Si la oveja ¡®Dolly¡¯ levantara la cabeza
Hace 10 a?os muri¨® el ovino m¨¢s famoso Su creaci¨®n abri¨® la puerta a la clonaci¨®n de mam¨ªferos Los intentos para repetir el experimento en humanos no han funcionado
Cuando muri¨® la oveja Dolly, hace ahora 10 a?os, el campo de la clonaci¨®n que ella misma hab¨ªa inaugurado segu¨ªa un curso tan delicado y apacible como una ma?ana de junio, hasta el punto de que la mayor pol¨¦mica del momento vers¨® sobre la esperanza de vida de las ovejas en Europa y la conveniencia o no de mantenerlas estabuladas en los climas h¨²medos del fiordo de Forth. Mal pod¨ªa sospechar el famoso ¨®vido escoc¨¦s que, incluso en el mismo momento en que exhalaba su ¨²ltimo suspiro, un veterinario coreano llamado Hwang Woo-suk estaba maquinando uno de los planes m¨¢s audaces y maquiav¨¦licos de la historia de la ciencia; que solo un a?o despu¨¦s se anunciar¨ªa la primera clonaci¨®n humana; en otro a?o los primeros cultivos de c¨¦lulas madre gen¨¦ticamente id¨¦nticos a cualquier paciente; y en otro m¨¢s que todo ello era un fraude monumental. Ay Dios m¨ªo si la oveja Dolly levantara la cabeza.
El fallecido lanudo, por otro lado, ha estado en un tris de llevarse el ¨²ltimo premio Nobel de Medicina. En vez de galardonar al creador de Dolly, el embri¨®logo Ian Wilmut del Instituto Roslin de Edimburgo, la Academia sueca ha preferido premiar a su causa y a su efecto, por as¨ª decir: a John Gurdon, que clon¨® en los a?os setenta al precedente de Dolly ¡ªuna rana sin nombre que no alcanz¨® los titulares de la ¨¦poca¡ª y a Shinya Yamanaka, que ha logrado en los ¨²ltimos a?os un tipo de c¨¦lulas madre (c¨¦lulas iPS) gen¨¦ticamente id¨¦nticas a cualquier paciente, y que constituyen la gran promesa actual de la medicina regenerativa. Wilmut, en medio de estos dos hitos, se qued¨® sin premio Nobel, aunque ahora se llama sir Ian Wilmut, que casi es m¨¢s en algunos c¨ªrculos brit¨¢nicos.
El investigador, Ian Wilmut,
Despu¨¦s de viajar en el tiempo y destruir el mundo, la clonaci¨®n representa seguramente uno de los primeros clich¨¦s sobre el mito del cient¨ªfico loco que le vienen a cualquiera a la cabeza, y clonar ovejas ya parece de chiste. Esas dos ¡ªla alarma ¨¦tica y la broma f¨¢cil¡ª fueron de hecho las reacciones m¨¢s comunes que suscit¨® el nacimiento de Dolly en febrero de 1997. Es muy comprensible, y el propio Wilmut contribuy¨® no poco a ello con su estilo distante, abstra¨ªdo y un punto chacotero.
Como material de partida, por ejemplo, el investigador escoc¨¦s no utiliz¨® una oveja viva ¡ªque hubiera pasado a la historia como la madre gen¨¦tica de Dolly o el original del que se sac¨® la fotocopia¡ª, sino un insustancial pedazo de gl¨¢ndula mamaria guardado en un congelador de su laboratorio. Esta planificaci¨®n experimental descuidada, o al menos sub¨®ptima, ayud¨® a suscitar, dentro y fuera de la comunidad cient¨ªfica, actitudes esc¨¦pticas que tardaron a?os en despejarse del todo. El propio nombre de la oveja es un chiste algo grueso sobre ese origen mamario de su genoma y las medidas de la cantante country de Tennessee Dolly Parton.
Pero lejos de la luz p¨²blica y al resguardo de los chistes verdes, los bi¨®logos del desarrollo recibieron el experimento de Wilmut sinceramente deslumbrados: hasta ese momento hab¨ªan permanecido confundidos sobre una cuesti¨®n central de su disciplina.
El descubrimiento de las c¨¦lulas iPS ha supuesto una alternativa
El cuerpo est¨¢ hecho de trillones de c¨¦lulas ¡ªneuronas del cerebro, gl¨®bulos blancos de la sangre, hepatocitos del h¨ªgado¡ª, y todas ellas provienen de una sola, el cigoto que resulta de la fusi¨®n de un ¨®vulo y un espermatozoide. El problema central de la biolog¨ªa del desarrollo es entender c¨®mo ese ¨²nico genoma original se especializa en el genoma de una neurona, de un gl¨®bulo blanco o de un hepatocito, que hacen cosas tan distintas.
Los cient¨ªficos llevaban d¨¦cadas intentando clonar mam¨ªferos de todo tipo, y hab¨ªan fracasado tantas veces que, para los a?os noventa se hab¨ªan convencido de que sus fallos quer¨ªan decir algo: que el desarrollo se basaba en cambios irreversibles en el genoma de las c¨¦lulas; que en las c¨¦lulas del adulto no hab¨ªa ning¨²n genoma original intacto, sino solo genomas de neurona, de gl¨®bulo blanco o de hepatocito; que el desarrollo era una calle de direcci¨®n ¨²nica; y que as¨ª c¨®mo les iba a salir el experimento.
Por eso Dolly fue tan importante cient¨ªficamente. Todo su genoma proven¨ªa de una c¨¦lula adulta y especializada en producir leche; pero era obvio que ese genoma estaba lo bastante intacto como para recapitular el desarrollo entero, puesto que Dolly ten¨ªa neuronas, coraz¨®n, h¨ªgado y tanta lana como cualquier otra de su raza, que por cierto era un h¨ªbrido de Finlandesa y Dorset. La mera existencia de Dolly refut¨® la teor¨ªa prevalente sobre el desarrollo humano, y por tanto recondujo toda la experimentaci¨®n del campo.
La muerte temprana del animal no tuvo que ver con el proceso
En vida de Dolly, Wilmut se pronunci¨® vigorosamente por las aplicaciones cl¨ªnicas de la clonaci¨®n, como hicieron muchos otros cient¨ªficos en todo el mundo, y utiliz¨® su prestigio para persuadir al Gobierno brit¨¢nico de promover las regulaciones necesarias. Pero el estilo indolente o desali?ado que hab¨ªa mostrado cuando naci¨® la oveja pareci¨® asomar de nuevo al morir el animal en 2003, a los seis a?os de edad.
Hay mitos cient¨ªficos populares casi imposibles de erradicar. Las vacunas matan ni?os, los transg¨¦nicos dan alergia, la gripe A fue un invento de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud en contubernio con la industria farmac¨¦utica. Otro de ellos es que la oveja Dolly sufri¨® una muerte prematura, pagando as¨ª en sus carnes por la arrogancia y endiosamiento de sus creadores, ?no es cierto? No. La realidad es que Dolly muri¨® de un adenocarcinoma pulmonar ovino (OPA), un c¨¢ncer de pulm¨®n de origen v¨ªrico muy com¨²n en toda Europa y que ataca a las ovejas j¨®venes, mucho antes de que cumplan los 11 a?os que en teor¨ªa, o en condiciones ideales, alcanzan los de su especie.
Las aplicaciones
Pues bien. Dolly muri¨® el 14 de febrero de 2003. Pese a que el mito de la muerte prematura se propag¨® al instante, y pese a que ello arrojaba graves sospechas sobre la seguridad de la clonaci¨®n y su aplicaci¨®n cl¨ªnica, Wilmut no hizo el menor adem¨¢n de desmentirlo durante las siete semanas siguientes. El 3 de abril, este diario tuvo que extraerle con f¨®rceps que ¡°la muerte de Dolly no tuvo nada que ver con su clonaci¨®n¡±. Cuando le pregunt¨¦ por qu¨¦ no hab¨ªa dicho nada hasta entonces, respondi¨®:
¡ªQuisimos anunciarlo el d¨ªa de la muerte y el veterinario nos disuadi¨®. Quer¨ªa ver antes la autopsia.
Ese es Wilmut. El veterinario le disuadi¨®.
El experimento pionero de Wilmut fue solo el primero de una lista que ya se va haciendo larga. De momento los cient¨ªficos han logrado clonar unas 20 especies animales, entre ellos mam¨ªferos como el gato y el rat¨®n, la rata y el venado, el cerdo y el conejo, la yegua de carreras y el toro de lidia. Algunos de estos experimentos tienen claros objetivos cient¨ªficos, otros igualmente claros fines econ¨®micos, y algunos se deben m¨¢s bien a una especie de tic clonador, a la necesidad de hacer algo por el mero hecho de que puede hacerse.
Solo un a?o despu¨¦s de la muerte de Dolly, cre¨ªmos disponer ya de los primeros clones humanos, y no era cierto. No hab¨ªa tal, y sigue sin haberlo; incluso es posible que no haga falta, al menos hasta que Dolly levante la cabeza.
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