Alfonso Uss¨ªa: ?Nunca llevar¨ªa zapatos de rejilla ni calcetines tobilleros?
Tiene 250 corbatas, solo utiliza calcetines negros y echa de menos los sombreros ?por el simple placer de quit¨¢rselos para saludar?.
Acaba de regresar a las librer¨ªas con Safari, la nueva entrega de su inefable marqu¨¦s de Sotoancho. El periodista Alfonso Uss¨ªa reconoce que cada vez le preocupa menos la ropa, que no le gusta ir de compras y que ha dejado de ponerse zapatos abotinados por no molestarse en atar los cordones.
Sea sincero, ?qui¨¦n viste mejor, usted o el marqu¨¦s de Sotoancho?
?Ahora, ¨¦l. Sin ninguna duda.
?Y eso?
Porque, a diferencia de m¨ª, ¨¦l no ha perdido el sentido de la seducci¨®n. Con los a?os, me he vuelto muy perezoso para arreglarme.
?Y eso, en qu¨¦ se nota?
Va usted como un pincel¡ Pues se nota en que abro el armario y veo unos zapatos ingleses formidables que no me pongo porque me da pereza atarme los cordones.
?Cu¨¢ntas corbatas tiene?
Unas 250. Pero he regalado muchas¡ Las tengo de casi todos los modelos: lisas, de lunares o de cuadros escoceses.
Iba a preguntarle por su favorita, pero entre 250 no lo tendr¨¢ muy claro.
Pues no tengo duda: son dos que no utilizo y que conservo enmarcadas.
Cu¨¦nteme la historia; porque imagino que la tendr¨¢n.
Una me la regal¨® su majestad el rey. La llevaba puesta en una cena en casa de don Juan, y me pas¨¦ la noche pidiendo que me la cambiase por la que yo llevaba. No me hizo ni caso. Pero, al marcharse, me la dej¨® en un sobre con una carta. La otra me la pint¨® mi querido Antonio Mingote. Est¨¢ decorada con copos de nieve que caen sobre el paraguas de un hombre.
?Tiene man¨ªas con la ropa?
Tengo pocas. Pero todos mis calcetines son negros. Y mis trajes, grises.
?Qu¨¦ le sienta mejor?
Los sombreros. Sobre todo los de ala ancha. Habr¨ªa que hacer algo por ponerlos de moda, no tanto por proteger la cabeza como por el placer de quit¨¢rselos para saludar.
Es usted un hombre elegante. ?Alguna vez se ha sentido rid¨ªculo?
En una ocasi¨®n hab¨ªa encargado unas chaquetas de teba a la casa Bel y C¨ªa, en Barcelona. Una era azul, otra gris y otra granate. Y cuando me puse la granate me di cuenta de que se parec¨ªa a las rojas de los de Iberia. Y eso est¨¢ muy bien para ellos, pero yo me encontr¨¦ horrible.
?Qu¨¦ le parecen esas listas de elegantes que las revistas publican cada a?o?
No las entiendo. La elegancia tiene muy poco que ver con la ropa, es una cuesti¨®n de huesos, de forma de moverse, de hablar. El que quiere ser elegante, generalmente, no lo es.
?Qu¨¦ es lo m¨¢s bonito que hay en su armario?
Veinticuatro polos del ?Giralda?, el barco de don Juan, que us¨¦ cada una de las veces que navegu¨¦ con ¨¦l. Los guardo como oro en pa?o.
?Utiliza gemelos?
Antes s¨ª, pero tambi¨¦n en eso ha ganado la comodidad. Tengo una colecci¨®n con el s¨ªmbolo juanista. Durante el franquismo, en un piso de la calle Rosales hab¨ªa un joyero que hac¨ªa unos gemelos con el grabado ?Juan III?. Los conservo con cari?o.
?Hay algo que no se pondr¨ªa nunca?
S¨ª, calcetines claritos y cortos, de esos tobilleros. Y zapatos de rejilla. Ni Sotoancho ni yo usamos esas cosas.
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