El obispo tambi¨¦n viene del mono
El evolucionista Richard Dawkins y el jefe de la iglesia anglicana reeditan en la Universidad de Oxford la m¨¢s famosa refriega del darwinismo
Mucho han evolucionado los obispos desde que el de Oxford le pregunt¨® a Thomas Huxley, el bulldog de Darwin, si ¨¦l cre¨ªa venir del mono por parte del abuelo paterno o del materno. Un siglo y medio despu¨¦s de aquella salida gloriosa, la Universidad de Oxford ha querido reeditar la reyerta con unos modales m¨¢s brit¨¢nicos. El debate entre el evolucionista y ateo militante Richard Dawkins y el obispo de Canterbury, Rowan Williams, ha alcanzado hoy alturas estratosf¨¦ricas y profundidades teol¨®gicas sin llegar a las manos. No ha resuelto la naturaleza de Dios, pero al menos ha servido para saber que los obispos ya admiten venir del mono. Por v¨ªa paterna y materna.
El debate entre Huxley y el entonces obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, se celebr¨® en 1860, solo siete meses despu¨¦s de que Darwin publicara El origen de las especies, y la ocurrencia de Wilberforce se ha convertido desde entonces en el chascarrillo obligado sobre lo mal que le sent¨® el libro al clero. La reedici¨®n de hoy ha tenido lugar en el solemne sal¨®n de actos de la facultad de Teolog¨ªa de la Universidad de Oxford. Su solo t¨ªtulo ya rizaba el pelo: La naturaleza del ser humano y la cuesti¨®n de su origen ¨²ltimo.
Si la actitud de Williams, que es el jefe de la iglesia anglicana, es representativa de la mentalidad religiosa actual, o al menos una avanzadilla de ella, el ¨²ltimo siglo y medio de teolog¨ªa responde al esquema del God of the gaps, o Dios de los huecos: una teolog¨ªa que va aceptando la evidencia cient¨ªfica, aunque sea murmurando, y deja a Dios el papel de ir rellenando los huecos all¨ª donde la ciencia actual no alcanza.
El debate ha alcanzado alturas estratosf¨¦ricas sin llegar a las manos
Williams, al igual que el Vaticano, acepta ahora la evoluci¨®n biol¨®gica, pero sigue creyendo que tiene un prop¨®sito superior. Tambi¨¦n admite que el ser humano proviene del mono, lo que deja a Dios el dificultoso papel de insertarle un alma en alg¨²n momento de la evoluci¨®n de los hom¨ªnidos. Acoge de mil amores el Big Bang ¡ªlo m¨¢s parecido a una Creaci¨®n que ha producido la ciencia, y encima formulado por un cura¡ª, pero frunce el ce?o frente a la inmensidad del cosmos, y no hablemos ya de los universos paralelos que conjeturan muchos f¨ªsicos te¨®ricos. Puede que Dios utilice la ciencia, pero solo si es para crear al hombre.
Es curioso que no haya sido el obispo de Canterbury, sino el ateo Dawkins, quien haya logrado orientarse entre todas esas brumas de las capas altas o alt¨ªsimas de la atm¨®sfera para se?alar el problema verdaderamente vital que tienen las religiones en nuestro tiempo: ¡°El perd¨®n de los pecados y la salvaci¨®n de las almas¡±.
Dawkins, como Einstein y otros cient¨ªficos, opina que las religiones viven del miedo que sienten sus feligreses ante la intranscendencia de la vida y la certeza de la muerte. Es poco probable que el grueso de los creyentes se preocupe por la causa ¨²ltima del Big Bang o el fino ajuste de las constantes f¨ªsicas mientras no le resuelvan esas cuestiones m¨¢s acuciantes.
Williams acepta
ahora la evoluci¨®n, pero
con un prop¨®sito superior
El cient¨ªfico tambi¨¦n le ha soltado al obispo una de sus refutaciones favoritas de la existencia de Dios. La teor¨ªa del dise?o inteligente ¡ªversi¨®n posmoderna del creacionismo norteamericano¡ª sigue sosteniendo lo mismo que la teolog¨ªa natural de los tiempos de Darwin, que deduc¨ªa la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas. Dawkins argumenta, en cambio, que un dise?ador inteligente debe ser a¨²n m¨¢s complejo que las criaturas a las que pretende dar explicaci¨®n, luego no les da ninguna.
Como ocurre a veces en este tipo de debates, los ponentes han adoptado a menudo el lenguaje del adversario con la intenci¨®n ¡ªinvariablemente frustrada¡ª de llevarse el gato al agua. As¨ª, el obispo de Canterbury ha hablado con cierta soltura de ¡°consciencia autorreflexiva¡±, bases binarias, mutaciones saltatorias, genes del lenguaje, el car¨¢cter predecible de los sistemas emergentes, o la falta de ¨¦l, el mecanismo de transferencia de la informaci¨®n gen¨¦tica y la naturaleza de los procesos evolutivos antes de la aparici¨®n de las primeras mol¨¦culas autorreplicantes. Hasta se ha disculpado por el hecho de que los redactores de la Biblia no tuvieran ni idea de la f¨ªsica del siglo XX, lo que ha suscitado la comprensi¨®n del p¨²blico.
Dawkins ha atemperado en cierta medida su lengua viperina
Dawkins tambi¨¦n ha atemperado en cierta medida su lengua viperina. Por ejemplo, no ha dicho que la existencia de un Creador sobrenatural fuera imposible, sino ¡°extremadamente improbable¡±, con esa vocal muy larga en las segundas s¨ªlabas que saben poner en Oxford. Hasta ha llegado a admitir la relevancia de las ¡°macromutaciones¡±, aunque solo en la evoluci¨®n de las plantas.
Pero su mejor momento fue cuando el obispo de Canterbury le pregunt¨®: ¡°?Acaso el conocimiento humano se puede explicar por la evoluci¨®n?¡±, y ¨¦l respondi¨®: ¡°Mire usted, no entiendo ni la pregunta¡±.
Ese es el Dawkins que cabreaba a los obispos en otros tiempos. Ay Dios, c¨®mo se echa de menos a Samuel Wilberforce.
El universo, la Biblia y el origen de la vida
?C¨®mo se cre¨® el universo?
Richard Dawkins: "?C¨®mo podemos hablar de la evoluci¨®n y los millones de a?os de desarrollo y dise?o y luego decir: s¨ª existe Dios? ?Por qu¨¦ no reconoce que hay elegancia y belleza en la idea de que la vida apareci¨® de la nada, movido por las leyes de la f¨ªsica?"
Rowan Williams: El arzobispo admite que est¨¢ admirado de esa belleza, pero asegura que ¨¦l no podr¨ªa explicarla solo por las leyes de la f¨ªsica. "Una mezcla de amor y matem¨¢ticas", dice el religioso. As¨ª explica la belleza de la creaci¨®n.
?C¨®mo se origin¨® la vida en el universo?
R.D.: La selecci¨®n natural explica mucho de este proceso. Se trata de imaginar c¨®mo en el primer momento las mol¨¦culas estaban en el espacio. Pero nadie sabe realmente c¨®mo se origin¨® la primera mol¨¦cula que dio origen a la vida. Piensa que tal vez la primera formaci¨®n fue parecida al RNA (¨¢cido ribonucleico).
?Estamos solos en el universo?
R. D.: ?C¨®mo puede ser que por casualidad la vida solo haya logrado formarse en las mol¨¦culas de la tierra? El universo debe estar lleno de vida.
La Biblia y el universo.
R.W.: Los autores no se refer¨ªan a la creaci¨®n de la vida, sino a lo que Dios quer¨ªa se?alar. Con la Biblia se quer¨ªa explicar en realidad el concepto de pecado.
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