"Me gustar¨ªa vestir a todas las mujeres seg¨²n el islam"
El imperio textil del Amancio Ortega turco abarca 95 tiendas en todo el mundo y 2.500 empleados
Mustafa Karaduma bien podr¨ªa ser el Amancio Ortega turco. Ambos empezaron desde abajo cuando eran muy j¨®venes. Ambos crearon su propia firma de ropa en los a?os setenta y, tras duro trabajo, consiguieron afianzar un imperio textil que traspasa fronteras. Pero existe una gran diferencia entre los dos. Mientras Ortega puede experimentar con cortes y transparencias, la ropa de Karaduma se ci?e a las estrictas normas del islam. Seg¨²n ¨¦l. Manga larga, faldas hasta la rodilla y cabello cubierto.
Quedamos en la sede central de su firma, Tekbir, a las afueras de Estambul. Evita dar la mano al saludar, pero ofrece una c¨¢lida sonrisa a la reci¨¦n llegada. En su despacho espera la comida, gentileza del anfitri¨®n. El men¨² del presidente de Tekbir es el mismo que el de sus 500 empleados. No hay otro para los directivos ni platos especiales en el gran comedor comunal de la empresa y si Karaduma quiere intimidad, ha de almorzar en la mesa de reuniones de su oficina.
Tekbir. Estambul
- Merceme? Corbasi
- Sa?kaburma
- Espaguetis
- Yogurt
- Fruta
- Caf¨¦ turco
- Cortes¨ªa del anfitri¨®n
"Los trabajadores de Tekbir pueden hacer las tres comidas a cuenta de la empresa", explica. Karaduma se jacta de cuidar a los suyos como un patriarca a su clan. Es el mayor de ocho hermanos y todos trabajan en la f¨¢brica. Tambi¨¦n lo hacen los habitantes de Karaali, el pueblo donde naci¨®. "Cuando la empresa empez¨® a crecer los trajimos a todos, les dimos trabajo. Mi pueblo era extremadamente pobre", cuenta. ?Y los trabajadores? Parece que se desviven por un trabajo que aparte de darles dinero, se rige seg¨²n las normas de Al¨¢.
Karaduma lleg¨® a Estambul con 12 a?os proveniente de una aldea de 150 personas en el centro de Anatolia. "Mi padre me dio 100 liras turcas (50 euros) que un amigo le hab¨ªa prestado. Me gast¨¦ 65 en el billete de autob¨²s y llegu¨¦ a Estambul con 35 liras", explica. Enseguida se puso a trabajar en un taller de costura. Desde lo m¨¢s bajo fue ascendiendo; planchaba, cos¨ªa, hac¨ªa patrones. Nueve a?os despu¨¦s abri¨® su tienda de confecci¨®n y en 1982, cre¨® Tekbir. Ten¨ªa 25 a?os. El islam, asegura, impregna toda su vida. Su marca, Tekbir, es la traducci¨®n en turco de "Al¨¢ es grande" y durante el almuerzo, no para de hacer reflexiones morales sobre el islam. Su padre era un im¨¢n y su abuelo un mul¨¢ (erudito musulm¨¢n). Se podr¨ªa decir que de casta le viene el galgo. "Todo lo que hago es de acuerdo con mis creencias", asegura.
El Amancio Ortega turco tiene 95 tiendas en todo el mundo y 2.500 empleados
Pero su fe le ha tra¨ªdo problemas. Los sectores m¨¢s conservadores de Turqu¨ªa le acusan de enriquecerse con la religi¨®n y usar el nombre de Al¨¢ en vano. "El primer enfrentamiento lo tuve en 1992, cuando organizamos el primer desfile de modelos de ropa isl¨¢mica del pa¨ªs", rememora. Muchos le acusaron de incitar a las mujeres veladas a lucirse. Se defiende: "Yo pienso igual que ellos, por eso las mujeres en mis desfiles son modelos profesionales. Las mujeres que llevan nuestra ropa no deber¨ªan desfilar", explica. Sin embargo, el esc¨¢ndalo le vali¨® una importante publicidad que le ayud¨® a dar el salto fuera del pa¨ªs. Ahora posee 95 tiendas en todo el mundo y 2.500 empleados.
Cuando el caf¨¦ llega, nuestro anfitri¨®n confiesa su misi¨®n. "Me gustar¨ªa vestir a todas las mujeres del mundo seg¨²n los preceptos isl¨¢micos". Es su especial contribuci¨®n al islam. El costurero de Al¨¢ como le llaman en Turqu¨ªa, se despide como salud¨®: sin contacto, pero con una sonrisa.
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