?Miqui?o m¨ªo?: cuando las escritoras se carteaban y se desnudaban al mundo con letras
Al tratarse de textos que no est¨¢n pensados para sus publicaci¨®n, los hace m¨¢s humanos, e incluso podemos empatizar mejor con las experiencias y vicisitudes que se narran.
Estos d¨ªas de postales e intercambios de whatsapps copiados y pegados, se recuerda con a?oranza cuando dedic¨¢bamos quince minutos de nuestra acelerada vida a contar novedades de pu?o y letra. O como ha hecho la cineasta Carla Sim¨®n con la directora chilena Dominga Sotomayor, cartas en formato audiovisual en un documental llamado Correspondencia. Sean como sean las cartas interesan, las propias y ajenas, porque son como mirar por el cerrojo, como vivir la vida de la otra, como sentir a la otra persona cerca aunque por espacio-tiempo sea imposible.?Fran Garcera es investigador del grupo Escritoras y Escrituras de la Universidad de Sevilla y considera que el g¨¦nero epistolar es una escritura pensada para la intimidad y, por tanto, es un espacio libre para la espontaneidad y las confesiones m¨¢s sorprendentes. Al tratarse de textos que no est¨¢n pensados para sus publicaci¨®n, los hace m¨¢s humanos, e incluso, podemos empatizar mejor con las experiencias y vicisitudes que se narran.
A Fran Garcera la ¨²ltima correspondencia publicada que le ha fascinado ha sido la intercambiada entre Elena Fort¨²n y su amiga In¨¦s Field, cuya edici¨®n ha corrido a cargo de Nuria Capdevila-Arg¨¹elles en la editorial Renacimiento. Elena Fort¨²n fue una mujer nacida en 1986 totalmente armarizada, escritora de la colecci¨®n de libros Celia por el mundo (pilar de la literatura infantil de nuestras abuelas). Elena (que en realidad se llama Encarnaci¨®n Aragoneses) en los 20 a?os se cas¨® con un militar mucho mayor que ella. En 1934 Manuel Aguilar decide publicarle los Celias. ¡°La ni?a rara¡± en palabras de Carmen Mart¨ªn Gaite, revent¨® ventas, pero Mart¨ªn Gaite cuenta en su Pido la palabra que el marido de Elena-Encarnaci¨®n consideraba que lo que su mujer hac¨ªa no era serio, que era como ¡°pintar abanicos¡±. Elena Fort¨²n lleg¨® a escribir durante a?os encerrada en el lavabo por no enfrentarse a su marido.??
La profesora Nuria Capdevila-Arg¨¹elles, investigadora de las autoras de la Edad de Plata, dice que ellas en los a?os 20 y 30 del siglo pasado s¨ª empleaban el carteo. Nuria las llama las ¡°autoras inciertas¡± porque siempre se sintieron ciudadanas de segunda como literatas tambi¨¦n en el pa¨ªs predominantemente masculino de la autor¨ªa. La publicaci¨®n de las cartas ¨ªntimas de Elena Fort¨²n se las debemos a Marisol Dorao, una profesora gaditana tan fan¨¢tica de Fort¨²n como Nuria Capdevila-Arg¨¹elles. Dice Nuria: ?No lleg¨® a trabajarlo a fondo porque se puso enferma. Verti¨® parte de la correspondencia de Fort¨²n en una biograf¨ªa que no pudo rematar como hubiese querido por el largo Alzheimer que sufri¨®. Al principio de mi carrera acad¨¦mica nos escrib¨ªamos, a pesar de que ya no estaba bien. Ella me dijo en su d¨ªa que llegar¨ªa el momento de revelar que hab¨ªa aspectos de la vida de ¡°Encarna¡± relacionados con la homosexualidad y la identidad de g¨¦nero. Publicar la novela Oculto sendero fue la salida oficial del armario de Elena Fort¨²n 65 a?os despu¨¦s de su muerte.
Las cartas de Fort¨²n a In¨¦s Field abarcan los ¨²ltimos a?os de la vida de Fort¨²n, desde finales de 1948, cuando abandona Argentina por primera vez para tramitar el regreso a Espa?a (estuvo exiliada), hasta abril de 1951, un mes antes de su muerte. Entre ambas fechas leemos sobre el suicidio de su esposo, la experiencia del regreso a Espa?a con el consiguiente sentimiento de sentirse extranjera en su tierra y un viaje a Estados Unidos a casa de su hijo y nuera, que viv¨ªan en Orange. Dice la profesora Nuria Capdevila-Arg¨¹elles que ese regreso final incluye una cr¨®nica de la enfermedad y de la agon¨ªa que considera ¨²nica en nuestras letras, y que nos asoma a un mundo de varias generaciones de mujeres vinculadas entre s¨ª por esta madre literaria que fue Fort¨²n. Las cartas de Elena Fort¨²n abrigan y arropan, tantos a?os despu¨¦s siguen vivas.
Se mueren las escritoras pero, entre la amalgama de objetos y fotograf¨ªas que dejan, ?puede haber algo m¨¢s m¨¢gico que un manojo de cartas?, ?puede haber algo que lata con tanta fuerza como las letras a pluma, l¨¢piz o boli de una mujer a pecho descubierto? En este a?o Gald¨®s, lean Fortunata y Jacinta por una cuesti¨®n casi de salud, sorpresa la nuestra cuando aparecen las cartas privadas e ¨ªntimas entre el se?or de los Episodios nacionales y la se?ora de los Pazos de Ulloa. Dice Isabel Parre?o, la recolectora y coeditora de estas cartas publicadas por Turner, que en ellas se ve una evoluci¨®n en su relaci¨®n: desde la admiraci¨®n de una Emilia Pardo Baz¨¢n, joven escritora, hacia un Gald¨®s ya consagrado y calificado de maestro; pasando por una relaci¨®n de amistad muy intensa y c¨®mplice, para derivar en una relaci¨®n amorosa absolutamente libre y apasionada en sus formas de expresi¨®n. Las cartas terminan, al final de sus d¨ªas, con un tono nost¨¢lgico y siempre leal a la amistad que mantuvieron a lo largo de los a?os. ?Se puede decir tanto en tan poco con ese ¡°miqui?o m¨ªo¡± con el que se dirig¨ªa a Don Benito?
Otra mujer nost¨¢lgica de los tiempos de la espera al cartero es Laura Tremoleda, directora del programa del Canal 33 (Televisi¨® de Catalunya) Correspondenci¨¨s. Laura me cuenta que siempre ha tenido inter¨¦s en los libros de cartas: ¡°Me parece una manera de conocer a una persona sin que la persona sea consciente, porque esas cartas no han sido escritas para compartirlas con nadie m¨¢s que con su destinatario¡±. En 2010 lleg¨® al CCCB una exposici¨®n en la que Laura Tromoleda descubri¨® las correspondencias f¨ªlmicas donde diferentes cineastas se enviaban videocartas (Isaki Lacuesta, Jonas Mekas, V¨ªctor Erice, Abbas Kariostami). He ah¨ª, ?eureka! De ah¨ª nacen los seis cap¨ªtulos de Correspondenci¨¨s en los que distintas mujeres dialogan a trav¨¦s de cartas filmadas ¡°sobre qu¨¦ significa ser mujer. No nos interesaba tanto preguntar qu¨¦ es el feminismo o qu¨¦ quiere decir ser feminista, sino ir a la ra¨ªz del feminismo que es preguntarse constantemente qu¨¦ significa ser mujer¡±.
Dice Laura Tremoleda sobre sus cartas f¨ªlmicas: ¡°Me interesaba que las espectadoras sintieran que entraban en una intimidad en la que a priori no estaban invitadas, como un privilegio, como si miraran esos retazos de vida por el agujerito de una cerradura. A diferencia de la exposici¨®n narcisista y casi enfermiza de las redes sociales, ese gran show del yo, donde solo se quiere ser reconocido de forma inmediata y de forma cuantitativa (a trav¨¦s de los likes), las videocartas buscan despertar en el receptor una nueva reflexi¨®n¡±.
Entre las mujeres carteantes o carteadoras de Correspondenci¨¨s encontramos a la ensayista Ingrid Guardiola, que se escribe con la catedr¨¢tica de estudios de g¨¦nero Marta Segarra. Con ese amor y vicio profundo de recibir noticias de la otra, ambas mujeres siguieron con su correspondencia una vez finalizado incluso el programa. La editorial catalana Arc¨¤dia las ha reci¨¦n publicado para que las voyeurs no nos quedemos a medio hacer. Y, sinceramente, corto se me ha quedado el nunca mejor dicho corto Correspondencias (salido del programa del Canal 33, puede verse en Filmin hasta el domingo 20 por el Festival DocumentaMadrid) entre la directora de la peli Estiu 1993, Carla Sim¨®n, y la directora chilena (todo un descubrimiento para m¨ª) Dominga Sotomayor. Las cartas audiovisuales de Carla y Dominga hablan sobre sus madres, sus abuelas, sobre la maternidad y la conciliaci¨®n con ser cineasta. Tratan sobre mujeres, las que fueron y las que ser¨¢n, las que pudieron escribir todas las cartas que el tiempo les permiti¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.