨®n de mis facultades mentales. Pensaba que en aquel ambiente la excusa, que adem¨¢s era real, no solo ser¨ªa entendida sino hasta alabada pero de repente mis compa?eros parec¨ªan miembros del Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n o de la Liga Antialcoh¨®lica. Me tacharon de ¡®viva la Virgen¡¯ (no estaba muy viva aquel d¨ªa y desde luego virgen ya no era) y criticaron mi ego¨ªsmo, que les hac¨ªa perder su valioso tiempo.
Tampoco hay una ley que diga que los subordinados deben ser m¨¢s tolerantes, porque cuando trabajaba en la revista Elle, hace ya bastantes a?os, una becaria francesa que yo ten¨ªa bajo mi cuidado se sinti¨® muy molesta cuando anul¨¦ una cita que ten¨ªa con ella para ense?arle el Museo del Prado. El motivo era de trabajo pero la chica se lo tom¨® como una afrenta personal.
No faltan tampoco los que te suplican y suplican que no faltes, que la fiesta o la cena no van a ser iguales sin ti y, cuando uno accede a ir (incluso con resfriado o d¨¦cimas de fiebre) ni siquiera te dedican cinco minutos. Y luego est¨¢n los amigos de verdad, que lo entienden todo y que te perdonar¨¢n una y mil veces los desplantes, siempre que sean por una buena causa (sexo o rock & roll), la suerte es que con ¨¦stos casi nunca da pereza quedar.
Elegir la excusa perfecta
Las excusas verdaderas no necesitan justificaci¨®n y, generalmente, son entendidas y aceptadas por el otro. El problema est¨¢ en faltar a una cita cuando realmente nada nos lo impide y aqu¨ª las estrategias son m¨²ltiples y variadas.
Los desastres naturales y los acontecimientos graves, generalmente relacionados con la salud o el bienestar de los dem¨¢s, no solo son irrefutables sino que nos dibujan como seres caritativos y solidarios. Enfermedades (tengo una amiga que se pone unos algodones en las fosas nasales para simular que est¨¢ acatarrada y tiene congesti¨®n) propias y de familiares, o amigas/os que est¨¢n pasando por un mal momento son los pretextos m¨¢s comunes. Y aqu¨ª es donde la pareja y, sobre todo, los hijos pueden resarcirnos de todos los dolores de cabeza que nos han causado y pasar a ser esos seres enfermizos que cogen virus en los momentos que m¨¢s nos convienen.
El trabajo es siempre otra buena excusa, sobre todo si uno es aut¨®nomo porque a uno le puede tocar currar fines de semana, fiestas de guardar, eventos de la talla de Nochebuena y yo dir¨ªa que hasta para la propia boda. ?Algo bueno ten¨ªa que tener ser miembro de una de las castas m¨¢s bajas de la sociedad espa?ola, sin derecho a vacaciones, paro o a ponerse enfermo!
Las excusas relacionadas con el estado de ¨¢nimo son peor acogidas. Primero porque no son de vida o muerte y segundo porque nos sit¨²an en el grupo de los flojos, los desanimados, los depresivos o los que tienen el s¨ªndrome bipolar. Muy poco de moda, aunque cada vez abunden m¨¢s y la sociedad propicie estos trastornos. Los olvidos, que tambi¨¦n ocurren, no son tampoco buenas opciones porque rebajan a las personas de que son objeto a la segunda o tercera divisi¨®n.
Seg¨²n Yolanda P¨¦rez, ¡°hay que ser lo m¨¢s honesto posible, porque eso es algo que el otro percibe, y evitar dar demasiadas explicaciones o pretextos muy rebuscados. A veces estar muy cansado o desanimado puede ser tambi¨¦n algo entendible, sobre todo si se arregla con la compensaci¨®n de una invitaci¨®n posterior (est¨¢ si que es ya ineludible). Aunque yo soy partidaria de que siempre que se pueda acudir a una cita o compromiso hacerlo, aunque no nos apetezca, ya que siempre podemos conocer a alguien, hacer un contacto o pasarlo mucho mejor de lo que esper¨¢bamos¡±.
Conviene tambi¨¦n no olvidar dos cosas. Primera: para mentir hay que tener buena memoria (si la semana que viene alguien nos pregunta, ?Qu¨¦ tal tu ni?o, ya est¨¢ mejor? No podemos responder con un ?Qu¨¦¨¦¨¦¨¦?). Segunda: hay que tener mucho cuidado con que nuestra realidad paralela, la de las redes sociales, no delate nuestro enga?o, aunque los expertos aconsejan que desaparecer completamente del mundo virtual, sobre todo si uno es adicto, tampoco ayuda a ser m¨¢s cre¨ªbles.
Lo que nunca hay que hacer
?Yolanda P¨¦rez subraya dos reglas de oro, ¡°no hay que saltarse los eventos importantes como cenas de empresa, cumplea?os, baby showers, despedidas de soltera o aquellos en los que nuestra presencia es imprescindible, como por ejemplo cenas con otra persona o con un grupo reducido en el que la falta de un miembro ser¨ªa decisiva. Otra norma importante es no cambiar de opini¨®n, y si hemos dicho que no vamos a una reuni¨®n por cualquier causa, no quedar¨ªa muy bien aparecer luego como si tal cosa, argumentando otra nueva teor¨ªa porque eso nos restar¨ªa mucha credibilidad.
Las amistades no cuentan con una p¨®liza de seguros a prueba de malquedas y plantones y lo m¨¢s com¨²n es que la gente, tras varias tentativas de invitaci¨®n o varios desplantes se canse de nosotros y no nos vuelva a llamar para nada. Por lo tanto hay que calibrar muy bien el valor de una amistad para darle el tiempo y la dedicaci¨®n que necesita.
Tambi¨¦n es cierto que las personas deprimidas, t¨ªmidas, inseguras, que sufren de ansiedad o que est¨¢n pasando por un bache emocional o existencial son m¨¢s propensas a cancelar planes y a llamarnos en el ¨²ltimo momento con alg¨²n pretexto para no ir. Puede sentar mal pero deber¨ªamos ser comprensivos o no tomarlo como algo personal. Ya saben, ¡°todo el mundo va a lo suyo excepto yo, que voy a lo m¨ªo¡±, que dijo un sabio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.