Que vote la di¨¢spora vasca
El cambio electoral se abre con la duda de c¨®mo acreditar que se huy¨® del terror Los desterrados se sienten olvidados El impacto ser¨¢ limitado
![Las amenazas de ETA obligaron a muchos ciudadanos a dejar el País Vasco.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YWXY745GTHVRNYQMXTWGUGCIL4.jpg?auth=c27505def0825e620900edbe92bfbc2b0e710989e0aa079f2bc3ebe888dceacc&width=414)
¡ª¡°Quer¨ªa agradecerle a usted y a todos lo que han hecho¡±.
¡ª¡°No tiene usted nada que agradecer¡±, respondi¨® levant¨¢ndose con dificultad.
¡ª¡°No les va a resultar f¨¢cil seguir viviendo ahora aqu¨ª¡±, continu¨® el industrial.
¡ª¡°Nunca es f¨¢cil seguir viviendo, si es por eso¡±.
Aunque ficticio, este di¨¢logo extra¨ªdo de la novela Ojos que no ven, de Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez Sainz, ilustra bien la soterrada presi¨®n ambiental que ha complementado eficazmente a lo largo de estas d¨¦cadas el martilleo no solo del asesinato y la bomba, sino tambi¨¦n de la acusaci¨®n insidiosa y la amenaza expresa.
¡°Su actitud de militante espa?ol nos obliga a conminarle a que abandone Euskal Herria. At¨¦ngase a las consecuencias usted y su familia. ETA¡±. El catedr¨¢tico de Derecho Internacional Carlos Fern¨¢ndez de Casadevante recibi¨® esta misiva nada ficticia en su despacho de la facultad de Derecho de San Sebasti¨¢n poco despu¨¦s de que en el campus universitario aparecieran pasquines en los que se incitaba a los alumnos a agredirle a ¨¦l y a otros dos profesores ¡°espa?oles¡±. A eso, sigui¨® la pintada ¡°Casadevante carcelero¡± envuelta en una diana y, m¨¢s tarde, un paquete explosivo con cables sueltos del que se ocup¨® la Ertzaintza. Al catedr¨¢tico donostiarra, padre de cinco hijos, le pareci¨® suficiente aviso y ahora da clases en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Su delito fue marcar en la pizarra del aula el n¨²mero de d¨ªas que los secuestrados llevaban confinados en sus agujeros.
La limpieza ideol¨®gica practicada por ETA y el nacionalismo sectario ha tenido su correlato en la depuraci¨®n del censo electoral vasco. Miles, decenas de miles, de personas abandonaron Euskadi en un goteo silencioso y persistente, casi siempre con el coraz¨®n encogido, la tristeza en el alma y la angustia de tener que volver a empezar fuera de su tierra. Lo desconcertante es que pese a los desgarros y quebrantos en las trayectorias vitales de tanta gente y al enorme costur¨®n abierto en el tejido social vasco, esta haya sido una marcha pr¨¢cticamente invisible para la oficialidad nacionalista. De hecho, la ¨²nica di¨¢spora de la que se ha tenido noticia institucional en Euskadi es la que re¨²ne en los centros vascos del extranjero (187, casi todos en Am¨¦rica) a descendientes de antiguos emigrantes econ¨®micos y pol¨ªticos. Solo ahora que surgen propuestas para ayudar al retorno de los desplazados y posibilitar que puedan reintegrarse en el censo electoral vasco sin abandonar sus actuales lugares de residencia, empieza a contornearse, y en medio de una fuerte pol¨¦mica, la verdadera dimensi¨®n del fen¨®meno.
¡°Queremos que se nos trate igual que a los vascos o descendientes de los vascos de Am¨¦rica¡±, reclaman p¨²blicamente algunos de los expulsados. ?Se les puede negar votar en su tierra cuando a los hijos y nietos de los que emigraron a Am¨¦rica hace 80, 100 o 130 a?os se les ha otorgado ese derecho? La Euskadi nacionalista tendi¨® sus redes en ultramar con subvenciones a la promoci¨®n del folclore, el euskera y el mantenimiento de los propios centros vascos¡±, mientras se manten¨ªa ajena al ¨¦xodo de la Euskadi real, la de los vascos perseguidos realmente existentes. Nadie sabe cu¨¢ntas personas acosadas y exiliadas en su propia tierra huyeron para preservar sus vidas o como desenlace de un proceso de desafecci¨®n progresiva, de ahogamiento por el clima pol¨ªtico y social irrespirable. Es el caso de Antxon Urrestarazu, de 57 a?os, arquitecto t¨¦cnico en el Ayuntamiento de Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz) y de Arantxa Gonz¨¢lez, de 54, funcionaria del Servicio Andaluz de Salud. ¡°Nunca pude acostumbrarme a la falta de libertad. Un d¨ªa, ves c¨®mo cuatro tipos cierran sin oposici¨®n alguna todos los puestos del mercado de Zarautz y comprendes que estas experiencias de sometimiento colectivo son acumulativas y contagiosas y que no quieres que tu hijo crezca en una sociedad as¨ª. Nos echamos la manta a la cabeza y pusimos 1.200 kil¨®metros de por medio. ?Poder votar all¨ª? Ya no me siento parte pol¨ªtica de esa comunidad¡±, afirma Urrestarazu.
Se lleg¨® a hablar de 300.000 huidos, pero se calculan 40.000
Las cifras barajadas sobre el n¨²mero de huidos van desde las 300.000 del PP vasco a las 100.000 del actual Ejecutivo auton¨®mico del PSE, pasando por las 200.000 del Foro Ermua. ¡°Son cifras hinchadas. Parten del dato de que el censo electoral vasco contar¨ªa hoy con 228.000 electores m¨¢s si entre los a?os 1979 y 2011 hubiera crecido al mismo ritmo que el resto de Espa?a. El error est¨¢ en atribuir todas las salidas a la amenaza terrorista y no considerar tambi¨¦n factores como la baj¨ªsima tasa de natalidad de Euskadi, la crisis industrial y la jubilaci¨®n de retorno de trabajadores que vuelven a sus pueblos de origen¡±, explica el soci¨®logo Josu Mezo, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha. Entre 1980 y 2000, el saldo migratorio neto de Euskadi fue negativo en 157.417 personas, el 7,2% de la poblaci¨®n. La mayor¨ªa de esa emigraci¨®n se produjo en los ochenta, d¨¦cada en la que confluyen la m¨¢xima actividad terrorista y las grandes reconversiones industriales.
A falta de datos fiables, la referencia b¨¢sica siguen siendo los familiares directos de los cientos de asesinados y heridos en el Pa¨ªs Vasco sumados a una poblaci¨®n de riesgo conformada potencialmente por los polic¨ªas, los militantes pol¨ªticos no nacionalistas, los jueces y fiscales, empresarios y profesionales chantajeados econ¨®micamente, miembros de los colectivos ciudadanos, intelectuales, profesores y periodistas comprometidos en la resistencia contra ETA. Seg¨²n las estimaciones m¨¢s com¨²nmente aceptadas, los integrantes de ese colectivo en el que el terrorismo ha hecho su saca intimidatoria rondar¨ªan las 40.000 personas. Solo una cuarta parte de ellas habr¨ªa sufrido un ataque personal, un episodio forzosamente traum¨¢tico, pero no hay cifra segura sobre el n¨²mero de desplazados. A la b¨²squeda de un abrigo residencial m¨¢s seguro, cerca de 800 ertzainas, el 10% de la plantilla, se han establecido fuera de los l¨ªmites geogr¨¢ficos de Euskadi, preferentemente en Castro Urdiales (Cantabria), Miranda de Ebro, (Castilla y Le¨®n) Logro?o (La Rioja) o Hendaya (Francia), seg¨²n la Asociaci¨®n de Ertzainas y Familiares V¨ªctimas del Terrorismo (Aserfavite).
Hace 12 a?os, Javier Varela puso mucha m¨¢s tierra de por medio. ¡°Aparecieron carteles en Us¨²rbil (Gipuzkoa) denunciando que un ertzaina residente en el pueblo hab¨ªa pegado a una insumisa. Hice mis averiguaciones y result¨® que se refer¨ªan a un agente casado con una gallega, que es, precisamente, mi caso. Me asust¨¦, claro, y fui a hablar con el responsable del grupo de insumisos del pueblo. Me dijo que ya no dirig¨ªa el grupo, porque lo hab¨ªa cogido Jarrai (las juventudes de Batasuna), pero que, efectivamente, cre¨ªan que yo hab¨ªa pegado a una insumisa en un foll¨®n habido ante el juzgado de San Sebasti¨¢n. Fui a ver al alcalde, de Batasuna, para que les convenciera de que yo no hab¨ªa tenido nada que ver y tambi¨¦n ¨¦l me asegur¨® que no controlaba a la gente, aunque ante mi insistencia se comprometi¨® a mirar el tema. Una semana m¨¢s tarde, me inform¨® que reconoc¨ªan que no hab¨ªa participado en lo del juzgado pero que no retirar¨ªan los carteles hasta que yo les dijera qui¨¦n hab¨ªa sido. No lo hice, claro, y una madrugada atacaron mi casa con c¨®cteles y piedras. Fue terrible, estuve sorteando la lluvia de cristales mientras buscaba mi pistola. Encerramos a las ni?as en el ba?o para protegerlas, pero aquello dur¨® una eternidad porque a mis compa?eros les bloquearon el paso con barricadas. Volvieron a atacar la casa mientras pon¨ªa la denuncia. A los d¨ªas, tuve que coger la baja y despu¨¦s de un a?o empastillados y con crisis de p¨¢nico y ansiedad nos largamos, huimos¡±.
Dice que de los 13 ertzainas que viv¨ªan en el pueblo solo se qued¨® uno, que a un agente le quemaron el caser¨ªo, a otro el coche y que una compa?era abort¨® seguramente a causa de la tensi¨®n provocada por el acoso. Batasuna-Bildu ha ido ganando votos en Us¨²rbil hasta hacerse con la mayor¨ªa absoluta en un Ayuntamiento en el que el PSE cuenta con el ¨²nico concejal no nacionalista. En ninguna latitud conocida abundan los voluntarios a formar parte del grupo de los estigmatizados, perseguidos, sobre todo cuando se establece la raya divisora deslegitimadora sabiniana-arzalluzista de ¡°los de casa¡± y ¡°los de fuera¡± y los victimarios que detentan el supremo poder de arrebatar la vida disponen de un entramado pol¨ªtico que les jalea como h¨¦roes y m¨¢rtires del pueblo. Refugiarse en el discurso de los agresores para ponerse a cubierto de los peligros de vivir a la intemperie resulta entonces una tentaci¨®n muy grande.
Los socialistas quieren endurecer las condiciones de arraigo y amenaza
¡°Es evidente que en mayor o menor medida el censo electoral vasco ha sido depurado durante estos a?os por la violencia de ETA. Los juristas hemos partido de que la reforma se justificar¨ªa con que hubiera una sola persona a la que el terrorismo ha conculcado su derecho al sufragio. Se trata de reparar en lo posible ese derecho y de darle un encaje constitucional. Por supuesto, no se podr¨¢ votar en dos sitios¡±, subraya Javier Tajadura, profesor de Derecho Constitucional. ¡°Cuantitativamente, la reforma no va a ser relevante. No esperamos que miles de desplazados se reintegren en el censo vasco¡±, reitera ?ngel S¨¢nchez Navarro, subdirector del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales y hombre que ha coordinado los trabajos de los 21 juristas que por encargo del Gobierno han elaborado la propuesta de reforma electoral.
¡°Ten¨ªa 21 a?os cuando ETA nos expuls¨® de nuestra tierra. ?ramos siete de familia, siete votos. Seguramente, me apuntar¨¦ a votar all¨ª, pero no creo que mucha gente lo haga porque temen que los de Bildu se enteren de sus actuales direcciones¡±, apunta Mar¨ªa Jes¨²s Lejarreta, hija del expresidente de la Diputaci¨®n de ?lava Manuel Mar¨ªa Lejarreta, que se neg¨® a pagar a los terroristas. ¡°Las direcciones actuales de los desplazados por ETA no tendr¨ªan por qu¨¦ hacerse p¨²blicas, ya que lo previsto es que la Junta Electoral les remita un voto por correo de oficio¡±, aclara Javier Tajadura. A su juicio, lo ideal ser¨ªa que la reforma se estrenara en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, ya que al ser una circunscripci¨®n nacional ¨²nica ¡°no tendr¨ªa efectos pr¨¢cticos y ayudar¨ªa a disolver recelos¡±.
Esos recelos existen. Los nacionalistas opinan al un¨ªsono que la reforma del r¨¦gimen electoral abrir¨ªa la puerta al ¡°pucherazo espa?olista¡±, ya que permitir¨ªa votar a los polic¨ªas, militares y al resto de funcionarios del Estado que estuvieron empadronados en Euskadi durante cinco a?os consecutivos simplemente con que declararan por escrito haber abandonado este destino a causa de la amenaza terrorista. Es lo que Arnaldo Otegi ha expresado en un ejercicio oratorio demostrativo de que la desmilitarizaci¨®n tampoco les ha llegado al lenguaje: ¡°Van a poder votar los txakurras [perros en euskera, referido a los polic¨ªas] y sus putas familias¡±. El nacionalismo teme que, a trav¨¦s de la nueva ventana legal, los funcionarios del Estado que pasaron por Euskadi ejerzan de forma masiva ¡°un voto de venganza¡±, dicen.
La furiosa pol¨¦mica podr¨ªa resultar una tormenta en un vaso de agua si, como se prev¨¦, el Gobierno se procura un amplio consenso antes de llevar la propuesta al Parlamento. El PSOE, cuyo concurso resulta ineludible, es partidario de endurecer los requisitos de arraigo y de amenaza expresa terrorista, con lo que la pr¨¢ctica totalidad de los funcionarios del Estado destinados temporalmente en Euskadi y Navarra quedar¨ªan fuera de la reforma. ¡°Habr¨ªa que acreditar arraigo m¨¢s all¨¢ de los cinco a?os de empadronamiento y que una autoridad arbitral ratificara que efectivamente esa persona estuvo sometida a la presi¨®n terrorista. La mera manifestaci¨®n personal de voluntad no deber¨ªa bastar¡±, subraya el exministro de la Presidencia Ram¨®n J¨¢uregui. Como representante socialista en la Ponencia de la Comisi¨®n Constitucional, J¨¢uregui espera que la propuesta sea reformada y consensuada en esa estancia parlamentaria y no solo con su partido. ¡°La reforma no puede ser una cosa del PP y PSOE contra los nacionalistas; no hay que dejar margen de duda sobre la credibilidad de nuestro sistema electoral¡±, subraya.
El emigrante al extranjero puede votar, pero no el que est¨¢ en Espa?a
¡°Votar es la ¨²ltima de las prioridades de los desterrados. Lo que quieren es disponer de ayudas para volver a Euskadi, sobre todo pensando en sus hijos. M¨¢s de la mitad de esos chicos est¨¢n mal de la cabeza por lo que les ha pasado a sus familias y porque en el caso de los ertzainas, por ejemplo, han tenido que mentir sobre sus padres¡±, opina Joseba Markaida, concejal socialista de Getxo (Bizkaia), presidente de Zaitu, asociaci¨®n formada por algunos de los huidos, y v¨ªctima ¨¦l mismo del acoso etarra. PSE y PNV ponen estos d¨ªas el acento en facilitar el regreso de los exiliados con medidas que no contemplan las ayudas en met¨¢lico ni puestos de trabajo, pero s¨ª atenci¨®n psicol¨®gica, becas de educaci¨®n, exenciones de tasas y tambi¨¦n, en funci¨®n de las capacidades econ¨®micas y en casos excepcionales, opciones preferentes para viviendas de VPO y la renta de garant¨ªa de ingresos. ¡°A los que nos dicen que lo que deber¨ªamos hacer es volver hay que responderles que no somos trashumantes, que no es f¨¢cil cambiar de trabajo, de ciudad, de vida y que, adem¨¢s, c¨®mo vamos a regresar al lugar en el que nos victimizaron cuando lo gobierna Bildu. Es tr¨¢gico que hayan conseguido este gran bot¨ªn¡±, se?ala Carlos Fern¨¢ndez de Casadevante.
La denuncia del ¡°pucherazo electoral espa?olista¡± viene, a menudo, de la mano de otra m¨¢s sofisticada que contrapone la actitud de los que resistieron y se quedaron con la de los que desistieron y se fueron. Es una manera sutil de cuestionar el peso de la amenaza y el fundamento de la huida y de ignorar que hubo gente que no pudo irse y gente que no pudo quedarse, adem¨¢s de que el miedo y el escarnio hacen m¨¢s estragos en unas personas que en otras. Lleguen o no a votar en las elecciones vascas, los desterrados por ETA en este infame periodo de la historia vasca no encontrar¨¢n reparaci¨®n completa del da?o sufrido, ni manera de enderezar las quebradas trayectorias de sus vidas. A lo que les gustar¨ªa aspirar, y seguramente es pedir lo imposible, es a dejar de ser considerados invisibles para la sociedad nacionalista, molestos fantasmas de los que no conviene hablar ante las visitas, no vayan a interpelarnos sobre nuestro comportamiento pasado. Se tratar¨ªa de romper con la sentencia ¡°ojos que no ven, coraz¨®n que no siente¡± de este vergonzoso tiempo de la di¨¢spora silenciosa.
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