Una residencia de novela
El Colegio de Espa?a en Par¨ªs cumple 75 a?os tras haber sobrevivido a la turbulenta historia espa?ola del siglo XX
Ning¨²n otro edificio espa?ol ha sido promovido por un rey (Alfonso XIII escogi¨® personalmente los terrenos), iniciado en plena dictadura (la de Miguel Primo de Rivera), ungido por la Instituci¨®n Libre de Ense?anza (en la Segunda Rep¨²blica), ocupado por los nazis, liberado por los norteamericanos, respetado (relativamente) por el r¨¦gimen franquista, y tomado por los j¨®venes revolucionarios de mayo del 68 para ser m¨¢s tarde tapiado, incendiado, reformado (tras el restablecimiento de la democracia en Espa?a) y reabierto, llegando a su 75 aniversario con una salud de hierro.
Hablamos del Colegio de Espa?a en Par¨ªs. Una instituci¨®n dependiente del Ministerio de Educaci¨®n, inaugurada en 1935, por la que pasaron personajes como P¨ªo Baroja, Azor¨ªn y Miguel de Unamuno, y que hoy aloja, sobre todo, a investigadores y profesores universitarios espa?oles (as¨ª como a una minor¨ªa art¨ªstica) de alto nivel durante sus estancias en la capital francesa, explica su director, Javier de Lucas.
Tiene su origen en los a?os veinte y es un ejemplo de la tendencia proeuropea y antibelicista de la ¨¦poca
Hoy aloja, sobre todo, a investigadores y profesores universitarios espa?oles
El Colegio de Espa?a se rige por normas singulares (por ejemplo: los residentes participan en el proceso de selecci¨®n de los nuevos inquilinos, un sistema introducido en los ochenta por su entonces directora, Carmila Virgili, para reducir el riesgo de enchufes). Pero para entender eso y su continuidad a lo largo de la convulsa historia pol¨ªtica espa?ola del siglo XX (quitada su clausura durante la recta final del franquismo), hay que explicar antes el lugar donde se encuentra, la Ciudad Internacional Universitaria de Par¨ªs, otra instituci¨®n que ofrece material de sobra para una novela.
La Ciudad Internacional es un gran campus, ubicado al sur de Par¨ªs, donde residen cient¨ªficos e investigadores de m¨¢s de 100 nacionalidades. Tiene su origen en los a?os veinte y es un ejemplo de la tendencia proeuropea y antibelicista de la ¨¦poca, que saldr¨ªa derrotada con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Su ide¨®logo, ?mile Deutsch de la Meurthe, nacido en una familia industrial alsaciana, ten¨ªa buenas razones para hacerse pacifista: su hijo muri¨® durante la Gran Guerra. Deutsch convenci¨® a Andr¨¦ Honnorat, pol¨ªtico socialista que llegar¨ªa a ser ministro de Educaci¨®n, y a otros millonarios con tendencias filantr¨®picas (como John D. Rockefeller Junior) para construir un espacio consagrado al conocimiento, el arte y la convivencia de estudiantes de internacional. La Ciudad cuenta con 40 maisons (residencias), aproximadamente 20 est¨¢n vinculadas a otros tantos pa¨ªses y algunos de los edificios (como la fundaci¨®n Suiza, dise?ada por Le Corbusier) merecen una visita.
Por su accidentada trayectoria, el Colegio de Espa?a recuerda al Palacio de Monterrey de Salamanca: Alfonso XIII deleg¨® en el duque de Alba la direcci¨®n del proyecto, y el duque debi¨® persuadir al arquitecto (Modesto L¨®pez Otero) de que tomara como modelo su palacio.
El edificio fue concluido e inaugurado por la II Rep¨²blica. Durante la Guerra Civil qued¨® bajo la tutela del Gobierno franc¨¦s y acogi¨® a cient¨ªficos exiliados como Severo Ochoa y Blas Cabrera. Al finalizar la II Guerra Mundial, se reincorpor¨® a petici¨®n de la Ciudad Internacional Universitaria, su director republicano, ?ngel Establier, quien m¨¢s tarde ser¨ªa relevado por Jos¨¦ Antonio Maravall, cuyo perfil resultaba aceptable para la instituci¨®n francesa.
En su primera etapa, se?ala su actual director, Javier De Lucas, el colegio alberg¨® a intelectuales y artistas, pero pronto se dirigi¨® sobre todo a cient¨ªficos e investigadores. La relaci¨®n con los artistas, sin embargo, se ha mantenido. Y puesto que es tradici¨®n que al final de su estancia dejen una obra, muchas de las habitaciones y pasillos est¨¢n decoradas con ellas. Ya en los noventa, el colegio tuvo una etapa en la que abri¨® sus puertas a estudiantes Erasmus, pero posteriormente volvi¨® a haber una mayor¨ªa abrumadora de investigadores, con predominio de las ciencias duras, la Historia, las Ciencias Sociales y las ingenier¨ªas.
Con unos precios muy subvencionados, cada a?o se presentan cerca de 300 solicitudes para unas 40 plazas, y se accede por m¨¦ritos. "Los curr¨ªculos son simplemente excepcionales. Mucha gente tiene dos licenciaturas, becas espa?olas o europeas, participan en proyectos de investigaci¨®n de excelencia, o han sido admitidos en los centros de mayor prestigio de Par¨ªs", explica De Lucas, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho en la Universitat de Val¨¨ncia. Anualmente pasan por la instituci¨®n, adem¨¢s, unas 1.600 personas en estancias cortas.
Los residentes han participado en los recientes debates legislativos y presupuestarios que afectan a la Ciencia y la Universidad espa?ola, con encuentros con el secretario general de Universidades y el secretario de Estado de Investigaci¨®n incluidos. La instituci¨®n organiza seminarios cient¨ªficos, conferencias, ciclos de cine, actividades de danza, debates con cineastas, escritores, periodistas (incluido este redactor)... Y cada lunes un residente, digamos una f¨ªsica de part¨ªculas elementales o un latinista, explica al resto en qu¨¦ consiste su trabajo.
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