?Qu¨¦ pintan Raphael en el Sonorama y Metallica en Glastonbury?
Los festivales de m¨²sica sucumben al gusto popular con propuestas que a priori podr¨ªan considerarse inaceptables para su p¨²blico objetivo. ?Innovaci¨®n o maniobra de ¡®marketing¡¯?
Los festivales de m¨²sica, anta?o aquelarres consagrados a la endogamia, observan con sorpresa c¨®mo la creciente oferta de eventos musicales est¨¢ obligando a empresarios y gestores culturales a traspasar ciertas fronteras. La confirmaci¨®n de Metallica en Glastonbury o la de Raphael en el Sonorama Ribera son solo algunos ejemplos, bastante elocuentes, de que lo que est¨¢ en juego es quiz¨¢s la propia naturaleza de los festivales. Detr¨¢s de estos fichajes hay quien advierte una extravagancia coyuntural ?ya sea por motivos econ¨®micos o l¨²dicos?, y hay quien habla de una tendencia imparable, la de un mundo globalizado donde los l¨ªmites tienden a desdibujarse y donde la apropiaci¨®n cultural se presenta como la doctrina a seguir.
"Los g¨¦neros son hoy m¨¢s l¨ªquidos que nunca y existe una tendencia favorable a la incursi¨®n en otras m¨²sicas. Lo h¨ªbrido o ecl¨¦ctico es tendencia. Adem¨¢s, los festivales ofrecen cada vez m¨¢s contenidos que no son estrictamente musicales", apunta David Loscos, experto en industrias creativas y director del posgrado en Gesti¨®n de Empresas en la Industria de la M¨²sica de la Universitat Pompeu Fabra. Seguro que los responsables del Sonorama Ribera pueden decir algo al respecto. Diecis¨¦is ediciones consecutivas y una oferta de primer nivel avalan la personalidad de uno de los festivales mejor valorados en suelo patrio. El pasado mes de enero decidieron dar una vuelta de tuerca a su estrategia con la incorporaci¨®n de Raphael al cartel de este a?o, un artista al que los c¨ªrculos alternativos le resultan, cuanto menos, ajenos. "Los p¨²blicos son mucho menos radicales respecto a la pureza de estilo de la m¨²sica que escuchan y se muestran m¨¢s receptivos a salir de sus casillas de g¨¦nero", explica Loscos. Adem¨¢s a?ade que no hay que olvidar que "la gente que asiste a un festival de verano busca vivir una experiencia cuanto m¨¢s memorable mejor, y ver a mitos sobre el escenario, vengan de donde vengan, contribuye a ello".
En el Reino Unido, no todo el mundo parece suscribir esta idea. "No lo entiendo, Metallica no encaja en Glastonbury", se lamentaba Alex Turner, vocalista de Arctic Monkeys, en la revista Time Out esta semana. A Tom Meighan, l¨ªder de Kasabian, que comparte cartel con el conjunto estadounidense, tampoco le ha hecho demasiada gracia esta apuesta: "Es obvio que Prince era la mejor opci¨®n, todo el mundo lo esperaba". Sus cr¨ªticas se suman al descontento generalizado que ha provocado la elecci¨®n de la banda de trash metal como cabeza de cartel de uno de los eventos culturales m¨¢s importantes del a?o en la isla. Algo que contrasta con la propia realidad de la cita brit¨¢nica, que lleva a?os programando firmas con car¨¢cter y de origen diversos sin demasiados problemas, como Shakira en 2012 o la estrella country Dolly Parton este a?o.
Dos de los cuatro integrantes de Metallica, en concierto.
Cordon Press
Frente a la airada reacci¨®n que ha suscitado la inclusi¨®n de Metallica en el cartel de Glastonbury, la respuesta a la elecci¨®n de Raphael en enero fue m¨¢s indulgente. Oscil¨® entre la estupefacci¨®n y la hilaridad. En 2011, la asistencia de Julieta Venegas al festival de Benic¨¤ssim, por ejemplo, s¨ª gener¨® una notable controversia ?algunos olvidaron que la cantante mexicana hab¨ªa actuado en Coachella en 2007?. De todas formas, como apunta Leo Nascimento, responsable en Espa?a de la plataforma de m¨²sica en streaming Deezer, no deber¨ªamos olvidar lo esencial: "El descubrimiento musical es parte de la experiencia festivalera, se trata de reinventarse para mantener el inter¨¦s de la audiencia y atraer nuevos fans, por eso deciden abrirse a otros artistas que den el toque ex¨®tico a su programaci¨®n y les genere publicidad y expectaci¨®n". La osad¨ªa de los responsables de los festivales se intuye, por lo tanto, bastante estudiada. Los medios especializados y ciertas voces hablan de una estrategia bien trazada con el objeto de generar ruido medi¨¢tico y publicidad gratuita.
"Una buena historia es un im¨¢n de atenci¨®n comparable con un gran anuncio luminoso parpadeante y rojo o un susto por la espalda", revela Delia Rodr¨ªguez en el libro Memecracia, los virales que nos gobiernan. Puede que esa buena historia ?Metallica mancillando tierras v¨ªrgenes y Raphael demostrando qui¨¦n manda aqu¨ª? la est¨¦n escribiendo los promotores m¨¢s valientes, los que temen poco y conf¨ªan todo a la madurez intelectual y sin prejuicios de su p¨²blico. "Programar Metallica o Raphael no solo le permite a un festival reivindicar su car¨¢cter ¨²nico y diferenciarse claramente respecto a lo que propone la competencia, sino que adem¨¢s le facilita despertar un inter¨¦s y obtener una visibilidad que de otro modo dif¨ªcilmente podr¨ªa", concluye David Loscos. No sabemos si estos artistas pintan mucho o poco en los festivales que los acogen, lo que s¨ª presagiamos es que sus actuaciones ser¨¢n un esc¨¢ndalo.
Asistentes a Glastonbury blanden las c¨¦lebres banderas que pueblan el festival.
Cordon Press
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