Beate Sirota Gordon, una feminista que redact¨® la Constituci¨®n de Jap¨®n
La estadounidense escribi¨® el art¨ªculo de los derechos de las mujeres
Beate Sirota Gordon cre¨ªa firmemente que en la vida hay que tener suerte. Ella la tuvo. Por una combinaci¨®n de circunstancias a cual m¨¢s peculiar, particip¨® en 1946, con solo 22 a?itos, en la redacci¨®n de la Constituci¨®n del Jap¨®n ocupado por Estados Unidos. A ella se debe el art¨ªculo 24 del texto a¨²n vigente, el que consagra la igualdad entre el hombre y la mujer, el derecho a casarse por mutuo acuerdo, sin interferencia familiar, el derecho de las mujeres a heredar, a la propiedad o al divorcio. Sirota Gordon, feminista dedicada al intercambio cultural entre Asia y EE UU, muri¨® el pasado 30 de diciembre en Nueva York a los 89 a?os de un c¨¢ncer de p¨¢ncreas. Hasta los a?os noventa mantuvo el secreto sobre su participaci¨®n en aquella misi¨®n.
Hija ¨²nica de una pareja de jud¨ªos rusos, naci¨® en Viena en 1923. Lleg¨® a Tokio con cinco a?os, cuando su padre, pianista, fue contratado como profesor por la Academia Imperial de M¨²sica. Aprendi¨® japon¨¦s enseguida. Ten¨ªa facilidad para los idiomas, su madre insisti¨® en que jugara con ni?os locales y ¡°tuve la suerte de que mis padres no sab¨ªan japon¨¦s, yo era su int¨¦rprete para todo, tambi¨¦n la burocracia¡±, contaba hace un lustro en su ingl¨¦s con leve acento germano a unos universitarios estadounidenses. Agradec¨ªa a la Escuela Alemana de Tokio la gran educaci¨®n que all¨ª recibi¨® pero la abandon¨® en los a?os treinta porque hab¨ªa sido nazificada. Para la adolescencia ya era consciente de que sus amigas japonesas, a diferencia de las protagonistas de las pel¨ªculas rom¨¢nticas de Hollywood que tanto le gustaban, tendr¨ªan que casarse con quienes sus padres dispusieran. A veces con un joven al que ni siquiera conoc¨ªan. Aquella constataci¨®n la marc¨®. Tras una d¨¦cada en Jap¨®n y 13 d¨ªas de traves¨ªa mar¨ªtima, lleg¨® a California con 16 a?os para estudiar en la Universidad de Mills, un centro femenino dirigido por una feminista.
Al estallar la II Guerra Mundial, trabaj¨® en la traducci¨®n de las emisiones radiof¨®nicas japonesas para la Oficina de Informaci¨®n de la Guerra. La CIA y el FBI ¡ªansiosos por reclutar a quien hablara japon¨¦s¡ª no la quisieron porque todav¨ªa era austriaca. Concluida la guerra fue brevemente documentalista en la secci¨®n de Internacional de la revista Time en Nueva York; en esos a?os el reporterismo estaba a¨²n vetado a las mujeres. Necesitaba regresar a Jap¨®n para localizar a sus padres, con los que hab¨ªa perdido el contacto. En 1945, ya como estadounidense, desembarc¨® en Tokio como civil adscrita al Ej¨¦rcito.
Ejerci¨® de int¨¦rprete ¡ªtambi¨¦n dominaba el franc¨¦s y el ruso¡ª del equipo del general MacArthur y a?os despu¨¦s se cas¨® con Joseph Gordon, jefe de aquellos traductores. Fue esa concatenaci¨®n de circunstancias, de carambolas vitales, las que hicieron que fuera incluida en un grupo de una veintena de estadounidenses ¡ªtodos varones salvo Beate¡ª que redactaron la ley fundamental en siete d¨ªas. A ella y a dos compa?eros m¨¢s les encargaron los derechos civiles. ¡°?Por qu¨¦ no escribes los derechos de las mujeres?¡±, le plante¨® el general encargado de aquella especie de asamblea constituyente. Y Sirota Gordon entr¨® en la historia como parte de una misi¨®n que fue oficialmente secreta hasta los a?os setenta ¡ªel texto fue presentado como escrito por los japoneses¡ª y de la que no habl¨® abiertamente hasta los noventa.
Sus memorias se titulan La ¨²nica mujer en la sala. Jap¨®n la condecor¨® en 1998 y se convirti¨® en una hero¨ªna para las japonesas. Mantuvo el secreto durante medio siglo porque tem¨ªa que su juventud fuera utilizada para desacreditar una Constituci¨®n que defin¨ªa como ¡°un modelo para el mundo¡± en diciembre pasado en declaraciones al diario Ashai Shimbun. Sirota Gordon, orgullosa de aquella ocupaci¨®n en la que particip¨®, ve¨ªa con gran preocupaci¨®n el creciente consenso para reformar la Constituci¨®n impuesta y dotar a Jap¨®n de un Ej¨¦rcito. En los ¨²ltimos a?os se erigi¨® en defensora del art¨ªculo 9 en el que Jap¨®n renuncia al derecho a ir a la guerra.
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