Ciudadano terrorista
La propuesta de convertir la desobediencia civil pasiva en delito de atentado es doblemente errada porque llega justo cuando proliferan las denuncias por excesos policiales
La atropellada escalada de propuestas de reforma penal llega a su cumbre (provisional) con el anuncio del ministro del Interior sobre penas para los des¨®rdenes p¨²blicos. Aunque solo dio una idea general de la propuesta, los cambios m¨¢s destacados son calificar la resistencia pasiva como delito de atentado (con penas superiores a dos a?os, que impedir¨ªan la suspensi¨®n o sustituci¨®n de la pena de prisi¨®n) y equiparar a criminalidad organizada la convocatoria por Internet de manifestaciones que causen des¨®rdenes.
Estas propuestas han sido justificadas afirmando que se debe responder ante actuaciones gravemente il¨ªcitas que tienen lugar en las manifestaciones: ¡°t¨¢cticas de guerrilla urbana¡±. Pero no se comprende f¨¢cilmente. Los actos violentos, los atentados y el lanzamiento de c¨®cteles molotov a la polic¨ªa ya est¨¢n gravemente penados; los jueces ya condenan a quienes los cometen como autores de delitos de atentado, lesiones e incluso homicidio intentado.
Lo que realmente se propone es actuar contra conductas muy distintas. Por una parte, se quiere convertir la desobediencia civil pasiva en delito de atentado. Pero ?acaso ¡°atenta¡± contra el polic¨ªa el manifestante que no le hace nada, que le ignora sentado en el suelo? La propuesta se antoja doblemente errada porque llega justo cuando proliferan las denuncias por excesos policiales en las manifestaciones. Por otra parte, se busca transformar en miembro de organizaci¨®n criminal a quien incurre en des¨®rdenes o convoca protestas en las que haya violencia. Es dif¨ªcil exagerar la desmesura y la desproporci¨®n de la propuesta.
El Tribunal Constitucional ha afirmado que no cabe imponer graves sanciones en ¨¢mbitos muy pr¨®ximos al ejercicio de derechos fundamentales, pues con ello se causa un ¡°efecto de desaliento¡± a quien solopretende ejercer su derecho. Los Estados que tratan como terrorista al manifestante infractor o como autor de atentado a quien desobedece pasivamente a la polic¨ªa no son nuestros pares europeos, sino pa¨ªses como China, Birmania o las viejas dictaduras del Cono Sur.
El miedo y el nerviosismo son los peores consejeros para hacer reformas penales: que se aquieten los ¨¢nimos y se active el sentido democr¨¢tico antes de legislar de modo tan poco prudente.
Jacobo Dopico es profesor titular de Derecho Penal de la Universidad Carlos III de Madrid y consultor del bufete Gonz¨¢lez Franco.
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