Una casa de altura
La Mir puede considerarse una nieta de las primeras estaciones orbitales Saliut. Es, ha sido, la primera y ¨²ltima representante de la tercera generaci¨®n de laboratorios c¨®smicos rusos y se ha mantenido all¨¢ arriba casi el doble que la Saliut-7 , que a su vez, dobl¨® la vida de su antecesora. Pero esta longevidad de la Mir no estaba planificada: prevista para permanecer cinco a?os en ¨®rbita, triplic¨® las expectativas, y muchos cosmonautas, t¨¦cnicos y pol¨ªticos piensan que podr¨ªa haber seguido funcionando varios a?os m¨¢s.
En tiempos de la URSS, era costumbre que las grandes construcciones y logros econ¨®micos coincidieran con alguna fecha gloriosa del PCUS, el entonces ¨²nico y todopoderoso Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El a?o 1986 deb¨ªa pasar a la historia como el a?o del XXVII Congreso del PCUS, y nada mejor que celebrar el acontecimiento marcando un hito en la carrera espacial. El regalo que en un principio pensaba hacer la astron¨¢utica rusa al congreso era lanzar, por fin, el transbordador Bur¨¢n, en el que trabajaba ya desde hac¨ªa una d¨¦cada. Pero dos a?os antes de la cita, los responsables del programa comprendieron que no lograr¨ªan terminar a tiempo el transbordador y decidieron apostar por una estaci¨®n de nueva generaci¨®n.
Los trabajos hab¨ªan comenzado a?os antes, pero en 1979 fueron congelados, ya que se decidi¨® concentrar todos los recursos y esfuerzos en el Bur¨¢n. En 1984, todo cambi¨® y los sovi¨¦ticos reanudaron febrilmente el programa de la Mir.
Las prisas se cobraron su precio. As¨ª, la red de cables del m¨®dulo base de la futura estaci¨®n result¨® ser una tonelada m¨¢s pesada que lo calculado, lo que no permit¨ªa al cohete portador Prot¨®n-K ponerlo en ¨®rbita. Lo ¨²nico que pudo hacerse para remediar el fiasco fue desmontar parte de los equipos del m¨®dulo para dejar en tierra el peso sobrante. Ese material fue llevado posteriormente en una nave de carga Progress.
Los responsables de la construcci¨®n de la Mir calculaban que en un a?o ensamblar¨ªan en ¨®rbita todos los m¨®dulos del complejo orbital, pero la realidad fue muy distinta: la URSS se desintegr¨® en 1991 sin que el gran mecano estuviera montado. Se logr¨® acoplar el m¨®dulo astrof¨ªsico Kvant , el de investigaciones biol¨®gicas Kvant-2 y el tecnol¨®gico Kristall . Quedaron inconclusos: el militar Spektr y el ecol¨®gico Priroda .
La cr¨®nica falta de fondos hac¨ªa imposible terminar el complejo. Parad¨®jicamente, el que hab¨ªa sido principal rival en la carrera espacial y enemigo n¨²mero uno en la Tierra vino a salvar la situaci¨®n. Estados Unidos necesitaba obtener experiencia de largas estancias en el espacio con vistas a la entrada en servicio de la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS), y sus cosmonautas empezaron a volar a la Mir, lo que permiti¨® completar el complejo de 135 toneladas que hoy est¨¢ previsto que se desintegre en su mayor parte en las capas densas de la atm¨®sfera.
En sus 15 a?os de existencia, la Mir se convirti¨® en un centro de investigaciones en el que se desarrollaron 55 programas cient¨ªficos en ¨¢reas muy diversas. Algunos de ellos estaban ligados a la conquista del espacio, mientras que con otros se buscaba profundizar los conocimientos sobre el planeta azul y desarrollar nuevas tecnolog¨ªas. Desde los 400 kil¨®metros de altitud, se efectuaron estudios ecol¨®gicos, biotecnol¨®gicos, m¨¦dicos, de detecci¨®n de yacimientos minerales, astrof¨ªsicos, etc. Entre otras cosas, se logr¨® fabricar en ¨®rbita semiconductores y otros materiales con caracter¨ªsticas f¨ªsicas mejores que sus equivalentes terrestres. Tambi¨¦n se cultivaron plantas y se produjeron medicinas.
Las investigaciones en los cambios que produce la ingravidez en el ser humano han sido vitales tanto para preparar los programas de rehabilitaci¨®n de los astronautas cuando vuelven a las condiciones terrestres como para hacer posibles los vuelos de larga duraci¨®n y preparar con ellos la conquista futura de otros planetas del sistema solar, empezando por Marte. Estos trabajos fueron al principio semiclandestinos. Los primeros equipos para efectuarlos fueron llevados al espacio de contrabando, sin que pasaran la inspecci¨®n habitual de los militares en el pol¨ªgono de Baikonur (Kazajst¨¢n). Y ello debido a la filosof¨ªa de los responsables del programa espacial. "Mis naves deben volar, los acoplamientos deben realizarse sin percances y los cosmonautas no deben morir en las misiones. En cuanto a la ciencia, puede esperar", sol¨ªa decir Yuri Semi¨®nov, dise?ador general de Energuia, la empresa que construy¨® la Mir.
Ya los primeros experimentos demostraron que todos los cuerpos biol¨®gicos pueden sufrir modificaciones celulares e importantes mutaciones en el espacio. "Al comienzo de los vuelos orbitales, los m¨¦dicos que examinaban a los cosmonautas en Tierra testimoniaban que los cosmonautas no hab¨ªan sufrido cambios durante la misi¨®n, y nosotros afirm¨¢bamos que s¨ª", recuerda Galina Nechitalilo, ex jefa de las investigaciones biol¨®gicas en las estaciones orbitales rusas. Hoy, todos los especialistas son conscientes de que, en la ingravidez, el coraz¨®n y los pulmones sufren modificaciones, cambia el metabolismo y los huesos se desmineralizan. Estos conocimientos han permitido elaborar ejercicios para minimizar los cambios que produce la ingravidez y evitar complicaciones serias de los astronautas cuando regresan a la Tierra.
Los cosmonautas recuerdan hoy con humor algunos de los primeros experimentos. Por ejemplo, con las codornices. No fue f¨¢cil hacer que estas aves nacieran en ¨®rbita. En una misi¨®n anterior a la Mir, cuando hubo que romper los huevos y se vio que a los polluelos les faltaba la cabeza, Valeri Riumin exclam¨®: "Ya sab¨ªa yo que los cosmonautas no necesit¨¢bamos de nuestra cabeza en el espacio". Despu¨¦s, ya en la estaci¨®n orbital, las aves nacieron con normalidad. Por supuesto, las cr¨ªas, adem¨¢s de volar, hac¨ªan sus necesidades, y con mucha frecuencia. El problema surgi¨® de inmediato: la aspiradora dise?ada para recolectar los excrementos no funcionaba. Alexandr Balandin se r¨ªe hoy de aquellos d¨ªas en que por toda la estaci¨®n volaban m¨¢s excrementos que aves y ¨¦l ten¨ªa que limpiarlos.
La Mir recibi¨® a 104 astronautas, la mayor¨ªa de los cuales no fueron rusos o sovi¨¦ticos (42), sino norteamericanos (44). Esta paradoja se explica por el programa Mir-Shuttle: los transbordadores estadounidenses llevaron a 37 astronautas en sus nueve viajes. Aunque Pedro Duque no lleg¨® a viajar a la Mir, Espa?a tiene el r¨¦cord por el n¨²mero de seres vivos en la estaci¨®n espacial rusa: las 480 moscas del vinagre que nacieron y murieron en ¨®rbita.
La estadounidense Lucid Shannon tiene el r¨¦cord de permanencia femenina en ¨®rbita con 118 d¨ªas; el ruso Valeri Poliakov, el del vuelo m¨¢s largo con 438 d¨ªas; y su compatriota Sergu¨¦i Avd¨¦yev es quien m¨¢s d¨ªas ha volado en ¨®rbita: 746 en tres misiones. Este ¨²ltimo tuvo que doblar la estad¨ªa en el espacio en su ¨²ltima misi¨®n debido a las penurias econ¨®micas de Rusia: el lugar destinado a su relevo en la nave Soyuz lo ocup¨® un cosmonauta eslovaco.
Los rusos viajaron a la Mir en 27 naves Soyuz y recibieron alimentos, ox¨ªgeno, combustible y equipos en 58 naves de carga Progress. El 13 de marzo de 1986, Leonid Kizim y Vlad¨ªmir Soloviov se convirtieron en la primera tripulaci¨®n de la Mir; la ¨²ltima, compuesta por Sergu¨¦i Zaliotin y Alexandr Kareli, regres¨® a la Tierra el 16 de junio de 2000.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.