El extra?o caso de la isla fantasma del Pac¨ªfico
Sandy ingresa en el f¨¦rtil archipi¨¦lago de las leyendas
A veces el mundo recupera su calidad de lugar asombroso. Ha ocurrido esta semana. Entre la avalancha de noticias pol¨ªticas, generalmente deplorables, la actualidad nos ha regalado un suceso extraordinario, turbador y desconcertante, digno de la m¨¢s disparatada novela fant¨¢stica o de aventuras: la isla fantasma. No, no se trata del t¨ªtulo de una peripecia de Simbad ni de un relato de Julio Verne, sino de un hecho bien real. Una expedici¨®n que llega al punto geogr¨¢fico donde se localiza en los mapas una remota isla para encontrarse con que¡ no est¨¢. Pasmosa experiencia que invierte, incluso subvierte, el normal acontecer de las exploraciones: en vez de descubrir territorio nuevo, lo han perdido.
El extra?¨ªsimo caso de Sandy Island, la isla que nunca existi¨® o que dej¨® de existir o que vaya usted a saber qu¨¦ ha pasado con ella, se convirti¨® en un tema apasionante para millones de personas, seguramente seducidas por el eco legendario del asunto y la manera en que apela a nuestro apetito m¨¢s ancestral de ensue?os y quimeras.
Un (des)descubridor: ¡°Hay una isla en el medio de la nada que en realidad no existe
Los titulares son para volver a creer en la prensa: ¡°?D¨®nde ha ido a parar? Los cient¨ªficos ¡®desdescubren¡¯ una isla del Pac¨ªfico¡±, ¡°La isla Sandy del Pac¨ªfico del Sur prueba que no existe¡±, ¡°La isla del Pac¨ªfico que nunca existi¨®¡± (ciertamente grahamgreeniano) o mi favorito, de Pravda, ¡°La desaparici¨®n de una isla del Pac¨ªfico intriga a los cient¨ªficos¡±.
Estos son los hechos: un barco cient¨ªfico, el RV Southern Surveyor, del servicio hidrogr¨¢fico australiano, aprovechando que est¨¢ en el Mar del Coral en una singladura de 25 d¨ªas estudiando la tect¨®nica de placas, decide, quiz¨¢ con ¨¢nimo de recrearse con playas y cocoteros, echar un vistazo a Sandy Island, una isla del Pac¨ªfico Sur que diferentes cartas y mapas, entre ellos Google Earth y Google Maps, muestran entre Australia y Nueva Caledonia. Llegados al punto marcado, la isla no est¨¢ y el oc¨¦ano se extiende, imperturbable. ?D¨®nde diablos ha ido a parar la isla?, se preguntan perplejos los cient¨ªficos. Sus mapas la muestran, aunque no as¨ª las cartas n¨¢uticas, que se?alan una profundidad de 1.400 metros y ni asomo de isla.
Se han propuesto diversas explicaciones, como el error humano o la broma colosal. Una que parece plausible es que ciertos autores de mapas acostumbran a introducir alg¨²n dato falso que les sirva para detectar copias que infrinjan su copyright: si otro mapa muestra lo mismo es que ha pirateado y valga el t¨¦rmino hablando de islas, aunque no se trate de Tortuga, Sul¨² o el Arrecife del Hombre Muerto.
Rastreada la isla perdida, resulta que aparece en mapas y publicaciones cient¨ªficas al menos desde 2000. En algunas ediciones del Times atlas of the world est¨¢ bautizada como ?le de Sable (de existir pertenecer¨ªa a Francia). Hay quien la identifica con una de las islas que menciona en 1792 el caballero D¡¯Entrecasteaux navegando en busca de la pertinentemente desaparecida expedici¨®n de La P¨¦rouse.
No est¨¢ claro c¨®mo se ha propagado la inexistente existencia de Sandy. Quiz¨¢ se ha ido repitiendo el error inicialmente premeditado. Los responsables de Google Maps para Australia y Nueva Zelanda, han se?alado que ellos utilizan una variedad de fuentes autorizadas para crear sus mapas. La entidad anima a los usuarios de sus mapas a avisarle cuando se encuentren ante una situaci¨®n semejante, as¨ª que ya lo saben: si les desaparece una monta?a, un lago o un golfo, por favor, h¨¢ganlo saber.
El presidente de la Sociedad Brit¨¢nica de Cart¨®grafos ha recalcado, de manera perturbadora, con ecos borgianos, que no le sorprende el caso. ¡°No puedes crear un mapa perfecto. Nunca puedes¡±. El caso es que la isla, que mide la friolera de 15u3 millas, se niega obstinadamente a estar donde le toca; dir¨ªamos que ha desaparecido del mapa, si no fuera porque el mapa (algunos mapas) es el ¨²nico lugar en el que realmente (es un decir) est¨¢.
El tema tiene, ciertamente, algo de argumento ontol¨®gico. Lo ha expresado muy bien uno de los cient¨ªficos que viajaban en el barco (des) descubridor: ¡°Hay una isla en el medio de la nada que en realidad no existe¡±. Es inquietante que haya quien piense que la ¡°no isla¡±, como la ha bautizado Wikipedia en su entrada, no ha dicho su ¨²ltima palabra. ?Y si existe pero est¨¢ en otro lado? Al respecto hay que mencionar la legendaria isla del primer viaje de Simbad, que era en realidad una ballena, y se desplazaba. Se ha apuntado tambi¨¦n, con notable humor, que Sandy podr¨ªa ser alguna especie de cubil navegable de un villano archienemigo de James Bond. Por otro lado, hay que recordar que no es inusual, sino m¨¢s bien ley de vida, que las islas aparezcan y desaparezcan en realidad: recordemos los efectos del Krakatoa o de la erupci¨®n de Thera. Bouvet, una isla noruega habitada por ping¨¹inos, ten¨ªa una segunda isla cerca cuando la descubrieron que no ha sido vuelta a ver jam¨¢s (v¨¦ase el notable Atlas of remote islands, de Judith Schalansky, 2010).
En todo caso Sandy, a?orada Sandy, ha entrado ya de pleno derecho en el archipi¨¦lago de las leyendas. Ah¨ª comparte mapa con la isla del doctor Moreau, con la de Robinson, con isla Lincoln (la de La isla misteriosa donde Nemo ancla su Nautilus), con isla Nublar, con la del tesoro, con la de King Kong (Skull Island), con la de San Borond¨®n (esa legendaria que, qui¨¦n sabe si producto de un volc¨¢n, aparec¨ªa y desaparec¨ªa frente a la isla canaria de El Hierro) y con todas las que alguna vez han emergido de las profundidades de la ficci¨®n para satisfacer nuestras ansias de aventura, de exotismo y de misterio.
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