¡°Solo el odio debe pasar al olvido en la sociedad vasca¡±
La cofundadora de Gesto por la Paz afronta con optimismo la ¨²ltima manifestaci¨®n de la coordinadora nacida en 1986
Una simple mirada a trav¨¦s del cristal le basta para retrotraerse en el tiempo. Fuera nieva, como alguna de las muchas veces que, en silencio, se situ¨® tras una pancarta en el c¨¦ntrico Arenal de Bilbao que ahora contempla con distintos ojos. En otras ocasiones, simplemente llov¨ªa, hac¨ªa fr¨ªo o tambi¨¦n sol en las tardes m¨¢s ben¨¦volas, que no apetecibles. Fueron muchas, eso s¨ª. Varios cientos. Una por cada asesinato de ETA. Acabada esa pesadilla, expiran tambi¨¦n las manifestaciones de condena. Ma?ana se celebrar¨¢ en la capital vizca¨ªna la ¨²ltima de Gesto por la Paz, la coordinadora nacida en 1986 para impulsar la deslegitimaci¨®n social del terrorismo en Euskadi.
Itziar Aspuru (1965) fue una de esas intr¨¦pidas personas que a mediados de los a?os ochenta, convulsos en el Pa¨ªs Vasco por los sangrientos y repetitivos atentados de ETA, decidi¨® abandonar la seguridad del anonimato para mostrar en la calle su rechazo a lo que estaba ocurriendo. ¡°No fue f¨¢cil¡±, seg¨²n reconoce, en una sociedad marcada por la indiferencia derivada del dolor y el miedo. Al contrario que entonces, hoy percibe en Euskadi un ¡°convencimiento generalizado de que no se puede asesinar por las ideas o como forma de presi¨®n para un logro pol¨ªtico¡±.
¡°Queda todav¨ªa mucho por hacer para asentar la convivencia en Euskadi¡±
Bilba¨ªna ¡°de toda la vida y orgullosa¡± de ello, no duda en ejercer como tal siempre que puede. Por eso se decanta por un t¨ªpico bollo de mantequilla para acompa?ar el caf¨¦. Pensativa, lo trocea de inicio en varias partes, como anticipo de un prolongado relato de experiencias personales que, una vez iniciado, apenas podr¨¢ ya detener. Son muchas las an¨¦cdotas acumuladas en las dos d¨¦cadas y media de trayectoria del grupo pacifista. Tantas como se almacenan en la propia memoria de Aspuru. Como cuando la coordinadora organiz¨® una concentraci¨®n en San Sebasti¨¢n y fue recibida con un lanzamiento de tuercas por parte de radicales abertzales. O cuando se desplaz¨® hasta la madrile?a Puerta del Sol y se top¨® con una manifestaci¨®n contraprogramada por grupos de ultraderecha.
Insultos, amenazas, agresiones... Fueron muchos los obst¨¢culos de un tortuoso camino que ahora toca a su fin. 15 minutos de silencio en cada concentraci¨®n, la ¨²nica respuesta de una coordinadora que ten¨ªa en la perseverancia su ¨²nica batalla. Al menos, hasta que se consolidaron los secuestros como forma de extorsi¨®n, a mediados de los noventa, y hubo que buscar nuevos gestos de solidaridad con las v¨ªctimas. ¡°Soltamos palomas, hinchamos globos, subimos a montes, nos concentramos en la playa...¡±, recuerda Aspuru. Fueron los precedentes del lazo azul en la solapa, el gran icono del rechazo permanente a ETA.
Con el paso de los a?os, la visi¨®n del terrorismo como un sinsentido comenz¨® a imponerse, incluso entre quienes alguna vez lo hab¨ªan apoyado. El cese definitivo de ETA ha sido su principal consecuencia. Pero el camino no ha terminado. ¡°Queda todav¨ªa mucho por hacer para asentar la convivencia en Euskadi¡±, advierte la cofundadora de Gesto. Entre otros retos, cita el ¡°imprescindible¡± reconocimiento de unas v¨ªctimas cuyo sufrimiento ¡°permanecer¨¢ aun sin terrorismo¡±, as¨ª como la elaboraci¨®n de un relato ¡°ver¨ªdico y compartido¡± sobre lo ocurrido para no repetir viejos errores. Seg¨²n esgrime, ¡°solo el odio debe pasar al olvido en la sociedad vasca¡±.
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