Prehist¨®ricos s¨ª, pero no tan primitivos
Los cazadores del Paleol¨ªtico no s¨®lo fueron capaces de crear obras de arte, sino que tambi¨¦n aprovecharon principios cient¨ªficos que se enunciar¨ªan milenios m¨¢s tarde
Los cazadores del Paleol¨ªtico no s¨®lo fueron capaces de crear obras de arte aclamadas como Patrimonio de la Humanidad, sino que tambi¨¦n sacaron provecho para sobrevivir de principios cient¨ªficos que se enunciar¨ªan varios milenios m¨¢s tarde y que hoy son la base de inventos como el avi¨®n o el motor di¨¦sel.t
El descubridor de Altamira, Marcelino Sanz de Sautuola, muri¨® se?alado como un farsante por los principales paleont¨®logos europeos de su ¨¦poca, porque la ciencia de finales del siglo XIX ten¨ªa tal concepto de la Prehistoria, que no pod¨ªa admitir que unos seres primitivos pudieran crear arte y, mucho menos, pintar una maravilla de la talla de los bisontes pol¨ªcromos de Santillana del Mar.
La afrenta de la ciencia al descubridor del primer testimonio del arte rupestre paleol¨ªtico qued¨® saldada en 1902 cuando uno de sus mayores detractores, el franc¨¦s ?mile Cartailhac, reconoci¨® p¨²blicamente su error, pero en el imaginario colectivo todav¨ªa pervive una idea del hombre de las cavernas como un ser primitivo.
El Museo de Altamira lleva a?os luchando contra esa imagen, con actividades que revelan al visitante que sus antepasados de hace 20.000 a?os no eran menos inteligentes que ¨¦l. Eran Homo sapiens. "No confundamos inteligencia con conocimiento o informaci¨®n. Las capacidades neurobiol¨®gicas de una persona de hace 20.000 a?os eran id¨¦nticas a las nuestras. Su capacidad de aprendizaje y an¨¢lisis era la misma", explica el director del museo, Jos¨¦ Antonio Lasheras.
La ¨²ltima de esas actividades tiene lugar estos d¨ªas, con motivo de la Semana de la Ciencia, una cita que Altamira suele aprovechar cada a?o para lucir sus programas de arqueolog¨ªa experimental y mostrar a los visitantes c¨®mo era la vida en la Prehistoria.
Este a?o cuenta con la colaboraci¨®n del Aula de la Ciencia de la Universidad de Cantabria, cuyo director, el profesor de Termodin¨¢mica Julio G¨¹em¨¦z, no oculta su admiraci¨®n por la brillantez que demostraron los hombres del Paleol¨ªtico para aplicar a base de observaci¨®n y ensayo-error principios de la f¨ªsica que llevaron de cabeza a los matem¨¢ticos hasta los siglos XVIII y XIX.
Estos son algunos:
- PRINCIPIO DE CONSERVACI?N DE LA ENERG?A, que podr¨ªa traducirse as¨ª para los hombres del final de la ¨²ltima glaciaci¨®n: "C¨®mo hacer fuego golpeando dos piedras o frotando un palo contra una madera".
La ciencia crey¨® hasta casi el siglo XIX que el calor era un fluido ingr¨¢vido, que se transmit¨ªa de objeto a objeto. De hecho, explica G¨¹¨¦mez, esa teor¨ªa funcion¨® razonablemente bien hasta que un soldado metido a fabricante de armas, Benjamin Thompson, conde de Rumford, se pregunt¨® en 1798 por qu¨¦ se calentaban tanto sus ca?ones de bronce cuando perforaba el ¨¢nima con una broca roma.
Rumford dedujo que el calor no lo transmit¨ªa un objeto a otro, sino que era fruto del rozamiento. Era movimiento, energ¨ªa mec¨¢nica. En el Paleol¨ªtico, el hombre aplic¨® ese mismo principio durante milenios, al golpear pedernal y pirita para obtener una chispa o al frotar dos maderas para obtener una brasa con la que hacer fuego. Con siglos de tecnolog¨ªa de diferencia, puso en pr¨¢ctica los mismos principios por los que funcionan un mechero o un motor di¨¦sel.
- LA TEORIA DEL CALOR ESPEC?FICO, o c¨®mo hacer hervir el agua utilizando piedras.
El qu¨ªmico escoc¨¦s Joseph Black explic¨® en el siglo XVIII por qu¨¦ unos materiales necesitan m¨¢s energ¨ªa para calentarse que otros e introdujo en la termodin¨¢mica el concepto de calor espec¨ªfico.
En la Prehistoria, el hombre tuvo que enfrentarse a la necesitad de hervir agua, una de las sustancias con mayor calor espec¨ªfico de la naturaleza, tanto, que elevar un grado la temperatura de un kilo de agua requiere la misma energ¨ªa que levantar un metro un peso de 400 kilogramos. Y lo resolvi¨® poniendo al fuego piedras, que se calientan con poca energ¨ªa, y sumergi¨¦ndolas en el agua, con lo que lograba el mismo efecto que en la actualidad emplean en las saunas finlandesas.
- EL TEOREMA DE BERNOULLI Y EL EFECTO VENTURI, o c¨®mo pintar con aer¨®grafo hace 20.000 a?os. Esos dos complejos fen¨®menos f¨ªsicos sobre el comportamiento de los fluidos, desentra?ados en el siglo XVIII por los cient¨ªficos que les dan nombre, son hoy la base del bar¨®metro o incluso de la aerodin¨¢mica que explica la sustentaci¨®n de los aviones.
Los hombres que habitaron la Cornisa Cant¨¢brica en el Paleol¨ªtico los aplicaron para pintar con aer¨®grafos rudimentarios, de los que se han encontrado ejemplos en Altamira. Y lo consiguieron tras descubrir que si colocaban un hueso hueco de ave sobre un pigmento l¨ªquido y soplaban sobre su extremo con otro hueso, la pintura sub¨ªa y se proyectaba de forma uniforme, pulverizada.
"No s¨¦ c¨®mo a alguien se le pudo ocurrir esto. No es algo tan intuitivo. Ten¨ªan que ser muy ingeniosos para relacionar fen¨®menos que son muy poco frecuentes en la naturaleza", reflexiona G¨¹¨¦mez.
- LA PALANCA, o c¨®mo lanzar m¨¢s lejos un venablo y cazar seguro. Durante generaciones, hasta la invenci¨®n del arco, los cazadores del Paleol¨ªtico utilizaron un instrumento llamado propulsor prehist¨®rico para lanzar venablos a m¨¢s distancia, lo que permit¨ªa no ser descubierto por la presa y mantenerse a una distancia prudente de ¨¦sta. En realidad, se trata de un peque?o bast¨®n que prolonga la longitud del brazo y potencia el efecto de la palanca que enunciar¨ªa siglos m¨¢s tarde Arqu¨ªmedes, en la Grecia cl¨¢sica.
En Am¨¦rica, recuerda G¨¹¨¦mez, ese artilugio se sigui¨® utilizando hasta la llegada de los conquistadores espa?oles, que sufrieron en sus propias carnes un arma, el atlatl, que lanzaba proyectiles con tal fuerza y velocidad que perforaban sus cotas de malla.
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