El poder de los pechos no tiene l¨ªmites
S¨ªmbolo de la feminidad y reclamo er¨®tico por excelencia, los pechos est¨¢n dotados de m¨²ltiples habilidades y pueden hasta conducir a la mujer al orgasmo.
Pocos ¨®rganos son tan multifuncionales y poderosos como los pechos femeninos. Sirven de reclamo er¨®tico, su sola estimulaci¨®n puede desencadenar orgasmos a su propietaria o procurar los del hombre ¨C por obra y gracia de las ¡°cubanas¡±-, fabrican uno de los alimentos m¨¢s completos y equilibrados que existen, tienen una estrecha relaci¨®n con nuestra psicolog¨ªa, complejos y autoestima y, por servir, sirven hasta para protestar y tratar de cambiar el mundo, como bien saben las chicas de Femen. Polifac¨¦ticos hasta l¨ªmites insospechados, los senos pueden ser dulces o rebeldes; encarnar el lado m¨¢s rancio y cursi de la feminidad, o el m¨¢s combativo y peligroso. En numerosas ocasiones, a lo largo de la historia, han simbolizado el rechazo a lo establecido. Seg¨²n dice Lorena S¨¢nchez en su blog para Quo Hom¨ªnidas, ¡°durante la Revoluci¨®n Francesa el pecho de la mujer se convirti¨® en un s¨ªmbolo contra la burgues¨ªa. La madre que amamanta a su beb¨¦ se identific¨® con la ¡°ciudadan¨ªa responsable¡± en oposici¨®n a la costumbre de pagar a nodrizas que alimentaban a los hijos de la aristocracia. Los ideales igualitarios de la Ilustraci¨®n se representaban con la imagen de una mujer que ofrece sus m¨²ltiples senos a todos los ciudadanos y La Rep¨²blica es representada por una mujer con gorro frigio y, ocasionalmente, con el pecho desnudo¡±. La novia de Mazinger Z, Afrodita, que lanzaba sus armas secretas al grito de ¡°pechos fuera¡±, no era una met¨¢fora tan fant¨¢stica ni exagerada de las incre¨ªbles capacidades de esta parte de la anatom¨ªa femenina.
Sexualmente los pechos han sido siempre protagonistas principales, hasta el punto de que, como comenta Francisca Molero, sex¨®loga, ginec¨®loga y directora del Institut Clinic de Sexolog¨ªa, de Barcelona, ¡°si la masculinidad se identifica, a nivel sexual, con el pene; la feminidad lo hace con los senos¡±.
Muchas se quejan de que sus parejas no son muy expertas a la hora de tocarles los pechos. Sin embargo, resulta complicado generalizar y los gustos var¨ªan tanto como las personas. Como Molero apunta, ¡°hay mujeres que tienen las mamas muy sensibles y cualquier roce les molesta y las hay que necesitan una estimulaci¨®n muy contundente. A parte del hecho de que su sensibilidad y su tama?o cambia dependiendo de muchos factores: si se tiene la menstruaci¨®n, si se est¨¢ embarazada o si se toman anticonceptivos orales¡±. Lo que es seguro es que su contribuci¨®n a la excitaci¨®n es enorme y que hay una ligaz¨®n entre el pez¨®n y el cl¨ªtoris, algo que muchas mujeres ya sab¨ªan por experiencia, pero que la ciencia acaba de descubrir. Expertos de la Universidad de Rutgers, en EE.UU., crearon en 2011 un mapa cerebral del placer sexual femenino. A trav¨¦s de esc¨¢neres, los investigadores pudieron identificar las ¨¢reas del cerebro implicadas en la excitaci¨®n de los genitales femeninos. Los resultados, publicados en el Journal of Sexual Medicine, sorprendieron: la estimulaci¨®n del cl¨ªtoris no es la ¨²nica que activa la corteza sensorial, como se pensaba, sino que estimular la vagina, el cuello del ¨²tero e incluso los pezones, tambi¨¦n desencadenan respuestas cerebrales. El bi¨®logo Barry Komisaruk, autor principal del estudio, explicaba al diario argentino Perfil: ¡°Lo inesperado fue, adem¨¢s, que la autoestimulaci¨®n del pez¨®n activa las mismas ¨¢reas cerebrales que la regi¨®n genital¡±. Lo que explica que algunas mujeres puedan llegar al orgasmo con la sola masturbaci¨®n de sus pechos.
Biol¨®gicamente, la raza humana es la ¨²nica que tiene una relaci¨®n tan estrecha y poderosa con los senos. A diferencia de lo que ocurre con la mujer, que desarrolla sus mamas al llegar a la pubertad, al resto de los primates solo le crecen los pechos mientras amamantan a sus cr¨ªas. Algunas hip¨®tesis cient¨ªficas indican que esta situaci¨®n puede ser un indicador de la capacidad reproductiva, aunque el antrop¨®logo Desmond Morris tiene otra versi¨®n m¨¢s interesante. Morris daba prioridad a la funci¨®n sexual sobre la maternal, al dibujar la hip¨®tesis de que al empezar a caminar erguida nuestra especie, las nalgas perdieron el protagonismo de reclamo para el macho y la evoluci¨®n favoreci¨® el desarrollo de los senos como sustitutivo.
En su obra La mujer desnuda (2005, Planeta) este antrop¨®logo ingl¨¦s dec¨ªa, ¡°los pechos femeninos han recibido m¨¢s atenci¨®n er¨®tica por parte de los varones que ninguna otra parte del cuerpo. Enfocar una atenci¨®n extrema sobre los genitales ser¨ªa excesivo y hacerlo sobre otras partes de la anatom¨ªa es insuficiente. Los pechos son, en cambio, el perfecto t¨¦rmino medio: una zona tab¨², pero no demasiado escandalosa¡±.
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Anita Ekberg en la Dolce Vita.
Cordon Press
Esta fijaci¨®n at¨¢vica de los hombres por los escotes o la costumbre de hablarle al canalillo, cuando est¨¢n frente a una mujer, ha sido ya bautizada por el Urban Dictionary como booblivious, que literalmente significa: Distraerse tanto ante la presencia de unos pechos que no se responde, aunque te llamen por el nombre¡±. Como apunta un art¨ªculo de la revista Men¡¯s Health sobre este tema, ¡°en la Universidad Victoria de Wellington, en Nueva Zelanda, cient¨ªficos descubrieron que el 47% de los hombres al conocer a una mujer, se fijan primero en los senos, y tambi¨¦n los miran durante m¨¢s tiempo que cualquier otra parte del cuerpo¡±.
Esta obsesi¨®n ha sido explicada en un libro, The Chemistry Between Us: Love, Sex and the Science of Attraction (Current, 2012), de Larry Young, experto en el campo de la neurociencia social, y Brian Alexander. Seg¨²n estos autores, una de las razones por las que los hombres heterosexuales est¨¢n fascinados con los senos femeninos es una hormona liberada durante la lactancia, la oxitocina, que forma un poderoso v¨ªnculo entre la madre y el beb¨¦, y que tambi¨¦n tiene la funci¨®n de crear una unidad en la evoluci¨®n de una relaci¨®n entre dos amantes.
Por una vez en la vida ambos sexos se muestran de acuerdo, ya que si a los hombres les gusta tocar los pechos, a las mujeres tambi¨¦n nos gusta que nos los toquen. Seg¨²n unos estudios realizados por Roy Levin, de la Universidad de Sheffield, y Cindy Meston, de la Universidad de Texas, en los que hubo 301 participantes, incluyendo 153 del g¨¦nero femenino, se lleg¨® a la conclusi¨®n de que el 82% de las mujeres estaban m¨¢s excitadas si sus pechos eran estimulados, y cerca del 60% ped¨ªan que les tocaran los pezones.
Young y Alexander creen que la oxitocina, liberada durante la lactancia, afecta tambi¨¦n a la madre, le produce placer (aunque a algunas mujeres dar el pecho les resulte muy doloroso) y motiva la uni¨®n madre-hijo. Su explicaci¨®n es que durante los tocamientos, masajes o estimulaci¨®n oral de los pechos de las mujeres, se realiza un proceso similar al que se da durante la lactancia, provocando la misma sensaci¨®n placentera. Desmond Morris, por su parte, zanja la cuesti¨®n en La mujer desnuda con esta cita: ¡°la conclusi¨®n inevitable es que la forma hemisf¨¦rica de los pechos no es un desarrollo maternal. En cambio tiene que ver con la se?alizaci¨®n sexual. Esto significa que las sugerencias de que el inter¨¦s del hombre en los pechos es ¡°infantil¡± o ¡°regresivo¡± son infundadas. La respuesta masculina a los pechos prominentes de una virgen o una hembra no lactante es una reacci¨®n a un indicador sexual primitivo de la especie humana¡±.
Si los hombres son todos unos booblivious, aunque sea por razones antropol¨®gicas, las mujeres no nos libramos tampoco de este adjetivo, aunque por otros motivos. Como apuntaba Francisca Molero, los pechos son nuestra se?a de identidad sexual y, como le pasa al hombre con su pene, nuestra autoestima est¨¢, no pocas veces, ligada a la forma y turgencia de nuestras armas de destrucci¨®n masiva o a la talla de nuestro sujetador. ¡°De la seguridad que una mujer tenga respecto a sus mamas¡±, apunta esta sex¨®loga, ¡°depender¨¢ su sensibilidad y actitud sexual. Si alguien no se siente c¨®moda con sus pechos, es probable que experimente menos placer cuando se los estimulan o que se niegue a hacer ciertas posturas ¨Cella encima¨C, porque querr¨¢ esconderlos o mostrarlos lo menos posible¡±.
Para colmo, las modas cambian y unas veces se llevan los senos peque?os, que quepan en copas de champ¨¢n y otras gigantescos, aunque no tanto como los de Annie Hawkins, la mujer con el pecho m¨¢s grande del mundo, seg¨²n el libro Guiness de los R¨¦cords. S¨®lo su delantera pesa 50 kilos, su contorno mide casi 1,78 cms, y su talla es la 102 ZZZ, y todo es natural.
Tal vez Russ Meyer, el director de cine m¨¢s obsesionado con las tetas de grandes dimensiones, hubiera fichado a Annie para alguna de sus pel¨ªculas. Hablando de pechos, no podr¨ªamos olvidar al creador de pel¨ªculas, ya de culto, como Supervixens (1975), Lorna (1964) o Faster, Pussicat! Kill! Kill! (1965), venerado por otros chicos malos de la filmograf¨ªa como Tarantino o John Waters. Algunos ven sus pel¨ªculas como meros ejemplos de la serie B, pero yo estoy m¨¢s de acuerdo con Josep Lapidario en su art¨ªculo para Jot Down, titulado Russ Meyer: Mucho m¨¢s que un par de tetas, donde apunta: ¡°En los mojigatos sesenta Meyer retrat¨® mujeres que luchan (a veces literalmente, v¨¦ase la escena del pajar de Supervixens) con los hombres para conseguir su propia satisfacci¨®n sexual, y que se enfrentan a dur¨ªsimas y violentas situaciones de las que suelen salir victoriosas. Se podr¨ªa decir que Meyer era un feminista involuntario, en sus pel¨ªculas y en la vida. Soltaba border¨ªas machistas para escandalizar (¡°jam¨¢s he visto una feminista guapa¡±), pero fue una mujer quien dirigi¨® su distribuidora y coprodujo muchas de sus pel¨ªculas en una ¨¦poca en que la presencia femenina en los despachos de Hollywood era casi inexistente¡±.
Una de mis hero¨ªnas favoritas es la actriz Tura Satana, que protagoniz¨® una de sus cintas y que, adem¨¢s de una buena delantera, tuvo una vida de leyenda. Hija de padre japon¨¦s-filipino y madre cheyenne-escocesa-irlandesa, estudi¨® aikido y karate para vengarse de los que la violaron cuando solo ten¨ªa diez a?os, y lo hizo al puro estilo Kill Bill. Lider¨® una banda de moteras delincuentes, fue cantante de blues, bailarina de burlesque y stripper, con el nombre de ¡°Galatea, la estatua viviente¡±, y le dio calabazas a Elvis Presley, cuando este le propuso matrimonio. Como cuenta Lapidario en su art¨ªculo, refiri¨¦ndose al rodaje de Faster, Pussicat! Kill! Kill!, la pel¨ªcula que Tura protagoniz¨® para Meyer, ¡°cuando le informaron de la regla n¨²mero uno de los rodajes meyerianos (¡°aqu¨ª no se folla¡±) Tura se present¨® ante el director diciendo ¡°si no hago el amor al menos una vez al d¨ªa me pongo de mal humor y no actuar¨¦ bien, Russ¡±. Meyer se ofreci¨® a ¡°ser su semental¡±, siempre dispuesto a sacrificarse por sus pel¨ªculas, pero ella prefiri¨® a un ayudante de c¨¢mara al que exprimi¨® durante todo el rodaje¡±.
Los pechos son tambi¨¦n un arma de protesta, como bien saben las chicas de FEMEN.
Corbis
Tura Satana en Pussicat! Kill! Kill!.
Everett Collection
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