El verano del turismo de teletrabajo: ?qu¨¦ pasa cuando explota el n¨²mero de n¨®madas digitales?
El n¨²mero de teletrabajadores espa?oles ha aumentado del 7% al 30%, poni¨¦ndose a la par de otros pa¨ªses punteros en n¨®madas digitales como Pa¨ªses Bajos y Suecia. Cada vez son m¨¢s quienes apuestan por conciliar jornada laboral y vacaciones, cambiando el paisaje poligonero por oficinas improvisadas en enclaves paradisiacos.
Por si no hemos tenido suficiente con aguantar durante meses los ostentosos confinamientos de los m¨¢s privilegiados en nuestra cuenta de Instagram, la llegada del verano y la prolongaci¨®n de la opci¨®n del teletrabajo en el ¨¢mbito laboral ha tra¨ªdo consigo la aparici¨®n de un nuevo ejemplar al ecosistema social: los turibajadores. En lugar de ir al cine, ver lo ¨²ltimo de Netflix, entrenar en el gimnasio o cenar en su restaurante favorito, miles de personas apuestan ahora por rellenar viajando ese espacio en el que se suele vivir la vida normal. Aprovechando el t¨ªpico descanso del caf¨¦ para darse un chapuz¨®n y cambiando el horizonte poligonero de la ventana de su oficina por el horizonte de un oc¨¦ano infinito. El ambicionado retiro espiritual ahora tambi¨¦n toca el ¨¢mbito profesional y cada vez son m¨¢s los pa¨ªses que, como Espa?a, buscan convertir esta tendencia en un motor del desarrollo tur¨ªstico desestacionalizado.
Como sostiene Marie-Claire Chappet en la edici¨®n brit¨¢nica de la revista Glamour, reconocer a los turibajadores es una tarea sencilla. ¡°Est¨¢n bronceados, un poco resacosos, incomprensiblemente felices para ser un d¨ªa laboral. Son los que se unen a la videollamada de Zoom con el pelo todav¨ªa mojado por la piscina y marcas del bronceado en los hombros. ¡®Oh, casi pierdo la llamada¡¯, r¨ªen autocomplacientes, ¡®?La diferencia horaria!¡¯. S¨ª, Davina, ya sabemos que est¨¢s en Francia¡±, escribe. Los denominados n¨®madas digitales buscan conciliar vacaciones y trabajo, descartando la opci¨®n hotelera por casas particulares a las que poder llamar hogar, en las que resulta m¨¢s f¨¢cil mantener la distancia social y no preocuparse demasiado por la desinfecci¨®n de las instalaciones.
La nueva normalidad tur¨ªstica apuesta por el coche y el tren, sustituyendo las escapadas internacionales por estancias m¨¢s largas en destinos locales y no muy lejanas de nuestra residencia habitual, en caso de vernos a obligados a detenerlas de manera abrupta por restricciones sanitarias inesperadas. Seg¨²n Airbnb, las reservas locales han aumentado con respecto al a?o anterior en pa¨ªses como Estados Unidos, Portugal o Alemania, y la mitad de las reservas tienen lugar en un radio no superior a los 320 kil¨®metros del domicilio del usuario. Portales como Idealista.com confirman que el tr¨¢fico en su web de origen extranjero se ha recuperado hasta llegar a niveles prepand¨¦micos, y culpan al turismo de teletrabajo como una de las potenciales causas de la mejor¨ªa.
En un contexto en el que compa?¨ªas como Twitter han ofrecido a sus miles de empleados teletrabajar de forma permanente si as¨ª lo desean, esta oportunidad no solo anticipa una descongesti¨®n de las grandes ciudades en favor de zonas m¨¢s despobladas y con mejor calidad de vida, sino una tendencia vacacional en el que los d¨ªas laborales forman parte del calendario del viaje. ¡°Estamos notando que la gente est¨¢ preparando viajes de una duraci¨®n ligeramente mayor este a?o. Ahora no tienen que comprimir nueve d¨ªas de vacaciones en seis. Pueden tener m¨¢s d¨ªas y quiz¨¢ teletrabajar un par de ellos¡±, concede Jeff Hurst, presidente de la compa?¨ªa de alquiler vacacional Vrbo.
En algunos hoteles de lujo de Los ?ngeles ya comercializan lo que denominan como Zen Offices, habitaciones reconvertidas en oficinas y especialmente pensadas para quienes prefieren pasar la jornada laboral en una estancia con vistas a la playa y la oportunidad de un ba?o r¨¢pido entre reuni¨®n y reuni¨®n. El alquiler es de 12 horas, de 7 de la ma?ana a 7 de la tarde, en complejos que han debido reinventarse por la escas¨ªsima ocupaci¨®n y que ofrecen Internet y aparcamiento gratuito, caf¨¦ y t¨¦, o servicio de habitaciones sin contacto. Tambi¨¦n abundan en Estados Unidos los alquileres por largos periodos de tiempo de casas en ¨¢reas suburbanas o rurales, pero pr¨®ximas a las grandes ciudades. Zonas como los Catskills (que bien conocen los fans de The Marvelous Mrs. Maisel) o el valle del Hudson, cerca de Nueva York; o Napa y Sonoma, adyacentes a San Francisco, se han convertido en exilios dorados durante el confinamiento.
Este fen¨®meno tambi¨¦n es considerado como una oportunidad de oro para el turismo en Espa?a. Desde la Consejer¨ªa de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias, por ejemplo, ya han puesto en marcha una campa?a publicitaria para atraer a los teletrabajadores de toda Europa, presumiendo de clima y cobertura de banda ancha. Jos¨¦ Ram¨®n Bauz¨¢, expresidente de las Islas Baleares y eurodiputado por Ciudadanos, ha pedido al Gobierno un plan espec¨ªfico para posicionar Espa?a como destino seguro para los trabajadores y empresas extranjeras que vayan a incentivar el teletrabajo. Desde el inicio de la crisis sanitaria se estima que el n¨²mero de teletrabajadores espa?oles ha aumentado del 7% al 30%, poni¨¦ndose a la par de otros pa¨ªses punteros en n¨®madas digitales como Pa¨ªses Bajos y Suecia.
The Washington Post ya asume esta tendencia como una realidad y en su web enumeran los consejos a seguir para que la conciliaci¨®n sea todo un ¨¦xito. Conocer la situaci¨®n de la pandemia del coronavirus en el pa¨ªs de destino, escoger una residencia con luz natural y acceso a Internet o preparar maletas ligeras son algunas de las sugerencias vertidas por el medio. Ya en febrero de 2019, la redactora y estilista freelance Osiris Mart¨ªnez mostraba en este art¨ªculo de S Moda el camino a emprender por muchos, cambiando un peque?o apartamento de Madrid por los arrozales que rodean su paradisiaca residencia actual en Bali. Y sin sucumbir al miedo, nuestro principal enemigo cuando apostamos por dejarlo todo. ¡°?Y si no encuentro trabajo?¡¯, ¡®?Y si pierdo todo lo que tengo aqu¨ª y no encuentro nada all¨ª?¡¯, ¡®?Y si me doy cuenta de que me he equivocado y ya es demasiado tarde?¡¯, ¡®?Y si me quedo sin clientes y dejo de tener dinero para vivir?¡¯¡ Todas esas preguntas (y muchas m¨¢s) rondaron mi cabeza m¨¢s de una vez, pero me di cuenta de que la ¨²nica forma de obviarlas era simplemente tratar de darles una respuesta¡±. Muchos otros tratar¨¢n tambi¨¦n de responderlas estos d¨ªas.
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