Atr¨¦vete a descubrir, atr¨¦vete a equivocarte
La llamada ciencia transformadora trata de fomentar proyectos de investigaci¨®n arriesgados que pueden suponer un cambio importante desde el punto de vista socioecon¨®mico
Por los despachos donde se cuece la pol¨ªtica cient¨ªfica internacional anda us¨¢ndose una expresi¨®n, ciencia transformadora, para designar aquellos programas que tratan de fomentar proyectos de investigaci¨®n arriesgados cuyos resultados, en el caso de que fueran positivos, puedan suponer una transformaci¨®n importante desde el punto de vista socioecon¨®mico. A diferencia de los programas cl¨¢sicos, de ciencia incremental, en los que los cient¨ªficos proponemos habitualmente proyectos de ¨¦xito asegurado que suponen ligeros avances cuyo impacto en la sociedad, e incluso en la propia ciencia, es peque?o, los programas de ciencia transformadora pretenden financiar proyectos de alto riesgo y alto retorno (high-risk, high-reward).
A esta idea de crear programas de ciencia transformadora se est¨¢n apuntando pr¨¢cticamente todas las agencias s¨®lidas de financiaci¨®n de la ciencia, tanto p¨²blica como privada. Hace una semana, la Fundaci¨®n Pascual Maragall organiz¨® en Barcelona (en el marco de B-debate), lo que puede que haya sido el primer encuentro de programas de ciencia transformadora del mundo. All¨ª estaban representadas las agencias p¨²blicas estadounidenses, Fundaci¨®n Nacional de la Ciencia (NSF) e Institutos Nacionales de la Salud (NIH), el Consejo de Investigaci¨®n Europeo (ERC) y el CSIC, pero tambi¨¦n la Fundaci¨®n Howard Hughes, la Fundaci¨®n Volkswagen y la Wellcome Trust, todas ellas de capital privado. Y all¨ª estaba tambi¨¦n el programa Explora del antiguo Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n, ahora integrado en el Ministerio de Econom¨ªa y Competitividad, al que yo representaba.
La mayor cr¨ªtica que se puede hacer a Explora es que ha tenido demasiado ¨¦xito
El programa Explora se cre¨® en 2006 como una apuesta personal. Fue una iniciativa pionera, organizada desde abajo con el apoyo de algunos de los mejores cient¨ªficos espa?oles que creyeron en una idea entonces extra?a y no bien recibida por el elefante de la administraci¨®n p¨²blica. Porque Explora es un programa incluso algo m¨¢s atrevido que los de la nueva ciencia transformadora. Naci¨® para financiar la fase de exploraci¨®n de ideas que estuvieran, no s¨®lo en la frontera del conocimiento, sino m¨¢s all¨¢. Propuestas heterodoxas, radicalmente nuevas, intelectualmente arriesgadas, cuyo ¨¦xito no estuviera ni remotamente asegurado. Ideas locas, nos gusta decir, que estuvieran bien montadas sobre bases contrastables. El programa, con un modesto presupuesto de algo m¨¢s de un mill¨®n de euros anuales (han le¨ªdo bien, s¨®lo un mill¨®n de euros al a?o), no ha podido ser m¨¢s exitoso.
Adem¨¢s de generar art¨ªculos de alto impacto, patentes e incluso alguna que otra empresa, ha supuesto la apertura de nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n para grupos de investigaci¨®n que no quer¨ªan anclarse en temas tradicionales, la consecuci¨®n de importantes proyectos europeos y nacionales, y la incorporaci¨®n al debate internacional de ideas, problemas e incluso terminolog¨ªa, que han salido de nuestros laboratorios. Y adem¨¢s, ha abierto en muchos j¨®venes y no tan j¨®venes, la ventana de la creatividad, estimulando la idea de que en ciencia a¨²n se puede pensar.
De hecho, la mayor cr¨ªtica que quiz¨¢s se le puede hacer a Explora, es que ha tenido demasiado ¨¦xito. El programa ha rechazado casi el noventa por ciento de las propuestas recibidas -precisamente por ser proyectos obviamente excelentes- porque buscamos propuestas a¨²n m¨¢s radicales, m¨¢s creativas, m¨¢s novedosas y m¨¢s arriesgadas. De ah¨ª nuestro lema, que titula este art¨ªculo. Para descubrir tenemos que osar equivocarnos. Para gente orgullosa y temerosa del dios del fracaso, como somos los espa?oles, eso no es nada f¨¢cil. El sistema educativo basado en cercenar la creatividad en los colegios y universidades, no ayuda. Pero mientras cambia -que cambiar¨¢- debemos insistir y convencernos de que en la ciencia no cuentan los errores que resultan de investigaciones honestas; cuentan los aciertos y sobre todo los grandes descubrimientos.
Necesitamos evaluadores a los que tampoco les importe equivocarse
Como qued¨® claro en la reuni¨®n de Barcelona, el problema de programas como Explora no es s¨®lo el de fomentar la creatividad radical sino el de saber valorarla. Necesitamos evaluadores que sean capaces de entender que, hist¨®ricamente, muchos de los proyectos que han supuesto una transformaci¨®n social o econ¨®mica han sido t¨¦cnicamente d¨¦biles. Suelen ser proyectos que los grandes expertos califican con un ¡°imposible¡±, ¡°absoluto sinsentido¡±, ¡°no han hecho bien los n¨²meros¡±, ¡°no tiene fundamento te¨®rico¡±. Por eso, para sacar adelante el programa, necesitamos tambi¨¦n colegas que sepan valorar no solamente lo que hay en contra de una idea radicalmente nueva, sino tambi¨¦n el peso de los indicios sobre los que se tambalea. Evaluadores a los que tampoco les importe equivocarse.
No s¨¦ si los brutales recortes a la financiaci¨®n de la ciencia contemplados por el gobierno podr¨¢n mantener el programa Explora en el futuro. Es m¨¢s, no s¨¦ si habr¨¢ gente en los laboratorios con ganas de generar ideas. No s¨¦ si habr¨¢ gente en los laboratorios¡
Juan Manuel Garc¨ªa-Ruiz es Profesor de Investigaci¨®n del CSIC en la Universidad de Granada.
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