Nueva domesticidad: ?avance o retroceso?
Toda una generaci¨®n de mujeres ha vuelto a hornear, tricotar y hacer conservas con celo casi profesional y como una forma de activismo anticonsumo. Pero hay quien ve en esta nueva domesticidad un riesgo de involuci¨®n.
Amanda Blake-Soule vive en una granja de Maine (Estados Unidos) con su pareja y sus cinco hijos, a los que educa en casa porque desconf¨ªa del sistema docente. Adem¨¢s de criar animales y ni?os, teje su ropa, hornea su pan y hasta crea sus propios cosm¨¦ticos a base de hierbas.
Amanda, autora del blog Soule Mama, es un ejemplo de manual del movimiento que se ha dado en llamar Nueva Domesticidad. Individuos que deciden apearse del ritmo que impone la sociedad para abrazar un estilo de vida basado, entre otras cosas, en el Hazlo T¨² Mismo y el retorno al hogar. Ojo, no debe confundirse (del todo) con las malenis, esas ¨¢vidas creadoras de cupcakes y gorros de ganchillo que se han convertido ¨²ltimamente en blanco de cierto escarnio medi¨¢tico: lo que para la maleni media es un hobby, para un nuevo dom¨¦stico es una opci¨®n vital y tiene algo de activismo.
?Qu¨¦ ocurre cuando hordas de mujeres, la mayor¨ªa con un alto nivel de estudios acad¨¦micos, deciden dejar de alimentar la maquinaria corporativa y centrarse en alimentar a su propia familia, eso s¨ª, con huevos de gallinas criadas en casa y pur¨¦ de verduras org¨¢nicas? Que la sociedad en su conjunto se resiente.
Esa es una de las pol¨¦micas conclusiones a las que ha llegado Emily Matchar, la autora del libro Homeward Bound: Why Women Are Embracing the New Domesticity [Retorno al hogar: por qu¨¦ las mujeres abrazan la nueva domesticidad]. ?En los ¨²ltimos a?os me he encontrado con m¨¢s gente interesada en cultivar habilidades dom¨¦sticas de la vieja escuela: hacer mermelada, hornear pan, atender el huerto¡ Paralelamente, observ¨¦ un creciente descontento con el mercado laboral, tanto entre hombres como entre mujeres, debido en gran parte al mal clima econ¨®mico y a la sensaci¨®n que tienen las generaciones m¨¢s j¨®venes de no querer sacrificar tanto por su trabajo como hicieron sus padres?, explica Matchar a S?Moda.
Portlandia se r¨ªe de tendencias como la de hacer conservas.
Cordon Press
La autora asegura que ha tratado de no reducir a los integrantes del movimiento a un estereotipo como los que aparecen en?Portlandia, en la que los modernos se pasan el d¨ªa haciendo conservas y a?oran ?los d¨ªas en los que todo el mundo llevaba tirantes y la gente hac¨ªa a mano sus propios cubitos de hielo?, seg¨²n cantan en un?sketch?de la serie. ?Es interesante c¨®mo muchas de esas actitudes progresistas y anticorporativas pueden acabar pareci¨¦ndose al ultraconservadurismo. Hoy en d¨ªa, mucha gente est¨¢ tan asqueada con el statu quo que intenta hacer las cosas por su cuenta: parto en casa, educaci¨®n en casa, negocios dom¨¦sticos¡ Todo esto est¨¢ bien y es comprensible, pero son acciones individuales, no benefician a todo el mundo?, observa.
Aunque ?la man¨ªa por el Hazlo T¨² Mismo?, como la llama Matchar, ha significado de alguna manera la dignificaci¨®n de algunas tareas tradicionalmente consideradas femeninas, seg¨²n la autora, tambi¨¦n puede conllevar mayores dosis de (auto)exigencia. ?Muchas mujeres se sienten juzgadas por no cocinar lo suficiente o por no ser buena madre. En la era de la crianza de apego y de las papillas org¨¢nicas, el list¨®n de lo que se considera una buena maternidad no para de elevarse?. Si en 1963 Betty Friedan urg¨ªa a las mujeres en?La m¨ªstica de la feminidad?a salir de la cocina y asociaba todo lo dom¨¦stico con el yugo social, 50 a?os m¨¢s tarde sus hijas y sus nietas no solo vuelven, sino que est¨¢n dispuestas a hacer de la cocina su espacio de realizaci¨®n personal.?
En Espa?a el clima econ¨®mico, m¨¢s que invitar, empuja a muchos y a muchas a volver al ¨¢mbito dom¨¦stico o a reinventarse saliendo del mercado laboral tradicional. Claudia Calder¨®n, de 33 a?os, dej¨® su trabajo al principio de la crisis y pas¨® un a?o dando la vuelta al mundo. A su regreso, fund¨® The Braveliving, un servicio de coaching ?sin caspa?, como lo describe ella, pensado m¨¢s all¨¢ del etos corporativo, para aquellos que, como ella, quieren reorientar su vida. Ahora est¨¢ embarazada y no descarta optar por educar a su hijo en casa. ?Me gusta llevar una vida natural y quiero que la crianza de mi hijo sea as¨ª?, cuenta. Los movimientos que abogan por este tipo de maternidad tienen mucho que ver con la nueva domesticidad y provocan debates encendidos.
La fil¨®sofa francesa ?lisabeth Badinter a?adi¨® le?a al fuego con su libro La mujer y la madre (La Esfera de los Libros) en el que denunciaba que ser madre en esos t¨¦rminos es ?una forma de esclavitud?. Matchar concurre con ella en que ?el esencialismo biol¨®gico, pensar que las mujeres est¨¢n hechas para cuidar y nutrir, es una gran amenaza para el progreso feminista?. Que no se lo digan a Kelli Paulus, doula (matrona tradicional) y experta en parto con hipnosis. ?Abogo por una paternidad responsable y por las mujeres que retoman el poder sobre sus cuerpos, tambi¨¦n durante el embarazo y el parto. No veo c¨®mo eso puede no ser feminista?, dice desde Chicago, donde escribe el blog The Hipster Homemaker. Su web, y otras como The Brooklyn Homesteader, que escribe una exinform¨¢tica dedicada a la apicultura y a hacer cerveza artesanal, act¨²an como cantos de sirena para muchas mujeres que aspiran a cambiar su estilo de vida. Matchar lo llama ?el sue?o del estilo de vida Etsy? o ?el sue?o de la bloguera?, y advierte: ?Solo funciona para unas cuantas afortunadas. Puede ser un buen hobby, pero una manera desastrosa de ganar dinero?.
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