Baja la 'contaminaci¨®n interior'
Por primera vez disminuyen los niveles en sangre de los compuestos t¨®xicos persistentes Aun as¨ª solo el 4% de la poblaci¨®n tiene cantidades reducidas
Los niveles sangu¨ªneos de compuestos t¨®xicos persistentes (CTP) descendieron de forma significativa en los habitantes de Barcelona entre 2002 y 2006. Los policlorobifenilos (PCB, productos de origen industrial que suelen contaminar a dosis bajas los alimentos grasos) disminuyeron m¨¢s de un 30%; el DDT (plaguicida prohibido hace m¨¢s de 30 a?os), descendi¨® un 39%, mientras que los niveles de su principal metabolito, el DDE, lo hicieron un 53%. El hexaclorobenceno (un fungicida) y el beta-hexaclorociclohexano (un compuesto relacionado con el insecticida lindano) disminuyeron un 53% y un 50%, respectivamente. La magnitud del descenso en los niveles corporales de los t¨®xicos fue similar en mujeres y hombres, algo mayor en las personas m¨¢s j¨®venes, y mayor en las personas obesas.
Es la primera vez que una ciudad espa?ola analiza las concentraciones sangu¨ªneas de compuestos t¨®xicos persistentes en dos momentos diferentes; tampoco lo ha hecho ninguna comunidad aut¨®noma. Barcelona integr¨® tales an¨¢lisis en los sondeos o encuestas de salud que se realizaron en muestras representativas de su poblaci¨®n en 2002 y 2006. Otras ciudades llevan a cabo encuestas de salud, pero ninguna ha analizado nunca la contaminaci¨®n interna por CTP. En los dos a?os mencionados los m¨¦todos epidemiol¨®gicos y qu¨ªmicos fueron id¨¦nticos, garantizando as¨ª la validez de la comparaci¨®n. Nuestro estudio lo publica la revista Science of the Total Environment. Los resultados, en l¨ªneas generales, deber¨ªan ser extrapolables al resto de Espa?a, aunque habr¨ªa que estudiarlo y tener en cuenta los condicionantes de cada lugar.
Las razones de la disminuci¨®n no est¨¢n claras. Lo m¨¢s veros¨ªmil es que se deba primordialmente a las pol¨ªticas de control de los CTP en alimentos desarrolladas durante d¨¦cadas por las autoridades y empresas que operan en la ciudad.
Las mezclas de CTP que habitualmente se detectan en las poblaciones del planeta tienen efectos inmunosupresores, inflamatorios, neurot¨®xicos, metab¨®licos, endocrinos, epigen¨¦ticos o cancer¨ªgenos. Existen amplios conocimientos cient¨ªficos ¡ªaunque no siempre concluyentes, como es habitual en ciencia¡ª de que estos compuestos aumentan el riesgo de diversos c¨¢nceres (como los linfomas no-Hodgkin), infertilidad, asma, p¨¢rkinson, diabetes, problemas tiroideos o de aprendizaje. Es pues plausible que la contaminaci¨®n por CTP explique una parte relevante de la carga de enfermedad que sufrimos.
Entre los ciudadanos existen grandes diferencias en su contaminaci¨®n; por ejemplo, el nivel sangu¨ªneo m¨¢s alto de DDE hallado en una persona (8.227 nanogramos/gramo, ng/g) fue 1.100 veces superior al de quien tuvo menos (7 ng/g); las concentraciones de otros compuestos son en unas personas centenares de veces superiores a las de otras. Las razones de las diferencias interindividuales en la impregnaci¨®n corporal por t¨®xicos no est¨¢n claras, aunque esta suele aumentar con la edad y el peso.
El control de la producci¨®n de alimentos favorece el descenso
Ocho de los 19 CTP analizados se detectaron en la mayor¨ªa de la poblaci¨®n barcelonesa: el DDT se detect¨® en la sangre del 97% de los participantes y el DDE en el 100%, mientras que el hexaclorobenceno y el beta-hexaclorociclohexano se detectaron en un 98% y un 97%, respectivamente. El n¨²mero m¨ªnimo de contaminantes que se detect¨® en una persona fue de cinco, y el m¨¢ximo, 15. Por tanto, la totalidad de la poblaci¨®n almacena estos compuestos. El 72% de los barceloneses acumula en su cuerpo 10 o m¨¢s t¨®xicos; ese porcentaje era el 90% en 2002. Los datos son en buena medida extrapolables a otras poblaciones espa?olas. Los 19 contaminantes analizados son una cifra modesta en relaci¨®n a las decenas de compuestos que pueden detectarse en un ciudadano medio.
Muchos estudios analizan los niveles de cada CTP individualmente, no conjuntamente; observan entonces que una mayor¨ªa de la poblaci¨®n tiene niveles muy inferiores a los de una relativa minor¨ªa. Este hecho ¡ªy la proverbial ceguera ante lo obvio, que tambi¨¦n afecta a los cient¨ªficos¡ª ha hecho que durante a?os se creyese que apenas nadie tiene concentraciones altas de t¨®xicos. Lo que ha resultado ser falso, como ha puesto de relieve otro estudio nuestro, basado en una muestra representativa de la poblaci¨®n de Catalu?a, de inminente publicaci¨®n en la revista Environment International. El punto de partida es la ignorancia existente a nivel mundial acerca de una cuesti¨®n muy simple: ?todos los individuos con niveles corporales bajos de algunos contaminantes tienen concentraciones asimismo bajas de otros contaminantes? (y, por tanto, la minor¨ªa que tiene concentraciones altas de algunos las tienen tambi¨¦n altas de otros compuestos); ?o m¨¢s bien ocurre que algunos individuos con concentraciones bajas de ciertos contaminantes tienen concentraciones altas de otros? La respuesta correcta ha resultado ser la segunda: m¨¢s del 58% de los 919 miembros de la muestra tuvieron concentraciones altas de uno o m¨¢s de los 19 CTP analizados; el 34% de la poblaci¨®n tiene niveles altos de tres o m¨¢s t¨®xicos. Entre las mujeres de 60 a 74 a?os, el 48% tiene concentraciones altas de seis o m¨¢s compuestos. Tan solo el 4% de la poblaci¨®n catalana tiene concentraciones bajas de todos los CTP analizados. Por tanto, algunos subgrupos de ciudadanos acumulan mezclas de CTP a concentraciones altas.
Las sustancias se acumulan en el tejido graso animal
Las componentes del sistema econ¨®mico global causantes de la actual crisis generaron numerosas pr¨¢cticas y productos financieros que -con curiosa sinceridad- se denominan t¨®xicos. La met¨¢fora tiene la virtud de aludir a la naturaleza venenosa de las causas de la crisis y a sus perniciosos efectos. Pero entre ¨¦stos no contabiliza la carga de sufrimiento, enfermedad y muerte que el sistema vigente contribuye a causar. Es m¨¢s, todos sabemos que esta no es una crisis exclusivamente financiera o econ¨®mica, sino una crisis de ciertos modelos de econom¨ªa, pol¨ªtica y cultura. Disminuir la contaminaci¨®n humana por compuestos que no son t¨®xicos metaf¨®ricamente, sino literalmente, exige que promovamos otros sistemas de econom¨ªa, cultura y sociedad. Debemos promover pol¨ªticas p¨²blicas y privadas m¨¢s humanas, saludables y socialmente eficientes -otras pol¨ªticas sobre ganader¨ªa y agricultura, consumo y seguridad alimentaria, condiciones laborales, energ¨ªa, medio ambiente y salud p¨²blica.
Es tiempo de que las organizaciones ciudadanas hagan aumentar el cumplimiento de las normas jur¨ªdicas auton¨®micas, estatales e internacionales -como la Ley General de Salud P¨²blica y el Convenio de Estocolmo- que establecen que los gobiernos (central, auton¨®micos y municipales) deben vigilar y controlar la contaminaci¨®n interna por compuestos ambientales. Ser¨ªa toda una se?al de que ya funcionan los nuevos valores, conocimientos y pol¨ªticas que necesitamos para salir aut¨¦nticamente de la crisis, por tantos motivos en verdad t¨®xica.
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