La vida entre tabiques de cart¨®n
El n¨²mero de personas sin hogar se ha duplicado desde 2008 hasta las 23.000. Un 32% de los sin techo se ha quedado sin alojamiento este mismo a?o
Estamos en el quinto a?o de crisis y las estad¨ªsticas empiezan a detallar ya la factura. En 2008 hab¨ªa 11.844 personas sin hogar en Espa?a. Ahora son 22.938. Y no se descarta que sean m¨¢s. Estos son solo aquellos de los que hay constancia porque han pasado este a?o por albergues, comedores sociales, centros de internamiento, casas de acogida, hospitales... Si bien los expertos aseguran que la inmensa mayor¨ªa de las personas que se quedan sin techo acaban recalando en algunos de estos centros, por lo que la cifra estar¨ªa cercana al total del colectivo.
Hay otra cifra, la de 2005, que hablaba de 21.900 personas sin hogar. Algunos expertos prefieren comparar con este a?o, habida cuenta de que tanto la encuesta de 2005 como la de 2012 se hicieron a personas y no a centros y las dos reflejan datos anuales, en lugar del flujo diario en los establecimientos de acogida. Pero el INE afirma que tambi¨¦n son perfectamente comparables los datos de 2008 con los de 2012. En cualquiera de los casos, las personas sin hogar se han incrementado. Es dif¨ªcil contar a esta poblaci¨®n, porque no todos quieren estar en albergues, son muy errantes y huyen, como otros en circunstancias parecidas, del estigma de la pobreza.
Han de concurrir varias circunstancias para que los tabiques se vuelvan de cart¨®n y no haya m¨¢s techo que el cielo raso. No se roza la exclusi¨®n social solo por una separaci¨®n, ni por la muerte de un familiar, ni por una adicci¨®n que se va de las manos. Pero cuando todo eso ocurre basta una chispa para encender la mecha. La crisis, m¨¢s que una chispa ha sido un incendio para las personas que puedan nadar en este caldo de cultivo. De hecho, la mayor¨ªa, el 45% cita la p¨¦rdida del empleo como el motivo por el que se quedaron sin hogar. Pero se daban otras circunstancias: un 26% se?ala que no pod¨ªa pagar el alojamiento o que hubo una separaci¨®n de la pareja (21%), un cambio de localidad (13%) o un desahucio (12%), entre otras respuestas, que recoge la encuesta difundida ayer por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
El paro conduce a la exclusi¨®n si se dan otras adversidades
?scar David Horna ha dado con sus huesos en el albergue municipal de Zaragoza para pesonas sin hogar. A sus 37 a?os es la primera vez que se ve en estas circunstancias. All¨ª duerme y hace tres comidas al d¨ªa desde mediados de agosto. El relato de lo que ocurri¨® antes de eso ilustra perfectamente el perfil de estas personas: ¡°Primero falleci¨® mi padre. Yo era carretillero en la Opel y me qued¨¦ sin trabajo. Cuidaba a mi madre en casa, que estaba muy enferma y a mi hermana, que es discapacitada. Con la enfermedad de mi madre se me cay¨® el mundo encima. En agosto tuvimos una discusi¨®n familiar, una t¨ªa me denunci¨® y me impusieron una orden de alejamiento. Me fui a la calle. Yo quer¨ªa mucho a mi madre, pero no sab¨ªa atenderla, hab¨ªa cosas que me superaban, ten¨ªa ELA [Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica, una enfermedad degenerativa]. Falleci¨® en octubre. Me deshered¨®. Mi hermana est¨¢ atendida en una residencia, voy a verla cada s¨¢bado, es mi vida¡±, dice. ¡°Ya llevo dos a?os y cuatro meses en paro y uno sin cobrar nada¡±.
¡°Efectivamente¡±, se?ala Gustavo Garc¨ªa Herrero, director del albergue municipal de Zaragoza, ¡°estamos en un a?o cr¨ªtico. Los primeros desempleados de la crisis tuvieron su periodo de subsidio y despu¨¦s otras ayudas de emergencia. Luego se tira de los ahorros y del apoyo familiar y despu¨¦s no hay nada. Ya empezamos a notar ese incremento de la pobreza extrema del que ven¨ªamos hablando¡±, dice este experto en exclusi¨®n social.
En la calle hay m¨¢s hombres que mujeres, pero ellas corren m¨¢s riesgos
El desempleo puede ser el desencadenante ¨²ltimo, pero tambi¨¦n el origen de otras miserias que, al final, desembocan en lo mismo. Lleva al reagrupamiento de las familias, convivencias no deseadas, peleas, separaciones, malos tratos, drogas. He aqu¨ª otra vez el caldo de cultivo.Los expertos en servicios sociales vienen advirtiendo desde hace tiempo de que un paro tan extremo puede romper la cohesi¨®n social si no se acompa?a de la protecci¨®n p¨²blica suficiente. Y hay lista de espera para entrar en los albergues. En Madrid, por ejemplo, se calcula que una cuarta parte de las personas sin hogar carece de plaza p¨²blica: en uno de los ¨²ltimos recuentos nocturnos, en 2010, se observ¨® que 1.600 personas ¡ªla capacidad total entonces de los albergues ¡ª estaban en alojamientos y 550 permanec¨ªan en la calle.
Pero no hay un recuento actualizado de las plazas de atenci¨®n disponibles para este colectivo de poblaci¨®n creciente y que, seg¨²n los expertos, son insuficientes. ¡°Nosotros tenemos tres meses de lista de espera para ingresar. En todo Madrid se ha producido un incremento tremendo de la demanda¡±, asegura Antonio Rodr¨ªguez, director del albergue San Mart¨ªn de Porres. El centro, en un barrio del sur de la capital, tiene 62 plazas y 60 ciudadanos aguardan para poder acceder. ¡°Para las mujeres hay menos recursos aun que para los hombres¡±, asegura. Solo disponen del 15% de las plazas, seg¨²n el SAMUR Social. Si bien, la falta de hogar es un problema m¨¢s frecuente entre los hombres, que suponen el 80% del total de los sin techo.
El 32% de esta poblaci¨®n recibe alguna aportaci¨®n p¨²blica
Al albergue de San Mart¨ªn cada vez acude una mayor proporci¨®n de espa?oles y con mayor nivel de estudios. Las cifras del INE dan cr¨¦dito a esta afirmaci¨®n: el 60% complet¨® la educaci¨®n secundaria y casi un 12% de los acogidos ha pasado por la universidad y el 54% son espa?oles. ¡°Me llama la atenci¨®n que la proporci¨®n de espa?oles sin hogar haya aumentado dos puntos entre 2005 y 2012, del 52% al 54%. En los a?os intermedios, hemos visto que hasta el 60% de las personas sin hogar eran extranjeras. Esto hace pensar que una parte de ellos, sobre todo de Europa del Este, se ha marchado a la vista de la mala situaci¨®n¡±, afirma Pedro Cabrera, profesor de la Universidad de Comillas. La encuesta revela que el 32% de estas personas recibe alg¨²n tipo de prestaci¨®n p¨²blica y solo un 8% cobra por hacer alg¨²n trabajo. ¡°Estos eran un 20% en 2005, lo que demuestra que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil ganarse la vida con peque?os trabajillos¡±, plantea este experto.
Otro dato relevante, que abunda en la tesis de la crisis como factor necesario en este asunto, es que un 32% de estas personas ha perdido el hogar este mismo a?o; el 23,6% lleva as¨ª entre uno y tres a?os y el 44,5% m¨¢s de tres ya sin un alojamiento propio. Es el caso de Blanca (no da su apellido) que vive tambi¨¦n
Casi la mitad de ellos lleva ya tres a?os en la misma situaci¨®n
en el albergue municipal de Zaragoza, aunque se cri¨® en Bilbao. ¡°Llevo desde 2004 en paro, antes trabajaba de cocinera, he tenido mis ayudas por desempleo, tambi¨¦n la renta m¨ªnima de inserci¨®n y algunas otras ayudas, pero lo que recib¨ªa ya no me daba en 2004 para pagar la habitaci¨®n en alquiler. Tengo 63 a?os y estoy enferma. Si hubiera estado en la calle ahora estar¨ªa muerta¡±, asegura. Blanca hizo bachiller y rev¨¢lida. Tiene a su madre y a sus hermanos en Bilbao. ¡°Pero no quiero molestarles, yo me lo he buscado¡±, dice. ¡°Procuro no llamarles. Tambi¨¦n tengo un hijo y una hija¡±, que viven en M¨¦rida y pronto ser¨¢ abuela por quinta vez. ¡°Hubiera ido en Navidad a verles, pero no ir¨¦ porque estaba esperando una ayuda econ¨®mica que no llega. No quiero ser otra carga para mi hija¡±.
Un 11% de las personas que viven en la calle perciben una renta m¨ªnima de inserci¨®n y un 2,2% a¨²n cobra subsidios por desempleo. A otros, se les agotan las ayudas y las salidas. Blanca hace alg¨²n trabajillo de cocina para particulares, pero no le da para mucho.
Entre las personas sin hogar, las mujeres padecen perjuicios extra: el profesor Cabrera considera ¡°flagrante¡± que ellas corran m¨¢s riesgo que los hombres en la calle. ¡°Una mujer tiene veinte veces m¨¢s posibilidades de sufrir una agresi¨®n sexual¡±, afirma. Seg¨²n la encuesta de 2012, hombres y mujeres padecen violencia por igual: la sufren cuatro de cada diez. Sin embargo, ellas padecen asaltos sexuales en una medida mucho mayor: una de cada cuatro agredidas dice haber sufrido esta violencia, frente al 1,5% de los varones.
La errante vida de estas personas complica a veces sus posibilidades de alojamiento y de recepci¨®n de ayudas. El 98% de los espa?oles est¨¢ empadronado, frente al 77% de los extranjeros: La cuesti¨®n es d¨®nde. Porque un empadronado en Huelva, donde naci¨®, no podr¨¢ percibir determinadas ayudas en Valencia, por ejemplo, para las que se precisa ese requisito. Esto lleva en ocasiones a m¨¢s exclusi¨®n, porque no pueden normalizar su vida, ni apuntarse a centros de ocio. Algunas organizaciones humanitarias prestan sus sedes para que se empadronen all¨ª. Pero para otras ayudas quiz¨¢ es m¨¢s conveniente no interrumpir el empadronamiento y volver a la ciudad de origen a recibir las atenciones que se piden fuera de all¨ª. ¡°A veces les recomendamos eso, que se vuelvan a su ciudad, pero no es f¨¢cil, porque hay albergues que solo aceptan transe¨²ntes y ellos se ir¨ªan de forma definitiva, es kafkiano¡±, dice Gustavo Garc¨ªa Herrero.
El estudio del INE solo considera la poblaci¨®n sin hogar en ciudadades de m¨¢s de 20.000 habitantes. Es donde suele haber establecimientos para alojarlos, y donde ellos suelen refugiarse del estigma de haber ca¨ªdo en la pobreza extrema porque en sus vidas se acumularon muchas crisis.
C¨®mo prevenir la calle
Dar¨ªo P¨¦rez Madera
El avance de la encuesta a las personas sin hogar permite visibilizar una realidad social que en muchos casos suele estar invisibilizada. Este esfuerzo del INE se suma al de ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Bilbao, donde se han realizado recuentos nocturnos con el fin de conocer con rigor la realidad social del sinhogarismo.
Cabe se?alar, en primer lugar, el dato relativo al n¨²mero de personas sin hogar que han pasado por los centros de atenci¨®n: unas 23.000 personas. En la encuesta realizada por esta misma instituci¨®n en el a?o 2005, el n¨²mero de atendidos en los centros se situaba en 21.900. Ello supone que en estos siete a?os se ha producido un incremento de un 5,02%. Desde el punto de vista cuantitativo, a pesar del actual escenario de crisis econ¨®mica global, no parece que sea el dato que en principio pod¨ªa intuirse. Ahora bien, desde el ¨¢mbito personal y cualitativo, la sola presencia de una persona durmiendo en la calle nos debe movilizar y buscar respuestas a las causas que generan este tipo de situaciones.
El avance de datos viene a confirmar que las personas llegan a la calle como resultado de una serie de factores como la falta de empleo, p¨¦rdida y/o dificultades de acceso a la vivienda, d¨¦ficit formativo, etc¨¦tera. Pero adem¨¢s, hay que incorporar factores de car¨¢cter personal como la ruptura familiar (21% por separaci¨®n de la pareja) y otros elementos causales. Por tanto, nos encontramos ante una realidad social multicausal y la respuesta debe ser m¨²ltiple y diversa, adaptada a las caracter¨ªsticas y necesidades espec¨ªficas de estas personas y ajustada al territorio donde se desarrollen las medidas. Este ser¨ªa el caso, por ejemplo, del Programa de Atenci¨®n a Personas Sin Hogar del Ayuntamiento de Madrid, que cuenta con una red diversificada de centros.
Sin lugar a dudas, las personas sin hogar se encuentran en una situaci¨®n grave de exclusi¨®n y como tal, es el resultado de un proceso de p¨¦rdidas sociales y personales. Por ello, es importante que las Administraciones p¨²blicas y las entidades sociales sumemos nuestros esfuerzos, centrando las medidas en la prevenci¨®n, es decir, tenemos que actuar antes de que una persona llegue a la calle o bien, en los primeros momentos de su estancia en la misma.
Este avance de datos de la encuesta del INE sobre las personas sin hogar nos debe llamar la atenci¨®n, en el marco del actual escenario de crisis econ¨®mica global, sobre la necesidad de fortalecer los sistemas de protecci¨®n social con el fin de que los grupos sociales m¨¢s vulnerables y precarios no entren en los procesos de exclusi¨®n que conducir¨ªan a situaciones en las que el resultado final es dormir en la calle. Situaci¨®n que justifica el desarrollo de todos los esfuerzos posibles de car¨¢cter pol¨ªtico, institucional, t¨¦cnico y solidario.
Dar¨ªo P¨¦rez Madera es jefe de Departamento de SAMUR Social y Atenci¨®n a Personas Sin Hogar del Ayuntamiento de Madrid.
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