Paul Kurtz, el fil¨®sofo que se independiz¨® de Dios
Cre¨® una moral alternativa secular, liberada de lo sobrenatural y de la autoridad de las religiones
Es muy probable que, justo antes de su fallecimiento el pasado 20 de octubre, a Paul Kurtz no le asaltara en sus ¨²ltimos d¨ªas la angustia recurrente respecto a qu¨¦ encontrar¨ªa despu¨¦s de la muerte. Desde sus a?os de universitario luch¨® por liberarse de los miedos ligados a la fe en la divinidad o en lo sobrenatural y al respeto a la autoridad de la jerarqu¨ªa de las religiones mayoritarias.
Paul Kurtz naci¨® en 1925 en Newark (Nueva Jersey, EE UU). Hijo de padres jud¨ªos a los que calificaba de ¡°librepensadores¡±, se alist¨® en el Ej¨¦rcito estadounidense durante la II Guerra Mundial y fue uno de los primeros en entrar en los campos de concentraci¨®n nazis de Buchenwald y Dachau en la liberaci¨®n. Despu¨¦s de la guerra retom¨® los estudios y se matricul¨® en la Universidad de Nueva York para graduarse en Filosof¨ªa en 1948. Influido por el pensamiento pragm¨¢tico de Sidney Hook, continu¨® form¨¢ndose hasta obtener el t¨ªtulo de doctor en 1952 por la Universidad de Columbia. En esa d¨¦cada de los cincuenta comenz¨® su identificaci¨®n plena con el pensamiento humanista secular y dio sus primeros pasos en el terreno de la ense?anza universitaria en el Trinity College de Connecticut, para pasar despu¨¦s al Union College.
A partir de 1965 se vincul¨® a la Universidad del Estado de Nueva York, en la ciudad de B¨²falo, como profesor de filosof¨ªa hasta su jubilaci¨®n en 1991, si bien continu¨® en esta instituci¨®n como em¨¦rito. Una vez se hubo establecido en esta universidad comenz¨® su activismo c¨ªvico. En 1973 public¨® el Humanist Manifesto II, un escrito de cr¨ªtica al te¨ªsmo desde una perspectiva humanista. La obra est¨¢ basada en otro documento de 1933 al que se la hab¨ªan incorporado algunos de los asuntos m¨¢s candentes de la d¨¦cada de los setenta como las armas nucleares, el control de la poblaci¨®n, el racismo o el sexismo. El manifiesto lo firmaban 120 importantes personalidades del mundo de la ciencia y de la cultura entre las que se encontraban Andr¨¦i S¨¢jarov, Francis Crick o Isaac Asimov.
La pugna para que el pensamiento racional guiara las acciones humanas lo llev¨® a hacer campa?a contra quienes daban p¨¢bulo a los fen¨®menos paranormales. En 1977 puso una reclamaci¨®n en la Comisi¨®n Federal de las Comunicaciones contra la NBC por un programa de titulado Explorando lo desconocido, presentado por el actor Burt Lancaster y en el que, utilizando un formato de documental, introduc¨ªa a la audiencia en temas tales como la cirug¨ªa ps¨ªquica de unos curanderos filipinos que aseguraban ser capaces de extraer un tumor practicando incisiones con el poder de su mente.
El auge del fundamentalismo religioso en EE UU en la d¨¦cada de los ochenta tambi¨¦n anim¨® a Kurtz a responder con la aparici¨®n de la revista Free Inquiry. Antes de la irrupci¨®n oficial del integrismo religioso algunas voces afines a ¨¦l comenzaron a revolverse contra los esquemas de pensamiento de Kurtz. Es el caso del evangelista Edward Rowe, que dej¨® escrito en su libro Save America, publicado en 1976, que ¡°el humanismo es la filosof¨ªa y el programa de Sat¨¢n¡±. Lejos de arredrarse, Kurtz respondi¨® a todos estos sectores In Eupraxophy: living without religion, publicado en 1989 y donde propon¨ªa una moral alternativa laica prescindiendo de las religiones.
En los ¨²ltimos a?os de su vida no dej¨® de comprometerse ocupando cargos de importancia en distintas asociaciones afines a sus postulados filos¨®ficos. Sin embargo, su entorno no era una balsa de aceite: desde posiciones de un ate¨ªsmo militante sin concesiones, algunos le echaron en cara su mesura y falta de agresividad en la cr¨ªtica a los distintos credos. En 2010 dej¨® la direcci¨®n del Center for Inquiry por entender que se hab¨ªa llenado de ¡°ateos enfadados¡± y por estar en desacuerdo con los ¨²ltimos proyectos de esta asociaci¨®n, que inclu¨ªa, entre otros, el D¨ªa Internacional del Derecho a la Blasfemia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.