Princesas de otros mundos
Llevan trajes ceremoniales elaborados con tejidos de tradici¨®n milenaria en cuyas tramas residen viejos esp¨ªrituros. Definitivamente, la suya es otra forma de entender el vestir.
Seg¨²n cuenta la leyenda, muchos siglos atr¨¢s, los nobles de Majapahit convirtieron en piedras sus telares, fabricados con materiales preciosos, con el fin de protegerlos. Despu¨¦s, pidieron a un p¨¢jaro que llevara esas piedras a un lugar seguro. Cuando este volaba sobre la isla de Java (Indonesia) perdi¨® una y el lugar donde cay¨® se llam¨® Tuban o Piedra Ca¨ªda. Hoy, las mujeres de aquella zona urden este y otros mitos con hilos de seda en tejedoras igual de preciosas que las de la leyenda.
A los ojos occidentales, las telas que fabrican estas mujeres son objetos suntuosos y ex¨®ticos, elaborados con fibras codiciadas por los viajeros de todas las ¨¦pocas. La legendaria Ruta de la seda se encarg¨® de traerlas en el siglo II, aunque el nombre del trayecto que conectaba China con Europa lo acu?¨® Ferdinand Freiherr von Richthofen en 1877. Pero en Oriente, estos tejidos y sus dise?os tienen funciones tanto vitales como mortuorias: hacen honores a los dioses, son un distintivo de clanes para reencontrarse con los ancestros en la otra vida, lanzan mensajes sobre el estado civil de quienes los llevan, son s¨ªmbolo de pertenencia a diferentes castas y, para muchos pueblos, suponen junto con la agricultura la base de su sustento.
Cuando la moda burguesa europea constru¨ªa en torno al cors¨¦ kilos de faldas y enaguas ampulosas, las mujeres en Jap¨®n llevaban quimonos; en But¨¢n, kiras; en India, saris; en Tailandia, sabai; en Malasia, songket; en Brun¨¦i, jong sarat; y en Indonesia, cepuk, poleng y songket. Hoy, la princesa Letizia viste vaqueros, pero sus hom¨®logas orientales siguen llevando los trajes tradicionales de sus antepasadas. ?Sus formas no var¨ªan, hay una sola silueta que est¨¢ sujeta a c¨®digos religiosos y culturales?, explica V¨¦ronique Bottero, fundadora y dise?adora de la firma Aggabarti, y estudiosa de las culturas orientales. ?Por eso, en los pa¨ªses asi¨¢ticos tiene tanta importancia el dibujo y la riqueza de la tela?.
Lo record¨® la boda de Jetsun Pema, la butanesa sin sangre azul que se cas¨® con el rey drag¨®n de este pa¨ªs el pasado octubre. Sus vestidos, de un amarillo que solo puede concebirse en las laderas del Himalaya, llamaron la atenci¨®n del mundo occidental y la plebeya coronada se erigi¨® tambi¨¦n en icono de estilo en las revistas de moda. Para la gran ceremonia ¨Clos festejos se prolongaron d¨ªas¨C la ya reina luci¨® una tiara con dos ave f¨¦nix (s¨ªmbolo de la longevidad) bordados en rojo, amarillo, verde y azul, dise?ada por Lopon Ugyen; unos zapatos de tac¨®n, con el mismo motivo, de Steve Madden; un collar de coral rojo, regalo de la reina madre Ashi Tshering Yangden Wangchuck; un kira amarillo con un wanju (blusa), un tego (chaqueta) y un rachu (o banda a modo de chal) a juego, elaborados por las tejedoras de la casa real y procedentes de la regi¨®n de Khoma. Salvo por el precio ¨C3.000 euros¨C, que depende de la calidad de la tela, lo brillante de sus colores y la complejidad de su dise?o, su traje de novia no se diferencia de los de sus s¨²bditas. Las mujeres en But¨¢n llevan kira a diario, no solo por gusto o amor a la tradici¨®n, sino porque la autoridades, en un af¨¢n desmedido por proteger la industria textil del pa¨ªs, lo imponen como obligaci¨®n, so pena de multa o incluso de c¨¢rcel. Como toda transgresi¨®n, ellas se permiten llevar medio kira (solo la falda) con el tego y botas moteras, la ¨²ltima moda ¨Ca debate¨C en el pa¨ªs.
Las ni?as all¨ª quieren llevar camisetas de Zara, y en la otra mitad del mundo juegan a ser la amada de Aladino. Las princesas en Oriente siguen siendo de cuento. Sus trajes se tejen durante a?os y sus hilanderas bien pueden ser brujas o hadas. Gusti Kanjeng Ratu Bendara, la hija del sult¨¢n Hamengkubuwono X de Indonesia, se cas¨® con un juego de vestidos songket de seda, con urdimbre de oro y plata e hilos te?idos de forma natural, una t¨¦cnica exclusiva hasta hace dos d¨¦cadas para las castas altas de Bali. En su confecci¨®n, desde que se recolecta la seda hasta que el traje sale del taller, se emplean hasta 24 meses. Los dibujos de sus telas, dicen, encierran esp¨ªritus. Algunos patrones representan a las m¨ªticas figuras del teatro de sombras de Wayang. Tejerlos es un acto tan peligroso como ir a la guerra: un error puede provocar un gran da?o espiritual o incluso la muerte. Las mujeres de Borneo, uno de los centros textiles del pa¨ªs, ganan respeto en sus comunidades con cada tela ceremonial que acaban. ?Cuando se trabaja en el dibujo de un animal, no puedes parar o su esp¨ªritu te ataca?, explica a S?Moda la maestra de tejedoras Veronikha Kanyan. Por eso, las ni?as que quieren hilar deben aprender a respetar a sus antepasados y a las deidades. La destreza en el tratamiento de las fibras y de las herramientas est¨¢ cargada de ense?anzas del m¨¢s all¨¢. La influencia de sus creaciones llega a Occidente desprendida de toda carga m¨ªstica. Los riesgos recaen en el manejo de los materiales. Gabriella Cortese, de Antik Batik, usa estos dise?os como inspiraci¨®n: ?Cuando visit¨¦ el mausoleo del emperador Qin en Xian, me qued¨¦ prendada del uniforme de la guardia real y decid¨ª bordar lentejuelas met¨¢licas en los vestidos?.
M¨¢s all¨¢ del dibujo y su conexi¨®n con los ancestros, el corte de la camisa, el n¨²mero de collares y el material de los brazaletes que llevan las indonesias lanzan mensajes sobre su edad, su estado civil y su estatus. Las solteras, por ejemplo, se permiten trajes de mejor calidad y con colores llamativos. Igual ocurre en Jap¨®n, donde la serigraf¨ªa del quimono define el rango social. ?En Bahr¨¦in?, cuenta Bottero, ?el abrigo negro con hilos de oro en el cuello indica alto rango?. Y en Brun¨¦i, conocido por su pompa, lo es el jong sarat, una tela con hilos de oro y plata que se superpone a la falda. Lo llevaron los invitados a la boda real en la que el pr¨ªncipe heredero despos¨® a otra plebeya, Sarah Salleh, en un enlace para el que se desplegaron 103 limusinas y se lanzaron fuegos artificiales durante 15 minutos. La factura de las ceremonias, seg¨²n los medios locales, ascendi¨® a m¨¢s de tres millones y medio de euros. La novia, aparte del ornamento tradicional (que no falta en la casa de nobles y pobres), luci¨® un ramo de oro y diamantes y una corona de oro macizo. Los dise?os de sus trajes, sugeridos por la naturaleza de su pa¨ªs y por las consignas isl¨¢micas, recrean hojas, flores locales y dibujos geom¨¦tricos. Muchos de los patrones se perdieron en la memoria de los antepasados tras la II Guerra Mundial, porque pocos siguieron tejiendo. Pero con la inauguraci¨®n del Edificio de la Artesan¨ªa en 1975 la industria textil de Brun¨¦i volvi¨® a florecer.
M¨¢s modernos son los patrones de Tailandia. La mayor¨ªa de los actuales los dise?¨® la reina Sirikit tras varios viajes con su marido a Europa y EE?UU en los 60. Para entonces ya hab¨ªa evolucionado el primitivo sabai, heredero del sari indio, formado por un top con un hombro descubierto y una falda. Pero la monarca decidi¨® remozar el cl¨¢sico traje de la ¨¦poca, el chut thai phra ratcha niyom, con ocho modelos en los que var¨ªa ¨Cen funci¨®n de la etiqueta¨C el largo de la manga, el material de los botones y su posici¨®n, el dise?o del cuello y el pliegue de la falda. Para recepciones formales, pero de d¨ªa, la princesa Sirasmi, nuevo icono de la moda nacional, elige el thai chitlada, con el bajo de la falda bordado, un peque?o pliegue delantero, la manga por la mu?eca y los cinco botones (que en origen deb¨ªan ser de plata u oro) forrados con la misma seda de la camisa.
La innovaci¨®n en Malasia, con la sultana Nur Zahirah como referente de elegancia, lleg¨® en el siglo XX con la declaraci¨®n del islam como religi¨®n oficial. Hasta entonces, las mujeres vistieron el kemban, una tela anudada sobre el pecho. Pero el Cor¨¢n trajo consigo el baju kurung, un blus¨®n suelto hasta las rodillas y que se combina con una falda o songket y con un pa?uelo en la cabeza. La sultana, sin embargo, se las ingenia para introducir su toque fashionista y a?ade a su atuendo tradicional bolsos de Chanel y joyas de las mejores casas de Par¨ªs. Hace mucho que la Ruta de la seda se recorre en avi¨®n y en vuelos de ida y vuelta.
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