Por qu¨¦ el Rock, ese (pasado) objeto de deseo, ha muerto
El rock malvive con otros estilos musicales que le han robado el lenguaje con el que conectar con la juventud. Frente a raperos y hiphoperos, el g¨¦nero dice ya poco sobre nuestras vidas, nuestra sociedad y las influencias est¨¦ticas.
Hace unos d¨ªas, un hombre de unos 60 a?os desplegaba, con la ayuda de su mujer y una manta sobre el suelo, cog¨ªa una silla de playa, abr¨ªa la edici¨®n de The Guardian y empezaba a leer las p¨¢ginas de negocios, mientras su se?ora sacaba un termo y serv¨ªa t¨¦. No est¨¢bamos en la playa de Benidorm, sino en el festival British Summer en el londinense Hyde Park. Acababa de actuar Stevie Nicks (Phoenix, 1948) y despu¨¦s saltaba al escenario Tom Petty (Florida, 1950), en la ¨²nica actuaci¨®n en Europa de su gira celebrando los 40 a?os en activo. ?No creo que Tom Petty vaya a actuar en Espa?a?, comenta Roberto Grima, capo de Live Nation, la productora de conciertos m¨¢s grande que opera en nuestro pa¨ªs. ?Su cach¨¦ es alto. Adem¨¢s, ha sucedido una cosa relevante. Las radios m¨¢s comerciales han dejado de programar rock cl¨¢sico, abandonando cualquier vocaci¨®n did¨¢ctica con respecto a la historia del g¨¦nero. El p¨²blico joven que este tipo de artistas cl¨¢sicos gan¨® en los 90 y que, en parte, les ayud¨® a seguir llenando recintos, ya no les conoce?.
Su comentario se confirmaba echando un vistazo a los 40.000 humanos congregados en Hyde Park. La mayor¨ªa pasaba de los 50, hab¨ªa bastantes cuarentones y un mont¨®n de ni?os. Los ¨²nicos mil¨¦nicos serv¨ªan cervezas o cocinaban hamburguesas org¨¢nicas. ?El rock no s¨¦ si ha muerto, pero est¨¢ claro que se ha hecho muy mayor. Est¨¢ en el mismo estado en el que se encontraba el jazz en los 80. Las estrellas han envejecido o fallecido y el relevo no ha llegado al gran p¨²blico?, comenta Bill Flanagan, periodista de Esquire o The New York Times y antiguo director de Musician Magazine. Un estudio reciente realizado en Reino Unido por YouGov indicaba que un tercio de los brit¨¢nicos entre 18 y 24 a?os no hab¨ªa escuchado jam¨¢s a Elvis Presley.
La primera vez que alguien declar¨® ?El rock muerto? fue a finales de los 60. Los cr¨ªticos musicales Nik Cohn y Richard Meltzer anunciaron su fallecimiento alegando que su juvenil y euf¨®rico origen hab¨ªa sido pervertido por unos 60 demasiado conflictivos, politizados y narc¨®ticos. Pero sobrevivi¨®. A finales de los 70, otra epidemia parec¨ªa a punto de destruirlo: la m¨²sica disco, una aberraci¨®n a ojos de todos los guardianes de las esencias del rock. A finales de los 80, otra vez se ve¨ªa su defunci¨®n, pero esta vez a manos de sus propios salvadores: bandas como Guns n¡¯Roses o Bon Jovi eran vistas como el ¨²ltimo clavo en el ata¨²d de un muerto que se negaba a aceptar su condici¨®n. Llegaron los a?os 90, y fueron la electr¨®nica y el auge comercial del hip-hop los elementos que parec¨ªan acabar con este g¨¦nero, m¨¢s cuando su ¨²ltima gran estrella, Kurt Cobain, se hab¨ªa suicidado.
?Pero sigui¨® vivo porque siempre tuvo algo m¨¢s que vender, adem¨¢s de la m¨²sica?, informa Frank Thomas, autor del libro La conquista de lo cool (Alpha Decay), en el que analiza c¨®mo el sistema absorbi¨® cualquier intento contracultural. ?El rock ha servido para vender revoluci¨®n pero, sobre todo, para vender coches, bebidas, moda o incluso hipotecas?. ?Y por qu¨¦ podemos creer que esta vez su decadencia es real? Pues porque de todo lo que enumera el experto el estilo ya solo sirve para vender lo ¨²ltimo: hipotecas.
En 2001, con el advenimiento de The Strokes, trat¨® de recuperar su preponderancia musical, pero como el contenido no terminaba de solidificar, se agarr¨® a la ¨²nica industria que pod¨ªa justificar su existencia: la moda. Volvieron las Converse All Star, los pantalones pitillo, la ropa militar de mercadillo y, claro, con cada elemento recuperado del ba¨²l del abuelo, lleg¨® una nueva y cara versi¨®n que se vend¨ªa en pasarelas y centros comerciales. John Varvatos abr¨ªa tienda en lo que fue el m¨ªtico club CBGB ¨Cse protest¨® muy bajito, porque no era tiempo de protestar sino de celebrar¨C y un tal Ed Hardy despachaba gorras con dise?os inspirados en tatuajes que luc¨ªan desde Paris Hilton hasta Spears, quienes a pesar de ser incapaces de nombrar al bajista de The Stooges se plantaban en todas las fiestas vestidas de groupie de los Rolling Stones en 1972.
Saber de m¨²sica era irrelevante, lo importante era saber vestir esa m¨²sica. Los pantalones rotos volv¨ªan a ser m¨¢s caros que los que se vend¨ªan enteros. Volvi¨® el cuero; y hasta las tachuelas. Una firma llamada Chrome Hearts que desarrollaba joyer¨ªa rock arrasaba. Hedi Slimane convert¨ªa Dior en una marca que pod¨ªa a la vez hacer que Karl Lagerfeld quisiera adelgazar para embutirse en uno de sus trajes y que Pete Doherty pudiera pasearse con sus creaciones por el barro de Glastonbury mientras era incapaz de pagar el alquiler de su cuchitril en Bethnal Green. Aquella ¨¦poca de efervescencia la retrata la periodista Lizzy Goodman en el libro Meet me in the bathroom (Book Cover), una historia de la ¨²ltima d¨¦cada en la que el rock impregn¨® la sociedad con sus propuestas musicales que, como sus apuestas est¨¦ticas, eran refrito de un pasado al que era tan f¨¢cil acceder que result¨® irresistible tratar de reproducirlo.
?Nos fuimos hacia atr¨¢s porque la tecnolog¨ªa nos hab¨ªa hecho avanzar. Suena incongruente, pero es as¨ª. Gracias a Internet, el pasado est¨¢ disponible. En t¨¦rminos de m¨²sica pop, es f¨¢cil escuchar todo lo que se ha grabado, lo que hace complicado centrarse o ahondar en estilos musicales concretos. As¨ª, es dif¨ªcil hacerse una identidad, algo de lo que carecen las bandas de esos ¨²ltimos diez a?os. No es posible dar una respuesta imaginativa a tantos est¨ªmulos?, apuntaba Simon Reynolds en 2011, cuando lanz¨® Retroman¨ªa (Caja Negra), un libro que analizaba la obsesi¨®n est¨¦tica y musical por el pasado.
En conclusi¨®n, es cierto que el rock ha muerto, se debe en gran parte a que los estilos musicales con los que convive le han robado el lenguaje con el que conectar con la juventud, ¨Ceso lo hace hoy el hip-hop de una forma que el rock no ha logrado articular desde los a?os 90¨C. Dice poco sobre nuestras vidas, nuestra sociedad, y tiene poca influencia sobre nuestros anhelos est¨¦ticos, m¨¢s all¨¢ de alguna camiseta de grupo heavy vestida con iron¨ªa por alguna celebridad. Si vuelven a ponerse de moda las guitarras y las tachuelas, no hablaremos de vuelta de un estilo, sino de resurrecci¨®n de un muerto.
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