La pistola ¡®Liberator¡¯ hace saltar las leyes
La impresora en 3D pone en jaque desde las normas de propiedad industrial al C¨®digo Penal
La noticia de que un estudiante de Derecho de la Universidad de Texas hab¨ªa fabricado por primera vez una pistola con una impresora 3D dio la vuelta al planeta en apenas unas horas. Al poco tiempo empezaron a circular por Internet los dise?os del artilugio, tal y como era el deseo de su creador, Cody Wilson, que aspiraba a que cada persona se construyese su propio arsenal en casa con fines de supuesta autodefensa.
La osad¨ªa del joven Wilson, que tiene 25 a?os y se presenta a s¨ª mismo como criptoanarquista, suscit¨® un revuelo inmediato a nivel internacional. Pese a ello, tuvieron que pasar dos d¨ªas para que el Departamento de Estado de Estados Unidos reaccionase de manera oficial. En las 48 horas transcurridas hasta que se emiti¨® la orden oficial para retirar los archivos de la web ya hab¨ªan sido descargados unas 100.000 veces, un n¨²mero m¨¢s que suficiente para que borrar su rastro en Internet resultase una tarea imposible de materializar.
La red es as¨ª, est¨¢ en su ADN. La multiplicaci¨®n de la informaci¨®n a grandes velocidades dificulta enormemente cualquier intento de censura. A ello se suma una cultura de la libertad y de lo gratis imperante en la red que a menudo choca de lleno con los l¨ªmites legales establecidos por los legisladores en ¨¢reas que van desde los derechos de propiedad intelectual hasta la propia seguridad del Estado.
La pistola 3D, bautizada por su inventor como Liberator, pone en evidencia c¨®mo la tecnolog¨ªa avanza mucho m¨¢s r¨¢pido que los legisladores y cu¨¢n dif¨ªcil resulta en estos momentos para las Administraciones garantizar que se cumplen incluso las leyes que ya est¨¢n en vigor. El caso llama especialmente la atenci¨®n porque agrupa varias pol¨¦micas en una. Seg¨²n V¨ªctor Domingo, presidente de la Asociaci¨®n de Internautas de Espa?a, la pistola 3D tiene implicaciones sobre los derechos de propiedad intelectual, los derechos de propiedad industrial y, dado que se trata de un arma de fuego, obligar¨¢ a los legisladores a repensar incluso el C¨®digo Penal.
Lo m¨¢s alarmante en el caso de la Liberator es su implicaci¨®n penal. ¡°En Espa?a no se puede estar en posesi¨®n de un arma sin permiso, es ilegal, y con esta pistola basta con conseguir un enlace para poder fabric¨¢rtela¡±, afirma Domingo. Aunque todav¨ªa no resulte algo tan f¨¢cil y asequible como imprimir un documento, lo ser¨¢ cada d¨ªa m¨¢s. Y ya hay gente que lo puede hacer ¡°sin ning¨²n tipo de control¡±, se?ala. Wilson lo hizo con una impresora que compr¨® a trav¨¦s de la p¨¢gina de subastas eBay y que le cost¨® 6.000 euros.
Seg¨²n el presidente de la asociaci¨®n de internautas, ¡°lo que antes pod¨ªamos compartir, ahora tambi¨¦n se puede tocar¡±. Por estos motivos, reconoce que asuntos como el de la pistola y, en general, la impresi¨®n en tres dimensiones, ¡°van a poner a prueba la capacidad de los gobernantes¡±.
Xavier Ribas, abogado experto en derecho e Internet explica que, seg¨²n la normativa actual vigente en Espa?a, estar en posesi¨®n de los planos de la Liberator no est¨¢ castigado. Cualquiera puede alegar curiosidad o af¨¢n de coleccionismo para no ser sancionado por tener guardados en su ordenador los archivos de la pistola. ¡°Una cosa es el potencial nocivo de un instrumento y otra el uso que le des¡±, explica. S¨ª estar¨ªa penado difundir los planos, estar en posesi¨®n del dispositivo y, obviamente, emplearlo contra alguien.
Del C¨®digo Penal, la impresi¨®n en tres dimensiones salta a los derechos de la propiedad intelectual en la medida en que los dise?os tienen un creador. El copyright, sin embargo, salta por los aires en cuanto empiezan a circular los archivos por la red.
Tener los planos del arma no es ilegal, pero tener esta sin permiso s¨ª lo es
En cualquier caso, el desaf¨ªo m¨¢s novedoso est¨¢ en c¨®mo afecta la impresi¨®n en tres dimensiones y la generalizaci¨®n de estas m¨¢quinas a la ley de la propiedad industrial.
De momento, la tecnolog¨ªa est¨¢ en un estadio muy b¨¢sico y disponer de una de estas impresoras, as¨ª como de los materiales necesarios para fabricar objetos concretos, resulta caro. Adem¨¢s, aunque ya se han puesto en marcha proyectos para fabricar carne artificial o pr¨®tesis para el cuerpo humano, los objetos factibles de ser reproducidos con estas m¨¢quinas son a¨²n limitados.
Sin embargo, llegar¨¢ el d¨ªa en que las m¨¢quinas de impresi¨®n 3D se extiendan, se abaraten y se perfeccionen hasta el punto de que una familia pueda fabricar en su propia casa productos que ahora compra en la tienda, en los grandes almacenes o a trav¨¦s de Internet.
¡°?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando la gente empiece a compartir los planos de una televisi¨®n o una lavadora?¡±, se pregunta Domingo. ¡°Hasta Ikea puede ver sancionados sus derechos de propiedad industrial¡± si la gente empieza a copiar sus muebles y fabric¨¢rselos en casa, ironiza. La respuesta a estas cuestiones ¡°sobrepasa¡± las leyes actuales, sostiene Domingo, que a?ade que solucionar el dilema est¨¢ en manos de los legisladores, aunque pone en duda que est¨¦n a la altura de este reto: ¡°Es un problema cl¨¢sico de c¨®mo avanza la Administraci¨®n en relaci¨®n con las nuevas tecnolog¨ªas, que siempre nos pillan con el pie cambiado¡±, argumenta.
Un hallazgo nuevo cada d¨ªa
No hay d¨ªa en el que no se anuncie un nuevo adelanto de la impresora en tres dimensiones. A la espera de que la Nasa haga realidad el proyecto de fabricar comida, ya ha logrado salvar vidas, como la del ni?o que podr¨¢ respirar gracias a una tr¨¢quea artificial fabricada con una impresora 3D que le fue implantada por el equipo m¨¦dico del hospital infantil de Akron y la Universidad de Michigan.
La impresi¨®n 3D fabrica capa a capa cualquier tipo de pieza a partir de un dise?o generado con ordenador. Puede estar hecho a partir de pl¨¢stico u otro tipo de material, siempre y cuando pueda ser fusionado, ya sea mediante calor o con alg¨²n tipo de pegamento.
La teor¨ªa indica que, con este tipo de impresoras, que empezaron a desarrollarse hace m¨¢s de 30 a?os, cualquier persona podr¨¢ fabricar en el futuro desde su casa o desde un peque?o negocio numerosos productos sin tener que realizar grandes inversiones en maquinaria o en personal t¨¦cnico especializado. Ello permitir¨ªa una descentralizaci¨®n total de la capacidad de producci¨®n.
En Espa?a, uno de los colectivos m¨¢s activos con la impresi¨®n 3D es RepRapBCN, un proyecto de la Fundaci¨® CIM de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a (UPC) que realiza talleres peri¨®dicos para los nuevos usuarios.
Pablo Gil estuvo hace unas semanas en la Ciudad Condal y se vino con una impresora RepRap bajo el brazo para el Centro Tecnol¨®gico Industrial de Badajoz. Su inter¨¦s, explica, vino por las ganas de aprender m¨¢s sobre un invento ¡°que marcar¨¢ el futuro¡±. ¡°No es una moda¡±, a?ade. El objetivo que tiene para ella es convertir la capital pacense en centro de expansi¨®n de esta nueva tecnolog¨ªa en el sur de la Pen¨ªnsula a trav¨¦s de talleres y encuentros.
Pablo Gil, adem¨¢s, a?ade una nota destacable, que es la capacidad que tienen estas m¨¢quinas de replicarse a s¨ª mismas y crear complementos que perfeccionen su funcionamiento. "Hasta ahora pod¨ªamos hacer el software ¡ªlos programas¡ª, pero a partir de la impresora 3D tambi¨¦n podemos fabricarnos nuestro propio hardware ¡ªdispositivos inform¨¢ticos¡ª", a?ade.
En la propia Barcelona, donde la gente de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a realiza los cursos, vive Norbert Rovira. Este joven tambi¨¦n acudi¨® a uno de los workshops de la CIM. De momento, se autodefine como "un usuario por hobby". "Ahora me dedico a hacer peque?os apa?os caseros, prototipos, pero nada de pistolas, sino cosas que tengan utilidad", afirma. Sus planes futuros incluyen poner en marcha una comunidad de usuarios de estas m¨¢quinas para compartir experiencias.
Tambi¨¦n hay quien ve en estos equipos interesantes oportunidades de negocio. En Estados Unidos ya hay quien se ha atrevido a resucitar un modelo de tienda que parec¨ªa condenado hace mucho tiempo: las copister¨ªas, claro que sin fotocopias. Lo suyo son las impresoras 3D y, bajo el nombre de Shapeways, cuentan con varios locales repartidos por todo el pa¨ªs en diversos centros comerciales.
Negocio, innovaci¨®n, cambio industrial, salud... La impresi¨®n 3D ofrece un enorme abanico de posibilidades futuras. Sin embargo hay quienes creen que sus promesas est¨¢n siendo exageradas. El ingeniero Neil Gershenfeld, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), part¨ªcipe del desarrollo de la impresora 3D, advirti¨® en una charla con el periodista de la BBC Peter Day que los m¨¢s entusiastas ante los avances que permitir¨¢ la generalizaci¨®n de este invento son los propios periodistas, ¡°que son los que no lo usan¡±.
Seg¨²n Domingo, ¡°los legisladores deben estar muy atentos a este tipo de cosas y hacer un esfuerzo para conseguir una ley r¨¢pida y eficaz¡±. En su opini¨®n, si se legisla con a?os de retraso, cuando el uso de la tecnolog¨ªa en debate se ha extendido y es algo com¨²n para buena parte de la ciudadan¨ªa, se corre el riesgo de acabar atropellando libertades individuales o teniendo que invadir el ¨¢mbito de lo privado para hacer cumplir la ley.
Ribas da algo m¨¢s de margen a los legisladores. La experiencia le dice que lo normal es que cada cambio normativo tarde una media de dos o tres a?os en producirse, como ha sucedido con la ley Sinde-Wert. Y asegura que Espa?a es relativamente ¨¢gil a la hora de adaptar la ley, en comparaci¨®n con otros pa¨ªses. El abogado lamenta que, a veces, los avances logrados no sirven para nada porque luego toca adaptar directivas comunitarias que llegan tarde. Esto, critica Ribas, obliga a volver a poner en marcha el proceso mientras Internet y la tecnolog¨ªa siguen su imparable avance.
Dentro de la clasificaci¨®n de pa¨ªses donde la Liberator tuvo m¨¢s ¨¦xito est¨¢ Espa?a, que ocupa un lugar destacado en descargas junto al propio Estados Unidos, Brasil, Alemania y Reino Unido, seg¨²n datos de Defense Distributed, la empresa propietaria de la pistola y que tiene licencia del Gobierno para fabricar armas.
Uno de los espa?oles que se hizo con los archivos, que se esconde bajo el apodo de Gone, confiesa que lo hizo por pura curiosidad. ¡°Quer¨ªa saber c¨®mo era por dentro la pistola tras o¨ªr hablar tanto de ella¡±, comenta con relaci¨®n al eco desmesurado que, en su opini¨®n, tuvo el invento a nivel medi¨¢tico. En cualquier caso, descarta que vaya a imprimirla mientras muestra los planos con las 16 piezas del dispositivo en su ordenador.
Pese a la alarma generada en la opini¨®n p¨²blica, producir la pistola de pl¨¢stico a partir de los planos de Wilson no es f¨¢cil. Primero, porque aunque los archivos son gratuitos, se necesita disponer del mismo tipo de impresora 3D que la utilizada por Cody Wilson, que es una versi¨®n personalizada de un dispositivo de la marca Stratasys y con un precio bastante elevado. Segundo, porque convertir los planos en una realidad, indican los que entienden de esto, es bastante complicado. El propio Wilson, que se declara admirador de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, y Kim Dotcom, de Megaupload, aseguraba en unas recientes declaraciones al diario The Guardian que en estos momentos resulta m¨¢s f¨¢cil fabricar un arma utilizando piezas compradas en una ferreter¨ªa que recurriendo a una impresora en tres dimensiones.
Hay quienes han sabido anticiparse a los futuros riesgos y han actuado de antemano, como el colectivo que est¨¢ detr¨¢s del Laboratorio de creaci¨®n y fabricaci¨®n digital Bilbao Makers. ¡°Nuestros Estatutos recogen que aqu¨ª no se puede producir nada que sirva para atentar contra los derechos humanos¡±, afirma uno de sus cofundadores, Karim Asry, que admite que as¨ª lo decidieron porque se ve¨ªan venir conflictos como el de la pistola. ¡°Decidimos poner la venda antes que la herida¡±, a?ade, al tiempo que destaca que la capacidad que tiene la impresora 3D de permitir una descentralizaci¨®n total de la capacidad de producci¨®n obligar¨¢ a modificar normas que, tal y como ocurre en el sector industrial, derivan de leyes heredadas del siglo XIX.
El siglo XXI ha agotado ya su primera d¨¦cada y est¨¢ creando su propia tecnolog¨ªa. En este apartado, la impresi¨®n 3D reclama su propio espacio, ya que marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en el sistema de producci¨®n, de la f¨¢brica al sal¨®n. Parece razonable pensar que los nuevos tiempos necesitar¨¢n leyes diferentes a las que hicieron posible el ¨¦xito de la cadena de montaje de Henry Ford.
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