¡°Cre¨ªa que los negros ven¨ªan a la UE a enriquecerse, no a prostituirse¡±
Lleg¨® a Espa?a en Patera desde Etiop¨ªa y ahora exporta materiales de construcci¨®n y vino
Nadie dir¨ªa que este joven capaz de encenderse un cigarro mientras toquetea con destreza un iPad fue un poliz¨®n precoz. Pocos se creer¨ªan que a su corta edad ya haya sorteado la seguridad de varios puertos internacionales y mordido el polvo en comisar¨ªas de varios continentes. Y muchos menos apostar¨ªan porque haya conseguido regresar a salvo a su pa¨ªs de origen, Etiop¨ªa. Pero s¨ª. Lo ha logrado. Ahora lo hace, adem¨¢s, en vuelos sin escala y con un negocio bajo el brazo. Porque Benyam Bouyalew (Dese, 1987) no solo alcanz¨® el sue?o de pisar el Viejo Continente. Tambi¨¦n se ha forjado un incipiente porvenir con la exportaci¨®n mundial de vino y de material para la construcci¨®n.
Cada cosa, eso s¨ª, a su debido tiempo. Porque ¡ªcomo explica con entusiasmo delante de un poleo que amenaza con enfriarse durante la conversaci¨®n¡ª para llegar a esto tuvo que superar una larga odisea. Un ¨¦xodo que empieza a 400 kil¨®metros de Addis Abeba, la capital et¨ªope. En su pueblo, este hijo de comerciantes gozaba de ciertas comodidades. Hasta que muri¨® su padre. Entonces pas¨® de vivir holgadamente a contraer, dice, ¡°una deuda del cop¨®n¡±. Eso le empuj¨® a convertirse en un ni?o-hombre ¡ªtal como lo definen en Benyam, el libro editado por la asociaci¨®n Abay que cuenta su historia¡ª y a escapar. Se march¨® en busca de dinero para ayudar a su madre y sus dos hermanos. ¡°Cuando est¨¢s desesperado eres capaz de cualquier cosa¡±, apunta.
Una tarea ardua que se agrava si, encima, tienes 13 a?os. Porque requiere cruzar fronteras, eludir las vigilancias y, sobre todo, saber esperar. Tener paciencia. A ¨¦l le cost¨® dos a?os. Otros empe?an d¨¦cadas. ¡°Perd¨ª mi infancia esperando el barco donde huir¡±, relata. A punto de cumplir los 16, en mayo de 2003, lo super¨®. Tuvo que pasar por Malasia, Indonesia, Hong Kong e Israel sin ¨¦xito. Con una deportaci¨®n bajo el brazo y m¨²ltiples magulladuras. Hasta que se escondi¨® en un carguero y se ape¨® en una d¨¢rsena de Valencia. ¡°Estaba flipando¡±, expresa. Benyam recuerda c¨®mo sali¨® pitando hacia unas luces, que resultaron ser la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Al salir del puerto pidi¨® socorro a un grupo de prostitutas africanas. Una de ellas le llev¨® a su casa y luego a C¨¢ritas, donde le derivaron para su tutela. ¡°Al llegar me sorprend¨ª un poco: yo cre¨ªa que los negros ven¨ªan a Europa a enriquecerse, no a prostituirse¡±, lamenta.
Al a?o ya ten¨ªa el graduado, un curso de electricidad y la fluidez verbal suficiente como para utilizar expresiones como ¡°fardar¡±.
Pas¨® por la construcci¨®n, pero termin¨® siguiendo los pasos paternos y convirti¨¦ndose en vendedor. Primero puerta a puerta y luego a gran escala: el due?o de una bodega de Requena le apadrin¨® y ahora exporta vino ecol¨®gico a su pa¨ªs, a pesar del ¡°papeleo horrible¡± que resolver¨¢ all¨ª este febrero. Por eso, en perspectiva, se siente privilegiado. M¨¢s a¨²n si se compara con la dram¨¢tica situaci¨®n de los j¨®venes en nuestro pa¨ªs por culpa del desempleo. ¡°Es el momento de irse all¨ª. La gente est¨¢ prosperando¡±. ¡°Mis amigos van hasta mejor vestidos que yo¡±, explica entre risas, ¡°y cuando voy parece que vengo del campo¡±.
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