Chicos y chicas, ?juntos o separados?
?ltimamente se habla sobre la conveniencia de separar chicos y chicas en las escuelas, debido a que la "ciencia prueba" que dicha separaci¨®n mejora su rendimiento educativo. Para desmontar esta "ciencia" (que recuerda a la "teor¨ªa del dise?o inteligente"), perm¨ªtanme que les muestre algunos datos. Supongamos que se puede medir el nivel de conocimiento en una escala similar a la estatura, en la que el conocimiento medio en la OCDE fuese algo as¨ª como 170 cent¨ªmetros de "estatura". Los chicos espa?oles tendr¨ªan una estatura en matem¨¢ticas y en ciencias de 170,5 y 170,1, respectivamente, mientras que en lectura ser¨ªa de 166,0. En el caso de las mujeres, las estaturas correspondientes ser¨ªan de 169,4, 169,8 y 171,8. Estos son los resultados de las pruebas de PISA si los transformamos en estatura. Por un lado, los espa?oles no somos tan bajitos en nivel educativo como normalmente se cree. Por otro, las diferencias en ciencias y matem¨¢ticas entre ambos sexos son muy peque?as, y en lectura, que son un poco mayores, debo a?adir que uno de cada cuatro varones obtiene resultados por encima de la media de las mujeres, y una de cada tres chicas, resultados inferiores a la media de los chicos. Si las diferencias de aprendizaje entre sexos est¨¢n tan ligadas a la naturaleza, no entiendo a qu¨¦ se debe que en 27 de los 57 pa¨ªses que participan en PISA las chicas obtengan mejores resultados en ciencias, y en siete pa¨ªses en matem¨¢ticas (entre ellos Finlandia y Corea, los mejores).
Volviendo a Espa?a, la diferencia en la tasa bruta de fracaso escolar es mucho mayor, de 36,3% para ellos y 22,5% para ellas en el curso 2004-2005. Es decir, la obtenci¨®n del t¨ªtulo de la ESO no est¨¢ tan relacionada con el nivel de conocimientos de los j¨®venes en las pruebas de PISA como ser¨ªa deseable. Una prueba de ello, en la que se ha insistido poco, es que en La Rioja y en Castilla y Le¨®n los resultados de PISA son casi tan buenos como los de los mejores pa¨ªses del mundo, pero, sin embargo, sus tasas de fracaso escolar son similares a las del resto de Espa?a. Por tanto, no debemos confundir nivel de conocimientos con ¨¦xito escolar. En el ¨¦xito escolar tambi¨¦n cuentan otros elementos, como la voluntad de los estudiantes de lograr el t¨ªtulo, o la precisi¨®n con la que los m¨¦todos de evaluaci¨®n del profesorado reflejan dicho nivel (que queda fuera de este art¨ªculo).
En cuanto a la voluntad de los j¨®venes, debemos tener en cuenta la rentabilidad que esperan lograr de ese t¨ªtulo. Es posible comprobar que parte de las diferencias observadas en fracaso escolar entre CCAA est¨¢n relacionadas con sus diferencias en tasas de paro: cuanto m¨¢s paro, m¨¢s estudian. Tambi¨¦n se puede observar que los varones son m¨¢s sensibles a las condiciones del mercado de trabajo que las mujeres. Probablemente esto se deba a que las perspectivas laborales para los varones sin estudios son mejores que para las mujeres sin estudios. Se habla mucho del "techo de cristal", por el cual las mujeres no est¨¢n adecuadamente representadas en las ocupaciones de m¨¢s estatus, pero menos de una especie de "suelo de cristal", que hace que no veamos mujeres trabajando de alba?iles o de ayudantes de taller (o entre la poblaci¨®n reclusa). Es precisamente este "cierre social" en ciertas ocupaciones de bajo prestigio lo que tira de las mujeres para que estudien en mayor medida.
Adem¨¢s, no debemos olvidar otro factor que tambi¨¦n empuja a las chicas a estudiar: la familia. Un joven que no estudia probablemente no colabore en el trabajo dom¨¦stico, pero es m¨¢s dif¨ªcil para una chica lograr este privilegio. As¨ª que para ellas no estudiar supone un esfuerzo (en casa) que no supone para ellos. Visto as¨ª, las diferencias en rendimiento educativo entre ambos sexos son m¨ªnimas, mientras que las grandes diferencias en tasas de fracaso escolar se explican por motivos sociales, no biol¨®gicos. En este sentido, hay estudios en los que se prueba que, cu¨¢nto menos diferencias sociales existen entre ambos sexos en el conjunto de la poblaci¨®n, los resultados educativos de los j¨®venes son m¨¢s similares.
Obviamente, los soci¨®logos somos muy reticentes a reducir las diferencias sociales a diferencias biol¨®gicas. No dudo de que pueda ser un prejuicio profesional. Pero tampoco dudo de la larga historia del pensamiento conservador y reaccionario y de su empe?o permanente en reducir las desigualdades sociales a diferencias biol¨®gicas, intentando ahogar el debate social bajo la autoridad de la "ciencia". Un cient¨ªfico de ciencias naturales de la talla de Stephen J. Gould -no soci¨®logo, obviamente- ya dio prueba de ello en La falsa medida del hombre. Y no deja de ser sospechoso que en la actualidad se aleguen diferencias biol¨®gicas para explicar el ¨¦xito educativo de las chicas, cuando no hace tanto tiempo se alegaban esas mismas diferencias para explicar su incapacidad para el estudio...
Jos¨¦ Saturnino Mart¨ªnez Garc¨ªa es soci¨®logo.
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