Tesoros vintage al mejor postor
Capaz de identificar un Vionnet sin etiqueta y de descubrir parte del vestuario de los ballets rusos de Diaghilev entre un mont¨®n de trapos viejos, Kerry Taylor ha puesto sus habilidades al servicio de su propia casa de pujas.
Cualquiera interesado en la moda, especialmente la de otras ¨¦pocas, corre el riesgo de sufrir v¨¦rtigo. Antes de una subasta, en las oficinas de Kerry Taylor se identifican con un simple vistazo blusas de Yves Saint Laurent, vestidos de c¨®ctel, trajes de luces o kimonos antiguos. Y ah¨ª no queda la cosa. Kerry y sus ayudantes no paran de desembalar bolsas y paquetes con encajes, trozos de telas o t¨²nicas tan cargadas de pedrer¨ªa que resultan demasiado pesadas para colgar en perchas. ?Vendo trajes de Chanel por cuatro veces menos de lo que cuesta uno nuevo?, anuncia Taylor mientras muestra un conjunto de falda de cuero y chaqueta de tweed de la firma parisi¨¦n. ??Una ganga! Por eso me cuesta comprar ropa actual, a no ser que sea algo muy funcional y est¨¢ndar. Por los 2.000 euros que cuesta un art¨ªculo de pr¨ºt-¨¤-porter me llevo algo del propio Crist¨®bal Balenciaga?.
En los 31 a?os que lleva en el negocio de las subastas, Taylor ha vendido prendas que han pertenecido a Lady Di, Audrey Hepburn, Ava Gardner o Michael Jackson, ha identificado un Vionnet sin etiqueta que se termin¨® vendiendo por unos 73.000 euros y ha descubierto vestuario de los ballets rusos de Diaghilev en el fondo de una pila de telas.
Kerry Taylor, due?a de una de las casas de subastas vintage m¨¢s importantes del mundo.
Jorge Monedero
Hija de un granjero gal¨¦s, siempre se ha sentido atra¨ªda por la moda. Invirti¨® sus primeros ahorros en una capa de lentejuelas y empez¨® su trayectoria profesional en Sotheby¡¯s, donde a los 19 a?os fue nombrada la subastadora m¨¢s joven de la casa. ?Estaban locos?, recuerda. ?Mis dos hijos tienen esa edad y no se me pasar¨ªa por la cabeza darles tanta responsabilidad?. Tras perder su trabajo, en 2003 se lanz¨® a abrir su propio negocio. Hoy organiza unas seis ventas al a?o y ni las subastas online ni la crisis econ¨®mica parecen frenar su empresa. Los vendedores acuden a ella por su trato personal, la habilidad para animar ventas y sus consejos. Coleccionistas, dise?adores en busca de inspiraci¨®n, comisarios de museos y comerciantes vintage la requieren por su conocimiento enciclop¨¦dico y su olfato para encontrar prendas imposibles. ?El Museo del Traje de Madrid ha sido cliente nuestro, pero hace tiempo que no nos compra nada?, apunta.
Taylor considera que no hay mejor manera de aprender que observando las prendas de cerca. Una actividad que abunda en su trabajo diario, ya que inspecciona todo personalmente y hace un informe de su condici¨®n. ?A veces pienso que vivir¨ªa muy bien en un museo, especializada en un solo siglo o pa¨ªs?, explica. ?He de saber tanto de encaje del siglo XVII como del McQueen de 2010?. Mientras Taylor desembala bolsas y comenta la t¨¦cnica de unos bordados decimon¨®nicos realizados en la India, varios clientes habituales que han sido invitados a la vista previa (mascota incluida) deambulan por las instalaciones y se prueban prendas. Entre ellos est¨¢ Cameron Silver, el due?o de Decades, una de las tiendas vintage favoritas de las estrellas de Hollywood. ?Ens¨¦?ame vestidos de flapper que sean sexies?, insta a Taylor. ?Es que los escotes cerrados a?os 20 no quedan bien en las fotos?.
Un sombrero de flores y encaje de Schiaparelli confeccionado en la d¨¦cada de los 60.
Jorge Monedero
Taylor es una gran conocedora y amante de la historia de la moda, sin embargo su debilidad son las historias personales que llegan con cada prenda. ?Este lote no tiene tanto valor propio?, dice se?alando unos cuantos vestidos largos y estampados. ?Pero no los pude rechazar. Son los recuerdos de los mejores momentos de un matrimonio. La pareja rememoraba bailes y fiestas mientras me los mostraba. Otras veces hay gente que trae herencias que nunca han salido de la familia, como un se?or espa?ol de porte aristocr¨¢tico que vol¨® hasta Londres con una colecci¨®n de vestidos de Fortuny en la maleta. Los hallazgos imprevistos siempre hacen que me lata el coraz¨®n m¨¢s fuerte. A veces me invitan a una casa de campo a ver algo que resulta ser un disfraz, pero encuentro una prenda sobria y muy valiosa del siglo XVIII que el due?o cre¨ªa que era un camis¨®n victoriano?.
Las subastas son un torrente de esas emociones que tanto aprecia Taylor. Hay quien puja por su vestido de novia o por los modelos que aparecer¨¢n en la alfombra roja. Ah¨ª Taylor despliega su talento como rematadora. Ensalza las virtudes de un lote, mantiene el control de la sala con mano de hierro, pide silencio y apremia a quien puje por tel¨¦fono. ?A todo el mundo le queda bien esto?, dice sobre un traje de chaqueta color crema. ?Se han roto muchos corazones con este golpe de martillo?, bromea con otro. Las batallas m¨¢s encarnizadas en esta ocasi¨®n se libran por ropa de Pucci, vestidos de Ossie Clark o cualquier prenda color rosa de Chanel. Una bata china del siglo XIX alcanza los 1.600 euros.
Vestido de gasa de los a?os 30 vendido por unos 320 euros.
Jorge Monedero
El guardarropa personal de Taylor no contiene tantas piezas antiguas como a ella le gustar¨ªa. ?Tengo mucho pecho y me sirven muy pocas cosas: normalmente son de los a?os 40 y 50?. Sus ¨¦pocas favoritas, por factura y t¨¦cnica refinada, son el siglo XVIII y los a?os 50. ?La d¨¦cada de los 60 trajo el declive de la alta costura?, argumenta.
Actualmente el efecto Downton Abbey y el aniversario del hundimiento del Titanic han aumentado la popularidad de cualquier detalle de la primera d¨¦cada del siglo XX. Todo lo que procede de los a?os 20 o 30 tambi¨¦n se vende sin problemas. Para presupuestos ajustados, la subastadora recomienda prendas m¨¢s recientes de Gianni Versace o Thierry Mugler, que aumentar¨¢n su valor en el futuro.
Maletas de Gucci y Louis Vuitton.
Jorge Monedero
Taylor es consciente de que las existencias vintage se est¨¢n agotando progresivamente. ?Las piezas ic¨®nicas son cada vez m¨¢s dif¨ªciles de encontrar?, se lamenta. Aunque conf¨ªa en que haya tesoros por descubrir con especial inter¨¦s en nuestro pa¨ªs. ?En Espa?a, como sucede en Italia y en Francia, las mujeres se arreglan mucho m¨¢s y a los hombres les gusta que ellas vayan bien vestidas. Siempre ha sido as¨ª. En cambio, las brit¨¢nicas tienen todas una pinta parecida a la m¨ªa y prefieren gastarse el dinero en jardines y caballos.
Estoy segura de que en Espa?a hay mucho Balenciaga que nadie saca a la venta. Al fin y al cabo, el modisto ten¨ªa tres talleres all¨ª. Incluso apuesto a que hay bastante Christian Dior. Ya s¨¦ que Balenciaga no hac¨ªa nada precisamente del mont¨®n, pero un traje corriente se vende ahora por 600 euros y una pieza espectacular puede llegar a alcanzar los 24.000 euros. Yo los animo a que me llamen. Es una buena manera de hacer dinero en ¨¦pocas de recesi¨®n. Quiz¨¢s eches de menos una pintura de tu pared. Pero ?un vestido? Seguro que no?.
Las instalaciones de Kerry Taylor, en el barrio de Bermondsey, al sur del T¨¢mesis.
Jorge Monedero
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