Un cuento de verano de Anna Pacheco: ¡®Gracias por confiar en nosotros¡¯
Durante el mes de julio y agosto, en ¡®Lo raro es vivir¡¯, la newsletter de S Moda, dos autoras han tomado los mandos y han escrito un relato que ped¨ªa un ¨²nico requisito: que ocurriese en verano. Este es el relato de Anna Pacheco?que se envi¨® el pasado 21 de julio).?Puedes suscribirte a nuestro bolet¨ªn sobre cultura, feminismo e intimidad, aqu¨ª.
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La verdad es que la parejita del fondo se hab¨ªa comportado. Al menos, se hab¨ªa limitado a hacer lo que hacen las parejitas en vacaciones: ocupar una mesa vestidos con much¨ªsima intenci¨®n y mirar a otras mesas con los ojos fatigados hasta que llega la comida. A Lita le gustaba mucho observar a las parejitas reci¨¦n lavadas. Siempre que no molestaran. A veces, se mostraban tan cansados (?de caminar? ?de ver? ?de hablar?) que observarlos era como ver una pel¨ªcula a c¨¢mara lenta. Entre pedido y pedido, ese par segu¨ªa arranc¨¢ndose las palabras, as¨ª que pod¨ªas seguir la conversaci¨®n casi en su totalidad. Era un entretenimiento muy accesible. ?Pero estos apenas hablaban de nada interesante! Adem¨¢s, especul¨® Lita, deb¨ªan de ser de clase media alta (la chica m¨¢s pija que el chico segur¨ªsimo), pues comprob¨® que eran el tipo de personas que parec¨ªan habituadas a ser servidas. Alguna gente tend¨ªa a silenciarse inc¨®modamente cuando los platos llegaban a la mesa. Tos¨ªan. Intercambiaban algunas palabras de cortes¨ªa. Miraban a un punto fijo del suelo. Cortaban a cachitos las puntas del mantel. Oh. Realmente eso tambi¨¦n lo odiaba. Pero ellos, no: simplemente actuaban como si no tuvieran una paella de marisco frente a ellos y un ser humano sirvi¨¦ndosela con cuidado.
La parejita comi¨® m¨¢s, claro que comi¨®: ostras, mejillones al vapor, ensalada de tomate y pan. Eso de entrantes. De postre: helados. Se lo comieron todo y repitieron pan para mojar la salsa. Y ¨¦l se comi¨® otro helado y otro helado m¨¢s despu¨¦s, lo cual le hizo preguntarse a Lita qu¨¦ clase de persona pide tres helados seguidos. No ten¨ªa respuesta para eso y lo dej¨® pasar, como tantas cosas hab¨ªa que ir dejando pasar a lo largo del d¨ªa para seguir viviendo.
Las parejitas enga?an, le hab¨ªa dicho una compa?era, Asun, el d¨ªa antes de marcharse y le recomend¨® que su ¨²ltimo d¨ªa de trabajo hiciera algo de despedida. ?Qu¨¦? No entiendo, qu¨¦ dices, dijo Lita. Asun dimiti¨® un d¨ªa (ese fue un buen d¨ªa) pero nunca le cont¨® lo que iba a hacer. La jefa se puso de los nervios lamentando la falta de personal aquel verano, cosa que, seg¨²n ella, probaba que la gente de hoy en d¨ªa y, sobre todo, los j¨®venes eran unos consentidos. El d¨ªa que march¨® Asun, la jefa solo lanz¨® improperios sobre ella y no paraba de repetir que, en realidad, Asun nunca hab¨ªa funcionado. Lita, mientras tanto, hizo ver que no la escuchaba y se puso a ordenar cajones, que es lo que hab¨ªa que hacer cuando estaban todas las tareas hechas y el chiringuito cerrado. ?Consistir¨ªa en eso funcionar? A saber.
Lita era disciplinada y obediente pero cada vez que sonre¨ªa se le cerraban los ojos, cosa que en alguna ocasi¨®n le hab¨ªa tra¨ªdo problemas. Su jefa dec¨ªa que sonre¨ªr cerrando los ojos quedaba raro. Bueno, pues es mi forma de sonre¨ªr, le hab¨ªa replicado en alguna ocasi¨®n. Pues es que si cierras tanto los ojos parece que no te importen las cosas. Ahhhhh. Las cosas. Una discusi¨®n encallada. As¨ª que podemos decir que Lita hac¨ªa caso en todo a su jefa excepto lo de no sonre¨ªr con los ojos cerrados.
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Despu¨¦s de unas semanas trabajando, su cabeza parec¨ªa haberse emancipado de su cuerpo; iba sola, en autom¨¢tico, de manera que siempre parec¨ªa estar hablando con un cliente.?Por?fuera era Lita, pero?por?dentro se parec¨ªa m¨¢s a un ordenador escacharrado: ?Por?favor!?Gracias?por?venir. Un abrazo,?gracias,?gracias, fue un verdadero placer teneros en el chiringuito Bar Lafuente. Sois unos novios muy guapos y hac¨¦is una pareja estupenda. ?Cu¨¢ndo pens¨¢is casaros? En verdad no me importa cu¨¢ndo pens¨¢is casaros. No s¨¦?por?qu¨¦ lo he preguntado!!!! Perd¨®n. ?Disfrutad de las vacaciones, familia! Lo hab¨¦is hecho muy bien eso de sentaros y comer estas navajas. Se nota que sois amantes del pescado. Esto ni lo hab¨¦is tocado, pero no pasa nada. ?Lo tiramos en un minuto! Esos ni?os apenas han molestado. En absoluto, ?qu¨¦ dices! La ni?a es una cosa genial. S¨ª, y adem¨¢s espabilada. Todos tus hijos est¨¢n totalmente espabilados.?Por?favor. Qu¨¦ dices, hombre, os invito yo este chupito de limoncello pero no te olvides de puntuarnos. Jajaja. Te lo suplico. Val¨®ranos. ?Por?algo somos la nota m¨¢s alta de la zona! ?Ves esta gota que me chorrea?por?la espalda, ni?a? No es sudor. Es una l¨¢grima de espalda.
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Fin del verano. Lleg¨® el ¨²ltimo d¨ªa de Lita y record¨® algo m¨¢s de las palabras de Asun el d¨ªa de su despedida: ¡°Te dejo aqu¨ª mis claves¡± (las dej¨® debajo del caj¨®n de los cubiertos). Respingo__37. Era una cuenta colaborativa. Su jefa les ten¨ªa terminamente prohibido hacer eso que estaba a punto de hacer, aunque ella misma tambi¨¦n hab¨ªa sucumbido alguna vez desde su cuenta de Propietaria. El placer era inmediato. Te sentir¨¢s mejor, le dijo Asun, record¨® esas palabras. Creeme. En serio. Lo digo totalmente en serio.
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Efectivamente, la parejita enga?aba. Y mucha otra gente. Se despidieron diciendo: Todo bien,?gracias,?gracias,?gracias. Un placer. Pero en internet escribieron:
Servicio lento. Lent¨ªsimo.
Camarera ausente (cierra los ojos cuando se r¨ªe).
El tercer helado no era de nuestro agrado.
?El arroz? Los hemos probado mejores.
Volver no volveremos.
Dos estrellas y?gracias.
Lita contest¨®:
Nadie deber¨ªa comer de postre tres helados id¨¦nticos.
Es redundante, pero sobre todo completamente rid¨ªculo, incluso si tienes 6 a?os.
Parec¨ªais aburridos y creo que esa es la raz¨®n?por?la que el tiempo os pasa lento.
Pero eso es otro tema.
Vosotros no volver¨¦is, me alegro.
Pero yo tampoco y eso es todav¨ªa mejor.
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