¡°El tiempo del autoenga?o en los museos ha pasado¡±
El director del Albertina organiza la muestra Schiele en el Guggenheim
Tibia ma?ana de lunes en Bilbao. Al otro lado de la cristalera de la cafeter¨ªa se yergue la mole de titanio, piedra y cristal del Guggenheim, ¡°una de las grandes maravillas arquitect¨®nicas del mundo actual¡±. El elogio corresponde a un ojo muy experto, el de Klaus Albrecht Schr?der (Linz, Austria, 1955). Director del Albertina Museum de Viena desde 1999, Schr?der es el comisario de la antol¨®gica de Egon Schiele, integrada por 110 obras de sus fondos, que la pinacoteca bilba¨ªna presenta hasta el d¨ªa de Reyes de 2013.
¡°Es muy excepcional que un director de un museo sea a la vez comisario de una exposici¨®n¡±, reconoce mientras el camarero se acerca con la bandeja de caf¨¦s, pero en su caso lo ve ¡°inevitable¡± tras tres d¨¦cadas de trabajo sobre el pintor. La muestra, que ir¨¢ a presentar junto al director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, en cuanto termine su capuchino, ¡°se ocupa de las preguntas primordiales que se hac¨ªa Schiele: qui¨¦n es el hombre; qu¨¦ roles juega¡±. Y la respuesta es que el hombre ¡°est¨¢ roto y al final del d¨ªa est¨¢ solo. Ese es el mensaje de Schiele¡±.
Esta es la segunda muestra que Schr?der comisaria para el Guggenheim bilba¨ªno, tras la dedicada a Miguel ?ngel y su tiempo que mont¨® a finales de 2004.
Entre sorbos al capuchino, reflexiona sobre el papel hoy en d¨ªa de un director de museo: ¡°Ha de tener un trasfondo t¨¦cnico, ser un historiador del arte, pero con capacidad como administrador¡±. Aunque en todas las exposiciones del Albertina se reserva ¡°la dramaturgia¡±, la puesta en escena, su labor primordial es gestionar un centro con m¨¢s de un mill¨®n de visitantes al a?o, una de las mayores colecciones de obra gr¨¢fica del mundo y 300 personas en plantilla.
Los pol¨ªticos han cogido un camino de suicidio para la cultura"
Un museo con 25 millones de euros de presupuesto, de los que el Gobierno austriaco pone solo cinco, y eso conduce la conversaci¨®n a un punto inevitable en estos tiempos cuando se habla con cualquier gestor cultural: el dinero, los recortes, la crisis. Los museos no est¨¢n obligados a hacer exposiciones-espect¨¢culo, pero ¡°tienen que buscar la forma de ganar dinero y su forma es el n¨²mero de visitantes¡±. No se queda su reflexi¨®n solo en lo econ¨®mico, sino que recala tambi¨¦n en lo art¨ªstico. Ya no vale, enfatiza, el director de museo o el comisario ¡°que diga: ¡®He hecho la mejor exposici¨®n del mundo con las mejores obras, pero no ha venido nadie¡¯. El tiempo de ese autoenga?o ha pasado¡±. Y m¨¢s cuando ¡°nunca en la historia de los museos ha ido tanta gente tan preparada a ver las exposiciones¡±.
El Albertina, el Prado o el Louvre, los primeros ejemplos que le vienen a la mente, tienen que esforzarse para seguirse autofinanciando. Pero el enfado de Schr?der es patente cuando habla de las pol¨ªticas de recortes a la cultura. ¡°La gran cat¨¢strofe del momento es esa falta de visi¨®n de los pol¨ªticos. Han cogido un camino de suicidio para la cultura¡±, resalta, tras confirmar con su interlocutor el dato que ya conoc¨ªa del radical tijeretazo en el presupuesto cultural espa?ol para 2013. Y alerta de que ¡°el arte que ahora est¨¢ realmente en peligro es el antiguo¡±, monumentos y obras que est¨¢n qued¨¢ndose sin financiaci¨®n y que si siguen sufriendo recortes en la pr¨®xima d¨¦cada ¡°dejar¨¢n de existir dentro de 30, 50 o 100 a?os¡±.
Las tazas llevan tiempo vac¨ªas. Antes de levantarse para ir al Guggenheim a hablar de Schiele, remata Schr?der su pasi¨®n por el edificio de Gehry: ¡°En los ¨²ltimos 50 a?os no se ha hecho nada tan especial y tan importante¡±.
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