Holanda ya se prepara para el cambio clim¨¢tico
Los Pa¨ªses Bajos anuncian nuevos planes ambientales para contener el posible desbordamiento de los grandes r¨ªos, como el Rin y el Mosa, con mayor caudal por el calentamiento global
El coraz¨®n de Holanda no se ubica en sus famosos canales. Tampoco en las inmensas llanuras de tulipanes. El pulso late en la capital, no lejos de la antigua casa-taller de Rembrandt. Casi escondido entre el Ayuntamiento y el teatro de la ?pera, se encuentra un pasaje que guarda un poste plantado a gran profundidad. Es el denominado Nivel Normal del Agua de ?msterdam, que marca la altura necesaria para evitar inundaciones. Junto a ¨¦l, un cilindro transparente que se alza cinco metros por encima de la cabeza de los visitantes. Recuerda una fecha negra: febrero de 1953. Ese a?o, la combinaci¨®n de una marea viva y un temporal rompi¨® los diques de la provincia de Zelanda, en el Suroeste, y ahog¨® a 1.800 personas. Al menos 150.000 hect¨¢reas se anegaron, perdi¨¦ndose a su vez decenas de miles de cabezas de ganado.
En 1993 y 1995, la subida del mar oblig¨® a evacuar a m¨¢s de 250.000 personas
Podr¨ªa decirse que la primera campa?a para defenderse de esa especie de cambio clim¨¢tico s¨²bito dio comienzo esa noche. De la cat¨¢strofe surgi¨® el Plan Delta, destinado a frenar el mar con compuertas y barreras. En una Holanda debilitada por la II Guerra Mundial, aquella inundaci¨®n demostr¨® que los antiguos diques no bastaban. Sin ellos, m¨¢s de la mitad del pa¨ªs se inundar¨ªa. Tras siglos de desecaci¨®n de terrenos con molinos de agua, y dos d¨¦cadas despu¨¦s de haber logrado cerrarle el paso al mar interior (Zuiderzee) con una presa de 32 kil¨®metros (Afsluitdijk) hubo que volver a empezar. Se hicieron otras presas, esta vez m¨®viles. Fue regulado el desag¨¹e de los tres grandes r¨ªos (Rin, Mosa y Escalda) que atraviesan el territorio y forman un enorme delta. Pero, sobre todo, los ingenieros levantaron un muro permeable con compuertas del tama?o de un edificio de doce pisos. Situado en Zelanda, la zona m¨¢s vulnerable, sirve para cerrar la gran r¨ªa de Oosterschelde. Fue inaugurado por la reina Beatriz en 1986 y a¨²n le sigui¨® otro m¨¢s, en 1997. Cada compuerta es una enorme c¨¢mara flotante del tama?o de dos campos de f¨²tbol. Si llega la gran tormenta, esta especie de cortina gigante se hunde en el mar cerr¨¢ndole el paso. Superado el peligro, el agua es vaciada para evitar la inundaci¨®n del puerto de Rotterdam. En el momento de la construcci¨®n, los ingenieros supon¨ªan que solo habr¨ªa que cerrarla una vez cada d¨¦cada. Las nuevas predicciones lo reducen a una vez cada lustro.
Y aqu¨ª, m¨¢s o menos, arranca el Segundo Plan Delta. El que vuelca toda su atenci¨®n en el futuro de los r¨ªos. Cerca de 2.000 a?os despu¨¦s de ganarle terreno al mar, el cambio de clima ha transformado al tr¨ªo fluvial en el nuevo enemigo. Su aparici¨®n en escena tuvo lugar entre 1993 y 1995. Esos a?os, el Rin y el Mosa se desbordaron. Unas 250.000 personas debieron ser evacuadas, y los da?os materiales fueron cuantiosos. "Si el deshielo de los polos contin¨²a y aumentan las precipitaciones, no habr¨¢ m¨¢s remedio que hacerle sitio a los r¨ªos", asegura Dano Roelvink, catedr¨¢tico de ingenier¨ªa costera y desarrollo portuario del Instituto para la Educaci¨®n del Agua de la Unesco. Como estudioso propone, entre otras cosas, "rebajar el lecho del r¨ªo en algunos tramos para que el cauce pueda llevar m¨¢s agua". O bien algo en apariencia contradictorio. "Puede ampliarse el cauce, devolvi¨¦ndole las zonas que permanecen secas en verano".
Y es que, acostumbrados a construir a diario su pa¨ªs, las noticias catastrofistas sobre los efectos del cambio de clima han acabado por saturar a la gente. Sin embargo, las predicciones del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa (KNMI) no dejan demasiado margen a la alegr¨ªa. En el a?o 2000 calcul¨® que en un siglo las temperaturas ascender¨ªan entre uno y seis grados. Las lluvias invernales pasar¨ªan de una media de 6% al 25%, y el nivel del mar subir¨ªa entre 20 y 110 cent¨ªmetros. En 2006, el KNMI ajust¨® sus cifras y describi¨® otras peores.
El caso del Rin ilustra estas variaciones. En invierno puede arrastrar 6.000 metros c¨²bicos de agua por segundo. En verano, unos 500. En un momento extremo, calificado de remoto por los meteor¨®logos, el caudal ascender¨ªa a 12.000 metros c¨²bicos por segundo. Seg¨²n Dano Roelvink, si las temperaturas cambian hasta calentar mucho el verano y plagar el invierno de lluvias, "habr¨¢ que buscarle definitivamente otro sitio al agua". "Nuestra conclusi¨®n es triple", dijo Cees Veerman, ex ministro de Agricultura. "Primero, muchos de nuestros diques precisan grandes reparaciones. En segundo lugar, nuestra noci¨®n de la seguridad frente al agua es err¨®nea y hay que endurecer las normas para evitar riesgos", se?al¨®. Wim van Gelder, comisario de la Reina (gobernador provincial) en Zelanda, hab¨ªa dicho lo mismo con menos sutileza en 2005. "Apenas las dos terceras partes de la poblaci¨®n sabe que sin los diques, una buena porci¨®n de Holanda estar¨ªa sumergida de forma regular. Una cosa es atemorizar a la gente con el agua que viene y otra ser un gobernante paternalista empe?ado en evitar la alarma social. El ciudadano tiene derecho a conocer los riesgos", dijo.
Mientras, la iniciativa privada lleva la delantera. Ante la perspectiva de vivir, m¨¢s que nunca, en el agua, se proponen casas flotantes o anfibias. En Maasbommel, al sureste de ?msterdam, se han construido unas viviendas con calefacci¨®n, agua caliente y todas las comodidades. Situadas en una planicie anegada del Mosa, su armaz¨®n de madera liviana y unos bajos de cemento permiten flotar al conjunto si sube el agua.
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