¡°He visto familias que pasan hambre por verg¨¹enza¡±
El Defensor del Pueblo andaluz publica un libro sobre sus experiencias con los excluidos
D¨ªas atr¨¢s Jos¨¦ Chamizo hizo lo que no hab¨ªa hecho nunca en sus 16 a?os como Defensor del Pueblo andaluz. Apag¨® el ordenador y se fue a estirar los nervios. Por primera vez en 16 a?os se sinti¨® sobrepasado con el encadenamiento de mensajes en los que bajo la desesperaci¨®n del remitente se trasluc¨ªa la amenaza de suicidio.
A la oficina de un Defensor siempre llegan gritos desesperados. Haya vacas flacas o vacas gordas. Y el sacerdote Jos¨¦ Chamizo de la Rubia (Los Barrios, C¨¢diz, 1949) conoce otros tiempos duros, en los ochenta, en los noventa. Que su experimentada voz sostenga que esta crisis es diferente encoge m¨¢s que las tinieblas que peri¨®dicamente el comisario Olli Rehn promete a los espa?oles. Que no se le ve fin. Que cada d¨ªa que pasa pisa m¨¢s firme, como si hubiera venido para quedarse. Que se est¨¢ llevando por delante a la clase media. ¡°Veo c¨®mo familias t¨ªpicas con dos hijos universitarios est¨¢n bajando la escalera hacia la exclusi¨®n y entrando en depresiones terribles porque creen que su vida ha sido un fracaso¡±.
De gentes as¨ª, venidas a menos, y de gentes casi nunca idas a m¨¢s habla en su libro ?Qui¨¦n ha dicho que vivir sea f¨¢cil? (Espasa), una mezcla de memorias, reflexiones y gu¨ªa sobre su trabajo con presos, menores, prostitutas, mayores, discapacitados, inmigrantes y todos los desheredados de la tierra. Si piensan que tal combinaci¨®n deriva en un oc¨¦ano de l¨¢grimas, se equivocan. Chamizo conjura ese riesgo con su habitual humor, que logra arrancar risas con la peripecia de Manuel, un sin techo que le pide trabajo durante a?os y se indigna cuando el Defensor le encuentra un empleo para recoger fresas en Huelva porque ¨¦l aspira a algo de ocho a tres.
Hubo tiempos en los que hasta un mendigo so?aba con ser funcionario por las ma?anas. Ahora Chamizo negocia con los bancos salidas para desahuciados y atiende a pudorosas clases medias: ¡°Tienen que pedir ayuda si la necesitan. No es un t¨®pico, hemos encontrado familias que pasaban hambre porque les daba verg¨¹enza pedir¡±.
Nuevos caballos de batalla. ¡°A mi vida le da sentido servir a la gente, ya sea como defensor, p¨¢rroco o en una ONG, a las que sin duda volver¨¦¡±, cuenta antes de que se incorpore al almuerzo su adjunto, Luis Pizarro. Tampoco le da grandes vueltas al futuro porque siempre le ha salido por la tangente. Se ve¨ªa como profesor de Teolog¨ªa ¡ªse licenci¨® en Historia de la Iglesia en Roma¡ª y un toxic¨®mano, Rafi, le torci¨® el rumbo mientras se estrenaba como cura en una parroquia del Campo de Gibraltar, una comarca gaditana diezmada por la hero¨ªna en los ochenta. ¡°Vivir es apasionante, pero complicado. Yo tambi¨¦n he tenido ¨¦pocas de dificultades personales y econ¨®micas, aunque luego la vida se ha ido organizando¡±.
Tampoco pens¨® que se convertir¨ªa en Defensor del Pueblo andaluz en 2006 y ah¨ª sigue, aunque ahora con car¨¢cter interino, quiz¨¢s el peaje de haberle espetado a los pol¨ªticos en junio pasado: ¡°La gente est¨¢ hasta el gorro de todos ustedes¡±. En su boca, que se ha distinguido por una diplomacia de filigrana vaticana, son¨® a fil¨ªpica sobrenatural. ¡°Soy consciente de que el tiempo termina, pero me gustar¨ªa irme cuando se acabe la fase m¨¢s aguda de la crisis¡±. En broma, o tal vez no, sentencia: ¡°He nacido para esto¡±.
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