Sexy no es sexualizada: la moda propone escotes, transparencias y vestidos lenceros (siempre bajo la mirada de la mujer)
La pr¨®xima temporada, los dise?adores quieren volver a desnudar a la mujer. Pero, con la mirada masculina por fin cancelada, esta vez ser¨¢ seg¨²n las reglas que ahora impone ella: ¡®sexy¡¯, que no sexualizada. La er¨®tica de la autodeterminaci¨®n indumentaria femenina era esto.
Esta primavera la moda tiene un nuevo mensaje para la mujer: ¡®send nudes¡®. Ah, perd¨®n, que es una proposici¨®n (indecente) m¨¢s vieja que la tos, pero tanto carraspeo feminista nos ten¨ªa despistados. Ah, no, esperen, que en realidad hay que entenderlo como una alocuci¨®n de independencia. A la autodeterminaci¨®n (femenina) por el ¡®sex-appeal¡¯, esto es. ?Din¨¢micas de poder?, lo llama Emma McClendon, comisaria adjunta de exposiciones del Fashion Institute of Technology de Nueva York e ide¨®loga de Power Mode: The Force of Fashion, la muestra que el museo de la instituci¨®n programa hasta el 9 de mayo a prop¨®sito de lo que significa vestirse. O desvestirse. ?Hemos alcanzado la c¨²spide del ciclo sociopol¨ªtico que estamos viviendo desde 2016 y, con el cambio de d¨¦cada, creo que cada vez hay m¨¢s gente que ha adquirido conciencia de lo poderosa que es la ropa, tambi¨¦n en t¨¦rminos de sexualidad?, esgrime McClendon, que dedica un apartado completo a analizar la importancia de la er¨®tica indumentaria en las relaciones sociales, de las piezas de calado fetichista de aquella firma francesa de lencer¨ªa de los a?os 20 que respond¨ªa por Diana Slip (singular empresa del escritor, periodista y editor L¨¦on Vidal) a los conjuntos ¡®sadomaso¡¯ de Vivienne Westwood (de cuando regentaba Sex, la tienda-cuna del punk brit¨¢nico, junto a Malcolm McLaren), pasando por los cors¨¦s de Jean-Paul Gaultier y las oscuras perversiones de Alexander McQueen y el Riccardo Tisci de Givenchy.
As¨ª que aqu¨ª estamos otra vez, con la en¨¦sima revoluci¨®n sexual de la moda a vueltas. La sirve caliente la temporada menos pudorosa a la hora de ense?ar anatom¨ªa que se recuerde desde que la etiqueta #MeToo dominara la conversaci¨®n, pronto har¨¢ tres a?os. Como si todos los discursos sobre misoginia, cosificaci¨®n, igualdad de g¨¦nero, identidad y consentimiento nunca hubieran tenido que ver con el cuerpo de la mujer, la primavera/verano viene pr¨®diga en reveladoras transparencias (Loewe, Sacai, Simone Roche, Molly Goddard, Helmut Lang, Nina Ricci, Dolce & Gabbana, incluso Valentino y la feminista Dior), troquelados y aberturas extremas (JW Anderson, Guy Laroche, ?Off-White!) y lencer¨ªa-corseter¨ªa a tutipl¨¦n, con sus inevitables referencias ¡®bondage¡¯ y ¡®dominatrix¡¯ (Mugler, Givenchy, Brooke Collection, Ann Demeulemeester, Giambattista Valli). Y tambi¨¦n pantalones cortos muy cortos que ya hubiera querido Daisy Duke, vestidos camis¨®n de aquellos que tanto le gustaban a la Kate Moss de los noventa y sujetadores a la vista que no se los habr¨ªa saltado la Madonna m¨¢s rubia y ambiciosa. Sexy, sexy, sexy, que dir¨ªa Ana Obreg¨®n.
La sensualidad/sexualidad m¨¢s o menos estereotipada vuelve, adem¨¢s, a campar a sus anchas por las alfombras rojas, en alas de eso que se ha dado en llamar ¡®nearly naked¡¯. Un ir casi en cueros que en su d¨ªa ¨Ctampoco hace tanto¨C explotaron Kim Kardashian y Cardi B. en su pugna por ver cu¨¢l de las dos mostraba m¨¢s conciencia corporal desvestidas por el viejo Thierry Mugler (erotismo y sostenibilidad en uno, oiga), ahora replicado por estrellas de todo pelaje y condici¨®n, de Zendaya encorsetada viva por Vera Wang en los pasados Emmys a Lily-Rose Depp destapada en encaje por Chanel en los recientes Baftas, sin olvidar la doble campanada de Gwyneth Paltrow con aquel tul caf¨¦ con leche sobre sujetador y braga de Fendi de los ¨²ltimos Globos de Oro y Priyanka Chopra en la fiesta posterior con el ensamblado de ¡®top¡¯ y delatora falda trasl¨²cida dise?o de Ekaterina Kukhareva, que desde que sali¨® de la Saint Martins londinense, en 2009, se ha hecho un nombre entre Irina Shayk, Kendall Jenner, Bella Hadid, Paris Hilton y Demi Lovato merced a unas prendas muy de poner toda la carne en el asador. Que fue lo que hizo Nadia de Santiago en los Goya 2020 con el conjunto ¡®boudoir¡¯ de Francisca Amores y la que le cay¨® a la chica del cable.
?A las mujeres ya no les est¨¢ permitido ponerse minifalda?, bramaba Hedi Slimane cuando le fueron a yugular tras estrenarse en Celine con una colecci¨®n de bajos breves y plagada de vestidos ¡®baby doll¡¯, en septiembre de 2018. ?Pues que sepan que pueden vestirse como quieran?, remataba su alegato contra lo que consideraba un embate de conservadurismo propugnado por cierta cr¨ªtica estadounidense. Como si hacer alarde (v¨ªa indumentaria) de ¡®sex-appeal¡¯ y luchar por tus derechos fuera algo inconcebible. En un escenario post-Harvey Weinstein y bajo la lupa de una nueva ola feminista, lo cierto que es que a la industria del vestir no se le ha pasado ni una desde entonces, hasta el punto de hacerle cuestionar uno de sus viejos y m¨¢s queridos lemas: aquello de que el sexo vende. ?La cuesti¨®n sexual ha quedado superada. Ya lo hemos vivido, ya lo hemos hecho?, lleg¨® a declarar Tom Ford, demiurgo del ¡®porno chic¡¯ a finales de los noventa junto a Carine Roitfeld y Mario Testino, cuando rasuraba pubis con la G de Gucci. Esta temporada, el texano dice que ?ha llegado la hora de tomarse las cosas con calma?, combinando americanas con sujetadores escurridos o ¡®tops¡¯ escult¨®ricos como los que Claude Lalanne creara para Yves Saint Laurent en 1969, pezones remarcados incluidos. Piezas muy pr¨¢cticas y llevaderas para cualquiera, claro. ?Acaso es esta la experiencia identitaria, corporal que quiere la mujer en 2020?
En un giro de guion inesperado, la cuesti¨®n la responde Alessandro Michele con otra pregunta: ??Qu¨¦ pasar¨ªa si una de mis chicas intentara ser ¡®sexy¡¯??. El creador que precisamente ha definido la est¨¦tica -y el negocio- del ¨²ltimo lustro obviando el clich¨¦ sexual (la mujer objeto, erotizada por la mirada masculina, vulnerable de forma violenta en su representaci¨®n a trav¨¦s de la ropa) recoge el guante lanzado por Ford y le da la vuelta para hablar necesariamente de sexo o, mejor, del deseo de sentirse ¡®sexy¡¯ y pasarlo bien en el proceso. Con consignas como ¡®Gucci Orgasmique¡¯ o ¡®Gucci Eterotopia¡¯ (referencia a la heterotop¨ªa, el espacio de la alteridad, la ¡®prisi¨®n¡¯, formulada por Michel Foucault) recorriendo distintas prendas, su colecci¨®n no es sino una reflexi¨®n sobre la libertad: el sexo como arma de transgresi¨®n y desobediencia. S¨ª, la moda podr¨¢ volver a decirle a la mujer eso de ¡®send nudes¡¯, pero solo porque por fin es consciente de que lo har¨¢ en sus propios t¨¦rminos, en posesi¨®n de su cuerpo y de las experiencias que quiera disfrutar con ¨¦l.
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