¡°En nuestra naturaleza no est¨¢ quejarse, sino trabajar duro y callar¡±
Virginia LeBlanc ha demandado a la Universidad de Indiana por discriminaci¨®n salarial Su sucesora en el cargo sufre los mismos problemas que ella denuncia
Estados Unidos es un pa¨ªs sustentado sobre el pilar de la igualdad. Eso es lo que le ense?aron a Virginia LeBlanc, una profesora universitaria nacida en Tejas hace 39 a?os. Cuando, en 2010, fue nombrada directora de un programa de la Universidad de Indiana comprob¨® lo endeble de esa afirmaci¨®n. Su sueldo era 95.000 d¨®lares inferior al de su predecesor en el cargo, ¨¦l mismo que la recomend¨® para sustituirle. LeBlanc est¨¢ a la espera de que se celebre el juicio por discriminaci¨®n salarial y acoso laboral por el que ha demandado al centro.
En EE UU es ilegal pagar a una mujer menos que a un hombre por realizar el mismo trabajo. La Ley de Igualdad Salarial de 1963 y el T¨ªtulo VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964 proh¨ªben la discriminaci¨®n salarial y de g¨¦nero en el ¨¢mbito laboral. Pese a esas garant¨ªas, en este pa¨ªs, las mujeres cobran, de media, un 15% menos que un hombre por desempe?ar el mismo tipo de empleo, un porcentaje que alcanza el 30% si se compara el sueldo de una afroamericana, como LeBlanc, con el de un hombre blanco, seg¨²n los datos de la Oficina de Estad¨ªsticas Laborales.
En EE UU, las mujeres cobran, de media, un 15% menos que un hombre por desempe?ar el mismo tipo de empleo
Cuando LeBlanc acept¨® el puesto de directora del Programa Hudson y Holland de la Universidad de Indiana en 2010 ni siquiera estaba al tanto de las estad¨ªsticas sobre discriminaci¨®n en el trabajo. ¡°Yo s¨®lo quer¨ªa asesorar a los estudiantes hispanos, afroamericanos y americano-nativos sobre su futuro acad¨¦mico y laboral¡±, cuenta. Como responsable del programa, ten¨ªa a su cargo la supervisi¨®n del presupuesto y de las asignaciones salariales y, revis¨¢ndolo, descubri¨® que estaba cobrando por su trabajo mucho menos que sus predecesores, ambos varones.
LeBlanc inform¨® de esta circunstancia al vicerrector de su departamento, pero no obtuvo respuesta. ¡°Ante su silencio, acud¨ª a la Oficina de Asuntos de Mujeres de la Universidad que, inexplicablemente, se desmantel¨® al poco tiempo¡±. Esta queja interna fue el comienzo de un duro periplo de reclamaciones ante todas las altas instancias de la Universidad, a las que el centro replic¨® creando un entorno hostil y opresivo que hicieron insostenible el d¨ªa a d¨ªa de LeBlanc en la Universidad.
No hay nada que pueda justificar que una mujer tenga un salario inferior al de un hombre por hacer el mismo trabajo
La profesora termin¨® con ese viarucis el 22 de agosto de 2011, cuando dimiti¨® de su puesto. ¡°Me lo pens¨¦ mucho. En la naturaleza femenina no est¨¢ el quejarse, sino el trabajar duro y callar¡±. Los meses de acoso laboral y de indiferencia provocaron en la profesora el efecto contrario. ¡°Decid¨ª que no se trataba s¨®lo de mi lucha, que esta era una batalla para garantizar la igualdad de derechos en la Universidad de Indiana y en las del resto del pa¨ªs¡±, asegura. Apenas una semana despu¨¦s de abandonar el centro, LeBlanc interpuso una demanda contra la Universidad que est¨¢ pendiente de resoluci¨®n en un Tribunal de Distrito de Indiana.
LeBlanc cuenta que su sucesora en el cargo est¨¢ sufriendo los mismos problemas y que ha recibido el apoyo de muchos de sus compa?eros que no se atreven a respaldarla p¨²blicamente porque siguen formando parte de la Universidad. ¡°Creo que muchas mujeres creen que, aunque denuncien, no se va a resolver nada. El proceso es muy largo, duro y costoso y no todo el mundo tiene la capacidad personal y econ¨®mica para abordarlo. Yo misma he estado a punto de abandonar en alguna ocasi¨®n¡±, reconoce.
Desde que en 2009 Barack Obama aprobara la Ley del Derecho al Salario Justo, que garantiza a las mujeres el derecho a denunciar a sus empresas por discriminaci¨®n salarial, el n¨²mero de reclamaciones de este tipo presentadas ante la Comisi¨®n de Igualdad de Oportunidades Laborales ha descendido de manera considerable ¨Cen 2011 disminuyeron de 2.300 a 2.100, seg¨²n datos de la comisi¨®n-. Los jueces tambi¨¦n parecen m¨¢s reacios a resolver favorablemente estas denuncias. En la primera d¨¦cada de este siglo fallaron a favor en el 55% de los casos, en la siguiente, s¨®lo en el 35%.
La discriminaci¨®n laboral se produce a nivel universitario, el ¨¢mbito en el que se forjan nuestros l¨ªderes
Estos casi tres a?os de lucha han convertido a LeBlanc en una firme defensora de los derechos de la mujer. ¡°Durante mi declaraci¨®n jurada present¨¦ los documentos que probaban que cobraba menos que mis predecesores en el cargo y, sin embargo, los abogados de la Universidad s¨®lo me hicieron preguntas sobre mi vida privada y mi historial m¨¦dico con el prop¨®sito de desacreditarme¡±, recuerda. ¡°No hay nada que pueda justificar que una mujer tenga un salario inferior al de un hombre por hacer el mismo trabajo, nada, m¨¢s all¨¢ que la necesidad de mantener el status quo de poder¡±, asegura.
La profesora aboga por la necesidad de que el Gobierno garantice la existencia de cl¨¢usulas de discriminaci¨®n positiva en las leyes y se muestra muy cr¨ªtica hacia los republicanos del Congreso que, el a?o pasado, bloquearon la reforma de la Ley del Derecho al Salario Justo. ¡°La discriminaci¨®n laboral se produce a nivel universitario, que es el ¨¢mbito en el que se supone que se forjan nuestros l¨ªderes pol¨ªticos. Si lo toleramos all¨ª, c¨®mo no lo van a tolerar despu¨¦s en el Capitolio¡±, se lamenta LeBlanc.
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