Igualdad de G¨¦nero: ?Y en ciencia cu¨¢ndo?
Las mujeres reciben un 45% de los t¨ªtulos de doctorado en la UE, pero s¨®lo representan el 30% de sus investigadores y lideran un 16% de los proyectos de investigaci¨®n
Hypatia de Alejandr¨ªa est¨¢ de moda, protagoniza la pel¨ªcula ?gora de Alejandro Amen¨¢bar e inicia el recorrido de ilustres mujeres cient¨ªficas del libro Mujeres en la Ciencia, que acaba de publicar la Uni¨®n Europea. Ya hace a?os que la UE diagnostic¨® la desigual participaci¨®n de la mujer y el hombre en la investigaci¨®n cient¨ªfica como un problema que debe ser corregido para incrementar la capacidad cient¨ªfica y asegurar la igualdad de oportunidades de todos sus ciudadanos. La preocupaci¨®n de la UE est¨¢ bien fundamentada, pues las mujeres reciben un 45% de los t¨ªtulos de doctorado que se otorgan en la UE, pero solo representan el 30% de sus investigadores y el 18 % en los cuadros superiores y tan solo lideran un 16% de los proyectos de investigaci¨®n, cifra que se reduce al 8% en los de mayor presupuesto, que financia la UE.
La necesidad de progresar hacia una sociedad carente de discriminaci¨®n por razones de tiene reflejo en nuestro pa¨ªs en la creaci¨®n del Ministerio de Igualdad y en la Ley de Igualdad, que impulsan una representaci¨®n equilibrada entre mujeres y hombres en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. El Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) cuenta, desde 2002, con una Comisi¨®n de Mujeres y Ciencia y adopt¨®, en 2007, un Plan de Igualdad de G¨¦nero mientras que el Gobierno cre¨®, en 2005, la Unidad de Mujeres y Ciencia para abordar la situaci¨®n de las mujeres en las instituciones investigadoras y mejorar su presencia en ellas.
Los datos recopilados por estas unidades muestran que la participaci¨®n de la mujer en la comunidad cient¨ªfica espa?ola es a¨²n insuficiente, con un 38,3 % de investigadoras en el sector p¨²blico y tan s¨®lo un 28 % en el sector privado de I+D. Estos datos sorprenden cuando se comparan con el 65,5 % de mujeres entre los becarios de investigaci¨®n del CSIC y el hecho de que el 51% de los t¨ªtulos de doctorado concedidos en Espa?a corresponden a mujeres. La participaci¨®n de las mujeres decrece notablemente a medida que se avanza en la carrera de investigaci¨®n ya que representan tan s¨®lo el 21% de los profesores de investigaci¨®n en el CSIC y un 13% de los catedr¨¢ticos de universidad. El resultado es un gr¨¢fico en tijera, en el que los porcentajes de hombres y mujeres se invierten a medida que se avanza en la carrera de investigaci¨®n.
De hecho, la elite cient¨ªfica espa?ola sigue siendo un club de hombres que se reparten entre s¨ª el reconocimiento social a la actividad cient¨ªfica. Baste considerar los siguientes datos:
- A¨²n no ha habido una ¨²nica mujer entre los 17 presidentes del CSIC (0%), nombrados por el Gobierno entre cient¨ªficos de reconocido prestigio.
- Solamente seis mujeres han sido reconocidas con el Premio Nacional de Investigaci¨®n entre un total de 72 galardonados (8,3 %); s¨®lo se han sido premiadas dos mujeres, entre un total de 37 galardonados, con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (5,4 %); s¨®lo se cuentan cinco mujeres entre los 87 premiados con el Premio Rey Jaime I (5,7 %); y ninguna mujer entre los 11 investigadores honrados por los premios de la Fundaci¨®n BBVA (0 %).
- De los 654 miembros de las diez Reales Academias Espa?olas, s¨®lo un 5,5 % son mujeres.
- Solamente una mujer aparece como l¨ªder en los 17 proyectos CONSOLIDER (5,8%), los de mayor cuant¨ªa y prestigio en Espa?a, concedidos en 2006 (el ¨²nico a?o para el que la p¨¢gina web del Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n presenta datos).
Las causas del insuficiente acceso de las mujeres a las elites cient¨ªficas parecen gestarse desde la infancia, en el que los roles y valores asignados a ni?os y ni?as condicionan de forma importante sus actitudes profesionales en el futuro. Ya en la edad -entre 17 y 30 a?os- en los que se fragua la vocaci¨®n cient¨ªfica y se completa el proceso de formaci¨®n concurren una suma de micro-desigualdades que contribuyen, de forma acumulada, a la p¨¦rdida gradual de mujeres a medida que se progresa en la carrera cient¨ªfica que resulta en el efecto tijera se?alado. Finalmente, y como resultados de todo ello, las mujeres tienden a adoptar actitudes m¨¢s modestas y autocr¨ªticas, reflejadas incluso en sus patrones de publicaci¨®n de resultados (menos numerosas pero m¨¢s s¨®lidas y reflexivas), frente a las actitudes m¨¢s autosuficientes y de b¨²squeda de reconocimiento de sus colegas varones.
La identificaci¨®n de las causas ha de venir acompa?ada de actuaciones. En los debates y planes de actuaci¨®n existentes se enfatiza el hecho de la maternidad como causa principal de pausas en la carrera cient¨ªfica de la mujer y se arbitran medidas que intentan compensar estas dificultades en procesos de evaluaci¨®n. El Plan Nacional de I+D, del Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n, introdujo un punto adicional, sobre 50 (2%), en el proceso de evaluaci¨®n con el que se apoya la direcci¨®n de proyectos por mujeres. Las medidas de discriminaci¨®n positiva, que introducen ligeras ventajas para las mujeres a fin de alterar la inercia hacia la desigualdad de g¨¦nero en ciencia son a menudo criticadas ferozmente por las mujeres que se benefician de ellas, pues consideran humillante que su condici¨®n de mujer pueda considerarse como m¨¦rito frente a la excelencia de su investigaci¨®n.
Estas medidas tambi¨¦n resultan, con frecuencia en un exceso de carga de presencia en comit¨¦s, jurados de oposiciones, etc¨¦tera, de mujeres, particularmente en los campos en los que son m¨¢s minoritarias, disminuyendo el tiempo del que disponible para la investigaci¨®n y afectando negativamente su carrera cient¨ªfica. En alg¨²n caso, la oposici¨®n a medidas de discriminaci¨®n positiva por las mujeres que han accedido a la ¨¦lite cient¨ªfica puede suponer un conflicto de inter¨¦s, particularmente en campos donde las mujeres son muy minoritarias. En estos casos las pocas mujeres reconocidas tienen una desproporcionada capacidad de decisi¨®n, que podr¨ªan no querer compartir con otras mujeres. No existe pues un consenso en cuanto a la adecuaci¨®n de las medidas de los Planes de G¨¦nero. Sin embargo, la Uni¨®n Europea concluy¨® recientemente que no hay evidencia de que la igualdad de g¨¦nero en I+D se pueda alcanzar sin intervenci¨®n, por lo que se han de implementar pol¨ªticas que promuevan la participaci¨®n de la mujer de forma pro-activa.
Se ha de reconocer que ¨¦sta no es una tarea exclusiva de las mujeres, ni que la opini¨®n de las mujeres respecto a estos planes deba prevalecer, pues solamente se progresar¨¢ en combatir las clamorosas desigualdades actuales si todos, hombres (hijos, padres y esposos de mujeres) y mujeres, se comprometen con este objetivo. Las mujeres que se ven beneficiadas por actuaciones de discriminaci¨®n positiva deber¨ªan considerar que el objetivo no es beneficiarlas a ellas individualmente y deber¨ªan considerar estos beneficios como un peaje a pagar para que la pr¨®xima generaci¨®n de mujeres investigadoras no precise de estas medidas. Sin embargo, esta consideraci¨®n requiere de una complicidad y solidaridad entre las mujeres que dista de ser un valor universal. Aunque formalmente los hombres muestran una actitud de compromiso frente a estos planes de actuaci¨®n, esta actitud frecuentemente desaparece cuando las puertas se cierran y los comit¨¦s, compuestos exclusivamente por hombres, deliberan. En estos petites comit¨¦s de hombres no es infrecuente o¨ªr expresiones del tipo "m¨¢s neuronas y menos hormonas" , afirmaciones en torno a la dificultad de trabajar con mujeres o lo mal que ¨¦stas se llevan entre s¨ª para justificar el papel secundario de la mujer en la ciencia y referencias a colegas mujeres como "la mujer de x", cuando x resulta ser tambi¨¦n investigador.
A pesar de lo dicho, mi experiencia como director del trabajo de j¨®venes investigadoras indica que los eventos cr¨ªticos que desembocan en su abandono de la carrera cient¨ªfica se fijan con frecuencia justo al completar el doctorado. Es en este momento cuando las mujeres se enfrentan a la decisi¨®n de desplazarse a otro laboratorio, frecuentemente en el extranjero, que es el camino habitual en la carrera cient¨ªfica y que se exige, adem¨¢s, como requisito de movilidad en la mayor parte de programas de contrataci¨®n de j¨®venes investigadores. Es posible que la movilidad, deseable en una carrera de investigaci¨®n, se deba adecuar a la biolog¨ªa de las mujeres, que no debieran verse obligarlas si quieren continuar su carrera cient¨ªfica a abandonar temporalmente sus parejas a la edad en las que sus amigas que se dedican a otras actividades deciden tener sus hijos. Mientras que enfrentadas a esta decisi¨®n muchas j¨®venes mujeres optan por abandonar la ciencia, no conozco ning¨²n caso en que ¨¦sta haya sido la causa de abandono de hombres, que normalmente reciben el apoyo de sus parejas en esta decisi¨®n. Subyace una dependencia desigual de sus parejas y un miedo a que el alejamiento lleve a su ruptura. Se trata pues del poso de la misma cultura machista que alimenta un papel de la mujer supeditado al del var¨®n, particularmente en las relaciones de pareja, que tiene su m¨¢s abyecta expresi¨®n en la violencia machista y su incre¨ªble aceptaci¨®n por algunas de sus v¨ªctimas.
Acabar con un modelo educativo que impulsa la aceptaci¨®n de las mujeres de un papel supeditado al del hombre es fundamental para que nuestra sociedad avance y para que las pr¨®ximas generaciones de mujeres puedan aportar todo su potencial a la creaci¨®n cient¨ªfica y, a trav¨¦s de ¨¦sta, al progreso de nuestro pa¨ªs. Parece este un objetivo lejano en un pa¨ªs cuya Constituci¨®n instituye la prioridad del hombre sobre la mujer en su art¨ªculo 57 que regula la sucesi¨®n en la Jefatura del Estado.
Fuentes:
Informe Mujeres Investigadoras. Comisi¨®n asesora de Presidencia Mujeres y Ciencia, 2009. CISC.
Mujer y Ciencia: La situaci¨®n de las mujeres investigadoras en el sistema espa?ol de ciencia y tecnolog¨ªa. Segunda Edici¨®n FECYT 2007.
Carlos Duarte es Profesor de Investigaci¨®n del CSIC
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