Un sicario pizzero, una vidente c¨®mplice y una mujer despechada: la verdad sobre la muerte de Gucci
Lady Gaga interpretar¨¢ a Patrizia Reggiani, exmujer de Maurizio Gucci y responsable de su muerte, en la pel¨ªcula que Ridley Scott prepara sobre el caso. Recordamos esta historia de intrigas, moda y venganza.
24 premios entre los que se incluyen Emmys, Globos de Oro y los de la Cr¨ªtica Televisiva estadounidense. Una nota positiva de?89% basada en 97 cr¨ªticas en Rotten Tomatoes, referente digital para la calificaci¨®n de las producciones audiovisuales. Una audiencia millonaria en el mundo gracias a las plataformas de contenido online y la emisi¨®n en cadenas en abierto de diferentes pa¨ªses. Con estos datos se sald¨® la segunda temporada de American Crime Story, creada por Ryan Murphy (Glee, American Horror Sory), que narraba la historia del asesinato del dise?ador Gianni Versace.
Las cifras no enga?an: existe un inter¨¦s por las historias que mezclan muerte, glamour y moda. Visitar el pasado m¨¢s truculento de las casas de lujo tiene recompensa. El director Ridley Scott (Alien: el octavo pasajero, Blade Runner) debe de haber tomado buena nota y se dispone ahora a adentrarse en otra historia oscura de la industria textil: el asesinato de Maurizio Gucci, nieto del fundador de la firma, Guccio Gucci, en 1995. La noticia ha corrido como la p¨®lvora por la elecci¨®n de su protagonista, anunciada el pasado fin de semana. Ser¨¢ Lady Gaga quien encarnar¨¢ el papel de Patrizia Reggiani, exmujer de Gucci y convicta por ordenar su asesinato.
A¨²n sin rodar, quedan muchas preguntas en el aire. ?C¨®mo abordar¨¢ la historia? ?Dejar¨¢ espacio a la duda, como han hecho documentales como el de Amanda Knox y el de Madeleine McCann, dejando en el aire la autor¨ªa del crimen? ?Se centrar¨¢ solo en la historia del matrimonio maldito y el juicio, o narrar¨¢ lo sucedido con Reggiani en prisi¨®n y tras su salida? Con una sentencia mediante y la insistencia de la autora condenada en su inocencia, esta es la historia seg¨²n se nos ha contado (por ahora).
Amor e infidelidad, la historia de siempre
Patrizia Reggiani (Mil¨¢n, 1948) naci¨® el 2 de diciembre, hija de una camarera y un empresario que hab¨ªa amasado su fortuna gracias a su empresa de camiones. Una riqueza que no les inclu¨ªa entre la alta sociedad milanesa, por la que siempre sinti¨® atracci¨®n, mimada como hab¨ªa sido por su padre, que le agasajaba con abrigos de vis¨®n y coches caros. Reggiani no iba a renunciar a la posibilidad de acceder a la ¨¦lite italiana, y pronto consigui¨® ser invitada a los eventos m¨¢s importantes de la ciudad. ?En una fiesta conoc¨ª a Maurizio, y se enamor¨® perdidamente de m¨ª?, confes¨® en una entrevista con The Guardian en 2016, poco despu¨¦s de salir de prisi¨®n. Seg¨²n su versi¨®n de los hechos, al principio no le interes¨® y otros pretendientes la persegu¨ªan, pero el heredero del imperio textil luch¨® por conquistarla. ?Para m¨ª solo era un chico callado con los dientes cruzados?.
Se casaron en 1972, con la reticencia del padre de Maurizio, Rodolfo (siempre seg¨²n Reggiani). Un rechazo que acab¨® con el nacimiento de su primera nieta, Alessandra. Un ¨¢tico en la Olympic Tower de Nueva York (rascacielos de 51 plantas situado entre las calles 51 y 52 de Manhattan), un coche con ch¨®fer con una matr¨ªcula personalizada que dec¨ªa ¡®Mauizia¡¯, salidas constantes con Jackie Onassis y parte de los Kennedy y escapadas a islas privadas se convirtieron en la nueva realidad de Reggiani y Gucci. Entre la fama de Gucci y la personalidad exc¨¦ntrica de Reggiani, se hicieron r¨¢pidamente con la atenci¨®n de los medios italianos, ¨¢vidos por seguir sus pasos como el d¨²o de moda. ??ramos una pareja bonita con una vida bonita?, solt¨® al diario brit¨¢nico la conocida como viuda negra.
Pero el sue?o se acab¨® en 1984. Un d¨ªa, Maurizio hizo las maletas y le dijo que se marchaba a un viaje de negocios. No regres¨®. El cl¨¢sico ?voy a por tabaco? llevado a otro nivel. Al poco tiempo, Reggiani descubri¨® que le hab¨ªa abandonado por una mujer m¨¢s joven. La rabia que este hecho le produjo sigue baraj¨¢ndose, a d¨ªa de hoy, como una de las posibles motivaciones de la tambi¨¦n llamada Lady Gucci para ordenar el crimen.
Otra raz¨®n manejada tiene que ver con el estatus social. Un a?o antes de la infidelidad, tras la muerte de Rodolfo, Maurizio hered¨® el 50% de la firma. La otra mitad la compart¨ªa con su t¨ªo y sus primos, con los que luch¨® por hacerse con el control total y devolver el imperio a su lustre anterior. Ah¨ª, dice Reggiani, su entonces marido cambi¨® y empez¨® a perder los papeles. Dinamit¨® la fortuna familiar y acab¨® vendiendo el capital al grupo inversor Investcorp. ?Estaba muy cabreada con ¨¦l por muchos temas, pero en especial por perder el negocio familiar. No deber¨ªa haberme hecho eso?, cont¨® en 2016.
Amenazas, una premonici¨®n y una obsesi¨®n
En 1985, el matrimonio se separ¨®. No fue una ruptura amistosa. En su cobertura del juicio contra Patrizia Reggiani, The Irish Times recoge que la autora condenada admiti¨® bajo juramento haber deseado la muerte de su exmarido en repetidas ocasiones. Incluso confes¨® haber preguntado por c¨®mo contratar a un sicario para hacerlo.??Como ya sab¨¦is, le pregunt¨¦ a todo el mundo. Habr¨ªa podido preguntar hasta al dependiente de una tienda de delicatessen. Me hab¨ªa obsesionado?.
Paola Franchi, pareja de Maurizio durante los cinco a?os previos a su asesinato y su prometida entonces, tambi¨¦n narra episodios de terror a The Guardian. ?Patrizia nos acosaba. Ten¨ªa esp¨ªas en los c¨ªrculos de Maurizio y sab¨ªa todo sobre nuestros planes, sus negocios¡ Todo. Llamaba con frecuencia para amenazarle de muerte?. Y si Maurizio no respond¨ªa, Reggiani mandaba sus ataques en cinta. Algunas de ellas se reprodujeron en el juicio. ?Tu infierno est¨¢ todav¨ªa por llegar?, le advert¨ªa en una. Ante esto, Franchi recomend¨® a su pareja contratar un guardaespaldas, pero Maurizio no se crey¨® ninguna de las amenazas.
La cosa no queda ah¨ª: como cont¨® El Pa¨ªs en un art¨ªculo de 1997, tras el desenga?o amoroso Reggiani escribi¨® un libro que ven¨ªa a ser su venganza contra el clan Gucci. De un extracto, se pod¨ªa leer: ?Hay quien muere en accidente de coche, quien de una enfermedad, y hay quien tiene el privilegio de convertirse en objetivo de un asesino a sueldo?. Tomado como videncia cuando se desvel¨®, acab¨® por identificarse con un proyecto a voz en grito. En su diario, adem¨¢s, apunt¨® la frase ?No hay crimen que el dinero no pueda comprar?, que se us¨® como evidencia en el juicio.
Un pistolero torpe y confesiones de colaboradores
A las 8:30 de la ma?ana del 27 de marzo de 1995 se cometi¨® el crimen. Giuseppe Onorato, portero del edificio del n¨²mero 20 en Via Palestro donde Maurizio ten¨ªa su oficina privada, recordaba lo sucedido en una entrevista hace tres a?os. ?Hac¨ªa una maravillosa ma?ana de primavera, muy tranquila. El se?or Gucci lleg¨® con unas revistas y me dio los buenos d¨ªas. Luego vi una mano bonita y limpia que sosten¨ªa un arma?. Entonces se produjeron los disparos: tres en la espalda y uno en la cara. El primero dio en un gl¨²teo, el segundo en un brazo y el tercero, en la espalda, derrumb¨® al magnate. Despu¨¦s se acerc¨® y lo remat¨®. ?Fue cuando me vio y dispar¨® dos veces. Pens¨¦ que iba a morir?, narra Onorato. No fue as¨ª: el sicario apunt¨® al brazo del hombre antes de salir corriendo, dejando al ¨²nico testigo con vida.
La falta de pericia del asesino result¨® crucial para la resoluci¨®n del caso. Tras 23 meses en los que se exploraron diferentes hip¨®tesis (ajustes con la mafia, grupos adinerados extranjeros con intereses econ¨®micos), la l¨ªnea de investigaci¨®n se desvi¨® a la exmujer de la v¨ªctima. Como narr¨® luego la polic¨ªa, era dif¨ªcil pensar en la mafia, con asesinos a sueldo curtidos en estos menesteres, como responsable. Las pruebas contra Reggiani se acumulaban. Aparte de sus deseos de muerte y sus frases furibundas de su pu?o y letra,?Giuseppina Auriemma, m¨¦dium y amiga ¨ªntima de la viuda negra, reconoci¨® haber contratado al sicario por petici¨®n de Reggiani. Orazio Cicala, el conductor que esperaba al asesino para huir tras matar a Maurizio ¨Cun adicto al juego y g¨¢ngster de palo¨C, tambi¨¦n confes¨®.?Benedetto Ceraulo, el propietario de una pizzer¨ªa condenado como autor material,?sigue declar¨¢ndose inocente.
Reggiani, por su parte, negaba cualquier implicaci¨®n en el caso. ?Es cierto que hablando con determinadas personas, en un ataque de rabia, he podido decir ¡®Ojal¨¢ se muera Maurizio¡¯. Pero nunca imagin¨¦ que suceder¨ªa, ni lo deseaba?, dijo en 2014. Durante todo el juicio y posteriormente, ha mantenido su inocencia y asegurado que todo es un complot de Auriemma para chantajearla. Eso s¨ª, confes¨® que hab¨ªa pagado 300.000 euros a su amiga, que ¨¦sta us¨® para el asesinato, pero Reggiani niega que se los diese para ese cometido.
Nada que pudiese jurar importaba ya. En 1998, la sentencia la encontr¨® culpable de asesinato y la conden¨® a 26 a?os de prisi¨®n por ordenar el asesinato de su exmarido.
Extravagante hasta el final
La personalidad exc¨¦ntrica de Reggiani se ha mantenido intacta desde entonces. Era de todos conocida su debilidad por las joyas, que compraba y llevaba a raudales durante sus a?os de matrimonio con el heredero Gucci. Tambi¨¦n le gustaba pasearse con un loro al hombro, una de sus m¨²ltiples y extra?as mascotas.
Ni el juicio pudo aplacar sus salidas de tono y su peculiar forma de defenderse. Ante el juez, se presentaba con tacones de v¨¦rtigo, sus abrigos de vis¨®n y con pa?uelos de Gucci al cuello. Sobre la trampa que, seg¨²n ella, le hab¨ªa tendido Auriemma, Reggiani asegur¨® durante el juicio: ?Por amigable que parezca, nunca dejes entrar una zorra en el gallinero. Tarde o temprano le entrar¨¢ el hambre?. Cuando, dictada sentencia, se la llevaron a prisi¨®n, sentenci¨®: ?La verdad es hija del tiempo?. Sus abogados intentaron justificar la inocencia de su clienta asegurando que no pod¨ªa haber tramado el asesinato pues hab¨ªa sido operada por un tumor cerebral.
En prisi¨®n, se hizo con un hur¨®n como mascota al que llam¨® Bambi y que muri¨® aplastado accidentalmente por una compa?era de prisi¨®n que se sent¨® sobre ¨¦l. Cuando, en 2011, le ofrecieron salir de prisi¨®n bajo libertad condicional a cambio de trabajos comunitarios, su respuesta fue contundente. ?No he trabajado en toda mi vida, no voy a empezar ahora?. Declin¨® la oferta y prefiri¨® seguir encarcelada. En una entrevista al diario La Repubblica en 2014, se ofreci¨® para trabajar en Gucci. ?Me necesitan. A¨²n me siento una Gucci. De hecho, soy m¨¢s Gucci que todos ellos?.
A su tiempo en la prisi¨®n milanesa de San Vittore, de la que sali¨® en 2016, se refiere como su estancia en la Residencia Vittore. Sobre si su paso por la c¨¢rcel le cambi¨®, asegur¨® que no. ?Siempre he sido la reina?. A los pocos d¨ªas de salir, acosada por las c¨¢maras de un programa sensacionalista italiano, a la pregunta de por qu¨¦ hab¨ªa contratado un sicario en lugar de apretar ella misma el gatillo, su respuesta fue directa. ?No tengo buena vista. No quer¨ªa fallar?.
Luchas por la herencia e intentos de reconciliaci¨®n
En la actualidad, el perfil de Reggiani se ha mantenido mucho m¨¢s bajo. En 2017, el Tribunal de Apelaci¨®n de Mil¨¢n concedi¨® a la?viuda negra?de Italia la compensaci¨®n vitalicia que hab¨ªa pactado con su difunto exmarido al considerar que haber ordenado el asesinato del rico heredero no era suficiente para tumbar el acuerdo. La cifra: un mill¨®n de euros cada a?o, y satisfacer los pagos que no se hab¨ªan llevado a cabo desde que se firm¨® el acuerdo en 1991. El dinero tendr¨ªa que salir del bolsillo de sus hijas, Alessandra y Allegra, que manejan el patrimonio. Las dos han recurrido la sentencia y Reggiani todav¨ªa no ha visto un c¨¦ntimo de la fortuna.
Pocos meses despu¨¦s, un nuevo personaje se sum¨® al drama familiar: Silvana Barbero, la madre de Reggiani. La progenitora cit¨® a su hija en los tribunales con el objetivo de inhabilitarla y nombrar a un administrador que gestione los bienes que espera heredar. La raz¨®n:?la acusaba de ser influenciable, de rodearse de malas compa?¨ªas y alegaba un comportamiento extra?o en los meses anteriores.
En septiembre del a?o pasado, Reggiani iz¨® la bandera blanca. Su propuesta: reducir la pensi¨®n vitalicia y rechazar toda la deuda contra¨ªda a cambio de tres caprichos: poder pasar tiempo en el chal¨¦ familiar del exclusivo enclave suizo Saint Moritz, disponer durante un mes al a?o del velero familiar y ver a sus nietos, con los que no mantiene ninguna relaci¨®n.
Con Ridley Scott todav¨ªa embarcado en otra pel¨ªcula antes de ponerse manos a la obra con la sangrienta historia de Gucci, todav¨ªa queda tiempo para que estos casos se resuelvan antes de que el director se lance a rodar. Solo queda esperar para ver el resultado y si Lady Gaga, en su segunda incursi¨®n en la gran pantalla, vuelve a conquistar a los cr¨ªticos de la Academia del Cine y se lleva otra nominaci¨®n al Oscar.
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